Dirección de Comunicación
Universitaria
Departamento de Prensa
Año 13 • No. 544 • Noviembre 25 de 2013 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Grecia Olvera Palma

Realizaron estancias académicas en Francia, Alemania e Inglaterra

UV abre puertas a otras culturas: estudiantes

Alumnos de Ingeniería Química y Ambiental compartieron algunos de los retos que superaron, así como anécdotas y las metas que hoy tienen trazadas

"Me enfrenté a situaciones distintas que, una vez resueltas, me hicieron crecer como persona”: Valentín Vassilev

"La experiencia vale la pena, porque aprendes muchísimo en lo académico y en lo personal”: Violeta Hernández

Karina de la Paz Reyes

Cinco estudiantes del Área Académica Técnica de la Universidad Veracruzana (UV) realizaron estancias académicas a nivel internacional; tres viajaron a Francia, uno a Alemania y otra más a Inglaterra. Allá vivieron experiencias que cambiaron sus vidas, como la oportunidad de realizar un posgrado en Brasil, descubrir la fascinación por la investigación científica, crear lazos de amistad con personas de otras partes del mundo y aprender a vivir en sociedades totalmente ajenas a la nuestra.

La excelente trayectoria académica y conocimiento del idioma francés, entre otros atributos, permitió que Juan Carlos Galán Robles, Mónica Basilio Hazas y Grecia Olvera Palma realizaran una movilidad de junio de 2012 a julio de 2013 en el Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas (INSA) de Lyon, Francia.

La beca fue otorgada por el programa México-Francia-Ingenieros-Tecnología (Mexfitec), que dentro de la UV coordina el científico Eric Houbron.

Previo a iniciar clases en INSA, cada uno realizó una estancia de mes y medio con una familia francesa, lo que les permitió adentrarse con el auténtico ambiente francés.

“Me encontré con la investigación”
Juan Carlos, oriundo de Córdoba y con 22 años de edad, siempre renegó de la investigación; sin embargo, durante su estancia en el INSA de Lyon descubrió lo fascinante que es y su vocación por ella.

Desde pequeño se interesó por las ciencias exactas, y cuando se incorporó a Ingeniería Química, en el campus Xalapa, su meta fue desenvolverse en el área industrial. “En la investigación jamás, no me veía en un laboratorio”, recalcó.

En INSA Juan Carlos cursó todas las materias que le fue posible relacionadas con el tema del medio ambiente, lo que le permitió estar en contacto directo con la cultura del reciclaje, el tratamiento de desechos sólidos, las energías renovables, entre otros recursos alternativos, y confirmar que en esta área se quiere especializar, una vez concluida su licenciatura.

Además está convencido que la experiencia adquirida en Francia le será de mucha utilidad en México, donde aún es incipiente la cultura del cuidado del medio ambiente.

En INSA tuvo la oportunidad de participar en el proyecto “Tratamiento de biogás para la valorización energética a través de la producción de electricidad”, cuyas actividades fueron las que le despertaron el gusto por la investigación.

“Quedé muy sorprendido al descubrir que me fascinó la investigación. Hacer pruebas, estar en el laboratorio y experimentar me gustó mucho. Además me interesaba el tema, entonces le ponía muchísimo más empeño. Ahora muy seguro puedo decir que lo mío es la investigación y me veo en un futuro haciendo una maestría y un doctorado en ciencias ambientales.”

Entre las cosas que captaron su interés fue el alto nivel cultural de aquella sociedad, a manera de ejemplo comentó su sorpresa ante la habilidad musical de sus compañeros de estudio.

“En Francia un estudiante de ingeniería toca como si fuera un estudiante de artes”, expresó maravillado.

Juan Carlos cumplió todas sus expectativas y obtuvo más aún: el brío de buscar una beca del gobierno francés llamada Eiffel para realizar allá su posgrado.

Durante la entrevista hizo hincapié en la importancia de que los alumnos participen en una movilidad internacional, especialmente del programa Mexfitec, “una beca de oro”. Sobre todo hizo un exhorto especial a los estudiantes del campus Córdoba-Orizaba: “Aprovechen. Sí se puede, tienen muy buenos maestros en Ingeniería, así como del idioma francés”.

“Aprendí que puedo ser mejor”
Mónica, de 22 años de edad y oriunda de Xalapa, también estudia Ingeniería Química en el campus Xalapa, y previamente realizó una movilidad a Estados Unidos.

“No hay que tener miedo a una experiencia en el extranjero, porque son muy enriquecedoras y nos forman no sólo en el ámbito académico, sino como personas.”

En Europa vivió el verano más caluroso de su vida, pero también el invierno más frío. Disfrutó el cambio de hojas verdes a amarillas, luego a cafés para abandonar el tronco que en varias ocasiones se cubrió de nieve, después de flores, para nuevamente ser vestido de hojas tiernas.

