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Año 12 • No. 530 • Agosto 19 de 2013 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Mario Cabrera y los pasos perfectos

Bailarín y zapateador jarocho con casi 70 años de trayectoria, es uno de los rostros más importantes de la cultura jarocha

 

De Mario Cabrera Salgado se dice que es inventor de 54 pasos diferentes de baile jarocho, y es verdad –Miguel Vélez Arceo los contó uno por uno–. Pero lo más importante, según el propio maestro, coreógrafo y bailarín nacido en 1933 en Boca del Río, es que cada uno de esos pasos es perfecto.

“Lo más importante es que cada paso sea vistoso para el espectador y que no sea cansado para el bailarín, si no, no sirve. Cada uno de esos 54 pasos es perfecto porque cumple ambos requisitos, durante todos estos años he dejado de lado muchos otros movimientos porque no tienen esas dos características”, aseguró.

 

Con casi 70 años de trayectoria en la danza folklórica y tradicional –casi 35 de ellos en la Universidad Veracruzana (UV)–, Mario Cabrera Salgado –siempre de la mano de su hermana y pareja de baile, Zita– es hoy uno de los rostros más representativos de la cultura popular jarocha y porteña.

Por ese motivo, recientemente la UV le rindió homenaje al otorgarle el Premio al Decano 2013 y con un espectáculo especial del Ballet Folklórico del Puerto de Veracruz de la UV, que él fundó en 1980 y que aún dirige.

La manera en que encontró la fórmula para sus pasos de baile fue –como casi todo lo trascendente– fortuita: luego de una larga noche de baile y fiesta, el entonces veinteañero bailador pasó una mañana por el zócalo de Veracruz rumbo a su casa –en el entonces lejano Boca del Río. “Un amigo –que después sería alcalde del puerto– tenía unos invitados y queriendo quedar bien me dijo que bailara para ellos. Trajo a unos músicos y entramos al patio del Palacio Municipal, puso unas sillas y me puse a bailar. A las tres canciones –sin haber dormido nada y ya con evidentes síntomas de la cruda– mis piernas se empezaron a entumir y no pude bailar más. Ahí fue la primera vez que pensé que los pasos de baile debían ser lo menos demandantes físicamente pero sin sacrificar su vistosidad”, explicó.

Además de ampliar el repertorio coreográfico del son jarocho, Cabrera Salgado también hizo importantes contribuciones a la imagen que hoy se tiene del jarocho: fue el primero en usar zapatos blancos.

“Por ahí de 1950, un cuñado mío, que también había sido bailador en la adolescencia, un día me dijo que él siempre había tenido la idea de que el jarocho usara zapatos blancos para bailar –tomando en cuenta que su pantalón y guayabera eran de ese color–, pero nunca nadie le hizo caso y me convenció de que yo lo hiciera. Entonces mandé a hacer unos zapatos –no tan estilizados como los que se usan ahora, pero totalmente blancos– y los empecé a usar. Con esos zapatos fui a bailar una vez a un evento en el que estaba el grupo Los Costeños –que fundara Andrés Huesca, para entonces fallecido– y les gustó mucho ese detalle, ellos empezaron a usar zapatos de ese color y después todo mundo los adoptó.”

También fue el primero en cambiar el sombrero de palma huapanapa por el de jipi (palma jipajapa, originaria de Campeche, que es más resistente, flexible e incluso lavable) y por sustituir el tradicional paliacate de algodón por uno de seda, más largo.

A partir de su primera gira profesional a los 11 años –en 1944–, Cabrera Salgado ha acumulado miles de presentaciones en Veracruz, México y una larga lista de países, pero nunca ha considerado dejar el que ha sido su único lugar de residencia, Boca del Río. “Muchas personas me han invitado a irme a la Ciudad de México o a Estados Unidos, pero nunca lo he considerado siquiera. Una vez Lino Chávez –arpista, fundador del legendario Conjunto Medellín y otra de las grandes figuras de la cultura popular veracruzana– me dijo: ‘Vente a México y acá vamos a hacer un montón de dinero’, y ni así me fui”, cuenta.

