Año 2 • No. 53 • febrero 25 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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  Ética de la liberación
Transformar al sistema excluyente, deber de todo ser humano: E. Dussel
Iván Maldonado Rosales
 

Los efectos negativos del sistema globalizado, que excluye a gran parte de la humanidad de los beneficios de la educación, la ciencia y la tecnología, tienen que ser revertidos por el ser humano a través del acercamiento con quienes han quedado fuera de la civilización, dijo el filósofo argentino Enrique Dussel, al ofrecer el pasado viernes 15 la conferencia “Ética de la liberación”.

Ante un numeroso auditorio que rebasó la capacidad de la galería de arte de El Ágora de la Ciudad, al grado de que muchas personas tuvieron que permanecer de pie, Dussel -cuyo discurso no parte de la filosofía para interpretar la realidad, “sino de la cotidianidad en dirección de la filosofía”- apuntó que su ética de la liberación busca responder al problema que implica la pobreza en América Latina, una realidad que ha estudiado acuciosamente.

De entrada, hizo referencia a la disputa que inició en 1989 con el doctor alemán Karl Otto Apel -maestro de Jürgen Habermas-, pues en su libro La transformación de la filosofía Apel habla de una comunidad de comunicación donde todos sus integrantes comparten los conocimientos, y la validez de todos los actos es producto de un consenso entre todos. Y aunque Dussel comparte esta tesis, criticó sus alcances europeocentristas -sistema donde no hay pobreza- y parámetros abstractos (un problema del que no sólo adolece Habermas, sino también los más importantes filósofos alemanes: Hegel y Kant).

A contracorriente de esa verdad abstracta con caracteres de validez universal, Dussel aseveró que la ética de la vida tiene tres ejes universales que se adecuan a todas las culturas: “reproducir la vida”, “hacer participar al afectado simétricamente” y “hacer posible los dos anteriores postulados”, su factibilidad. De ahí que, desde su perspectiva, “un ser ético surge cuando hay una evolución suficiente de su cerebro para que éste tenga conciencia y autoconciencia”.

Si bien la decisión sobre la reproducción de vida recae en la participación simétrica de los seres racionales que conforman la comunidad de comunicación, siendo producto del consenso, Dussel recalcó que no es lo mismo validez que verdad; la fuerza argumentativa de la razón veritativa que da lugar al consenso es sólo una posibilidad, no algo establecido de una vez y para siempre (como sostienen el dogmático o el fundamentalista, que están convencidos de ser dueños de la verdad absoluta). Todo acto, incluido aquél con pretensión de bondad, es imperfecto, debido a que conlleva efectos negativos y siempre afectará a otro; por tanto, el ser ético reside en hacerse responsable de las consecuencias de una acción, y tratar de resarcir sus daños con un proceder coherente, jamás escudarse en posturas ideológicas o en justificaciones mesiánicas (matar en nombre de Dios); el mal no surge como oposición al bien, si no en negar la responsabilidad de una decisión. Por ello, todas nuestras acciones necesitan estar en el terreno de la incertidumbre. “Estar en la periferia -sentenció- es una condición de posibilidad de la universalidad”.

La inclusión del afectado, dijo Dussel, es dar muestras de un acto de generosidad, en el sentido de permitir que su voz se escuche en la comunidad de vida, de comunicación. Ello sentará las bases de una ética crítica, que ponga atención al rechazo o disensión del afectado respecto a los actos con pretensión de bondad; los discriminados también constituyen una comunidad, y la lucha porque sean reconocidos tiene que centrarse en convertir los efectos de su exclusión del sistema (negatividad) en la construcción de un proyecto de vida que les posibilite ser (positividad). Colocándose en la dimensión marginal, los tres principios universales de la ética de la vida muestran un cariz de negación.

De este modo, la ética crítica da paso a la ética de la liberación. Cada sistema tiene a su individuo negado, aquél que padece dolor, y el dolor es un grito de la vida, un aviso de que algo anda mal y debe ser corregido. Entonces, Dussel apeló sobre qué hacer ante tal panorama: “Debo criticar al sistema que no reproduce la vida, que excluye del consenso y que no es eficaz para la víctima, y por tanto, debo cumplir el consenso crítico de las víctimas contra el consenso dominador de la sociedad”.

Todo sistema es susceptible de ser transformado mediante una praxis de liberación que de-construya de manera positiva lo que produce la víctima; la construcción de lo nuevo es una factibilidad crítica. Pero, tras la instauración del nuevo orden, de nuevas instituciones, surgirá otra vez el excluido, y habrá que hacer lo posible por atenderlo, aunque las soluciones no sean perfectas.

Enrique Dussel, figura nodal de la filosofía de la liberación, ha publicado los libros Método para una filosofía de la liberación, Para una ética de la liberación y América Latina: dependencia y liberación.