Para Mónica fue una experiencia muy completa, hubo un aprendizaje académico, pero también un fuerte acercamiento a la cultura francesa, en un contexto realmente internacional.

Relató que su compañera de habitación era alemana, por lo cual se relacionó con la comunidad estudiantil germana. Además, entabló amistad con personas de otros países como Finlandia y Singapur.

“A diferencia de Estados Unidos donde todos hablan inglés, en Francia llegamos a tener reuniones en las que un grupo platicaba en alemán, otro en español, entre otros idiomas, y todos teníamos en común el francés; sin embargo, de pronto nos llegábamos a entender.”


Mónica Basilio

Juan Carlos Galán

Valentín Vassilev

Violeta Hernández

Al igual que Juan Carlos, Mónica trató de cursar todas las materias posibles vinculadas con la ingeniería ambiental, con la ventaja de que lo analizado en clase era parte de sus vivencias diarias.

“Nosotros veíamos el reciclaje y separación de basura, y en las residencias universitarias, y en general en la calle, estaban los diferentes cestos donde se tiene que clasificar la basura, los desechos que yo generaba sabía qué destino tenían.”

Por ejemplo, las cenizas de la basura que era quemada estaban en proyecto de investigación para convertirlas en cemento, y con éste dar mantenimiento a las calles de la ciudad. “No se quedaba sólo en el conocimiento teórico, sino que lo veíamos en forma práctica”.

Mónica también se incorporó a un proyecto de investigación sobre combustión, lo que le fortaleció su formación científica.

Con el antecedente de haber cursado una materia optativa de Improvisación Teatral (a través del Modelo Educativo Integral y Flexible) y jugar con el equipo de handball de la UV, allá se incorporó a actividades similares.

El teatro y el deporte fortalecieron sus relaciones extra-aulas, por ejemplo, durante las clases teatrales tenía que improvisar extensos diálogos en francés, así como realizar múltiples actividades con el grupo; en tanto, sus compañeras de handball la enseñaron a esquiar y en reuniones preparaban comidas típicas de cada región de Francia y de México.

De las cosas que Mónica más disfrutó en Francia fue el alto nivel cultural de la sociedad estudiantil y en general (en materia de idiomas, literatura, teatro, música, entre otros), así como sus medios de transporte al ser eficientes, económicos y con rutas entendibles; sin contar la maravilla de desplazarse en bicicleta de una manera totalmente segura, por las ciclopistas que hay.

“Demostré que soy competente”
Grecia, de 26 años y oriunda de Cancún, Quintana Roo, estudia Ingeniería Ambiental en el campus Xalapa, y previo a irse a Francia ya había realizado movilidad estudiantil, vía la UV, a Australia y China.

Al igual que Juan Carlos y Mónica, Grecia se incorporó a un proyecto de investigación, lo que le permitió trabajar en el laboratorio del INSA y de instituciones privadas.

Compartió que al principio se sintió intimidada por una compañera de laboratorio de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil, que realizaba en el INSA una estancia como parte de su doctorado.

“Me esforcé y poco a poco hacía las cosas un poquito mejor y al final ella me tuvo confianza. Eso fue lo mejor porque es de esas personas que te ven y al principio te ignoran.”

Los lazos de compañerismo académico que tejieron ambas fueron tan fuertes, que la estudiante de doctorado le planteó a Grecia continuar sus estudios de posgrado (Maestría en Ingeniería Ambiental) en la universidad brasileña.

Incluso la contactó con uno de los científicos de aquella institución, y éste ya la aceptó en su equipo de investigación. Aunque nada se ha concretado, Grecia está en el proceso de aprender portugués en el Centro de Idiomas y de conseguir una beca.

Su estancia en Francia también le redituó otros frutos, aprendió que así como la sociedad mexicana no puede cocinar sin comal, la francesa no lo puede hacer sin horno: “Mi compañera de cuarto era francesa y tenía su horno. Ahí hacía galletas y de todo tipo de comida”.

Comentó que en general la sociedad francesa es un poco fría, “pero es cuestión de que se acostumbren a ti, y te das cuenta de que no es que les caigas mal, sino que es su forma de ser.

”Lo bonito de ser estudiante en Francia es que puedes entrar a todos los museos gratis. En algún momento nos escapamos a París y entramos gratis hasta Louvre, te puedes empapar de cultura de una manera impresionante sin gastar un centavo.”

Para Grecia, lo más importante de su estancia es entender y aplicar a cabalidad el concepto de reutilizar; en Francia está intensa la actividad científica y de investigación con el propósito de que la basura sea fuente de energía (para calefacción, el vehículo, los electrodomésticos, entre otros).

“Esta idea europea de utilizar lo que ya está creado y no tomar de los recursos naturales es algo que nos marcó mucho.”

El sistema educativo francés califica del cero al 20 y en los pasillos del INSA se escucha decir que “el 20 es de Dios y el 19 del profesor”, es decir, que las máximas calificaciones es “casi imposible obtenerlas”, sin embargo los tres estudiantes de la UV lograron un promedio dentro del rango de cualquier ciudadano francés.