Nacido en una familia de bailadores y músicos, Mario Cabrera bailaba desde antes de tener uso de razón, pues bailar siempre fue una cosa natural. “Mis papás y mis tíos siempre estaban en los fandangos y amanecían bailando, en ese ambiente me crié. ”Ya creciendo, yo bailaba porque me gustaba, pero no tenía conciencia de que eso era una cultura o que tenía algún tipo de valor estético o cultural o que se podía vivir de eso. Cuando tenía como 17 años fue que aprendí lo que significaba para la identidad y la cultura jarocha lo que yo hacía de manera natural, porque así me enseñaron.” El baile era, además, una manera de sobresalir: “Bailaba porque no me gustaba ser menos que nadie, porque quería ser mejor que todos los demás que también bailaban –característica que años después llevaría a Alberto de la Rosa a escribir y dedicarle la canción Jaquetón– y así empecé a inventar pasos, porque los que había y con los que todo mundo bailaba me parecían insuficientes. Así que me puse a buscar… y el que busca, encuentra, dice el refrán”.

Integrado a la UV en 1979, a iniciativa del entonces rector Roberto Bravo Garzón, Cabrera Salgado trabajó todo ese año con Miguel Vélez Arceo en el Ballet Folklórico de la UV, en Xalapa, y para el año siguiente el propio Rector y Fernando Vilchis le encomendaron la fundación de un ballet folklórico universitario en el puerto.

“Durante enero y febrero de 1980 me puse a buscar bailarines y Alberto de la Rosa me ayudó buscando músicos, así formamos el Ballet Folklórico del Puerto de Veracruz de la UV y el grupo Nematatlín. En marzo empezamos a ensayar y el 22 de agosto de ese año dimos la primera función en el teatro Felipe Carrillo Puerto (hoy Francisco Javier Clavijero) con un programa titulado Por la costa del Golfo, que abarcaba bailes de Yucatán, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz”, rememora.

En activo como maestro, Mario Cabrera sostiene que es sumamente importante la ejecución correcta de los pasos de los bailes jarochos. “Hoy todo mundo baila, qué bueno, pero es necesario que se aprenda bien, porque si los bailarines hacen mal los pasos, luego se vuelven maestros y enseñan esos pasos mal y con los años se pierden o se vuelven otra cosa. La técnica es muy importante para poder ponerle luego sentimiento, que es lo más importante”.

Ante los reconocimientos que se le han hecho dentro de la UV y en su natal Boca del Río, Mario Cabrera sólo encoge los hombros y asegura: “Yo soy el mismo de siempre, estoy haciendo lo que siento que debo hacer. Soy un bailador y en esto seguiré. No pasa nada”.

Rostro de la cultura porteña Durante el homenaje que el Ballet Folklórico del Puerto de Veracruz le rindiera a Mario Cabrera Salgado, la directora general del Área Académica de Artes de la UV, Guadalupe Barrientos López, aseguró que además de académico y bailador, es uno de los principales rostros de la cultura porteña de Veracruz. “Gracias a Mario Cabrera –y a su hermana Zita– la danza jarocha se ha constituido en una de las más importantes manifestaciones de la cultura veracruzana.

Este homenaje es también para todos los bailarines que han mantenido viva esta tradición, siempre teniendo como ejemplo al maestro Mario Cabrera”, dijo.

La funcionaria universitaria sostuvo que es gracias a la convicción de los hermanos Cabrera Salgado que la UV puede seguir aportando su esfuerzo para la preservación, conservación y desarrollo de la cultura popular jarocha. “Como universitarios y como veracruzanos debemos sentirnos orgullosos de la labor que ha realizado a lo largo de tantos años el gran maestro, el gran artista y el gran hombre que es Mario Cabrera Salgado.”

El maestro Cabrera creó el Ballet Folklórico del Puerto de Veracruz