Los tres universitarios agradecieron el apoyo de la UV, a través de Mario Oliva Suárez de la Dirección General de Relaciones Internacionales, para que esta movilidad estudiantil fuera posible.

“Aprendí a enfrentarme a un mundo distinto”
Valentín Vassilev Galindo, de 21 años de edad y oriundo del Distrito Federal, es estudiante de Ingeniería Química en el campus Xalapa y realizó una estancia de un semestre (de febrero a agosto de 2013) en FH Aachen-Universidad de
Ciencias Aplicadas, Alemania.

Allá corroboró que las diferencias académicas no son tan marcadas como se piensa. Tuvo maestros muy buenos, que se esmeraban por dar su clase, y otros que únicamente cumplían con su trabajo.

Sus compañeros eran mayoritariamente chinos, lo cual lo inhibió en un primer momento, pero en el transcurso de los días confirmó que eran iguales a los de la UV, “había los que se sentaban hasta atrás a platicar, otros que se ponían a jugar con la tablet o el celular, y los que estaban poniendo atención, pero no noté nada extraordinario en ellos”.


Gracias a la movilidad, los jóvenes pudieron crear lazos de amistad y aprendieron a vivir en sociedades distintas 

Valentín calificó la experiencia como “especial”, porque lo enfrentó a situaciones muy distintas y ajenas a las habituales, que una vez resueltas lo hicieron crecer como persona.

Uno de los momentos que más lo marcó fue el verse en un lugar totalmente desconocido y sentirse solo, cuando él siempre ha vivido con su familia.

Una dificultad más fueron los idiomas: el inglés en las clases y el alemán en la vida cotidiana.

“Poco a poco vi mis avances. Hasta el momento no hablo de manera perfecta el alemán, y una conversación con un alemán me cuesta mucho trabajo, pero sí avancé, por eso veo esta experiencia colmada de frutos.”

Uno de los hábitos que Valentín adoptó en Alemania es la puntualidad: “En esa sociedad es parte de los valores de las personas. En una cita, para ellos es un insulto que llegues dos minutos tarde”.

También valoró la comida mexicana y alimentos como aguacate, plátano y limón que en México son muy usuales, y en Alemania los consideran exóticos.

“Tuve que acostumbrarme a comer lo que los alemanes: generalmente, papa y salchichas. Así como aquí hay distintas variedades de tacos, allá son variedades de salchichas.”

A diferencia de lo que se cree, de la Alemania nazi y Adolfo Hitler no se habla entre los jóvenes germanos, “son como reglas no escritas, en la calle (o los pasillos de la escuela) no se puede hablar de religión, política, ni de dinero”.

A manera de mensaje para la comunidad universitaria, expresó: “Aprendí a enfrentarme a un mundo distinto. Adquirí la capacidad de saltar fronteras y ya pienso en hacer una maestría o un doctorado en el extranjero. También tengo el deseo de imprimir esa hambre de buscar algo más en mis compañeros, que aprendan a hablar inglés, que se atrevan a enfrentarse a algo más allá de lo que vemos”.

“Confirmé que estoy enamorada de México”
Violeta Hernández Carmona, de 22 años, viajó a Inglaterra de septiembre de 2012 a junio de 2013, a través de la UV y el Programa de Apoyo a la Movilidad Universitaria en América del Norte, Europa y Australia de la Secretaría de Educación Pública.

La oriunda de Poza Rica tenía la intención de realizar investigación, pero sólo cursó materias teóricas, enfocadas
en medio ambiente: “Si vas a realizar investigación tienes que ir específicamente a eso, y no era mi caso”.

Compartió que le hubiera gustado resaltar un poco más académicamente. De haber sido clasificada como una estudiante excelente, la misma universidad le hubiera ofrecido quedarse un semestre.

“Yo lo sentí difícil, porque llegas de otro sistema educativo y debes acostumbrarte a estudiar en sus tiempos, que son bastante diferentes. A pesar de eso confirmé que el nivel de la UV es bastante bueno porque no sentí ninguna diferencia, no tuve problema para entender las clases, ni por el idioma, ni por el nivel de conocimiento.”

Violeta confirmó que la sociedad mexicana es muy cálida, a diferencia de la inglesa que es fría, por esa razón le costó socializar. En el aula era muy claro distinguir el grupo de ingleses y el de los extranjeros. “Esas cosas me enamoraron más de mi país, no lo cambiaría por nada”.

Aún con todos los obstáculos que enfrentó, Violeta está convencida de los grandes beneficios que tiene el hacer una movilidad estudiantil: “Vale la pena la experiencia porque aprendes muchísimo, no sólo en lo académico, sino en lo personal.

Te pruebas a ti mismo estando sola en otro país. Te abre la perspectiva a otras culturas, a ver que la vida no está sólo en México, y también te hace apreciar el país y enamorarte más de él”.