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Año 13 • No. 544 • Noviembre 25 de 2013 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

El encuentro se efectuó en la Facultad de Filosofía

Dado que tienen que velar su calidad

Discurso de abogados, periodistas y filósofos debe ser comprometido

Cualquier profesión tiene aportaciones al discurso público y una total responsabilidad académica: Luis Vega Reñón, investigador de la UNED

Colaboración de Eduardo Vázquez R.

Luis Vega Reñón, especialista en teoría de la argumentación y catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España, es reconocido por sus investigaciones en filosofía de la lógica, historia de la lógica y teoría de la argumentación.

Vega Reñón, autor de La fauna de las falacias, entre otros libros, estuvo en la Universidad Veracruzana (UV), donde participó en el XVI Encuentro Internacional de Didáctica de la Lógica 2013, efectuado del 11 al 15 de noviembre, en la Facultad de Filosofía.

Dada la oportunidad, se le cuestionó sobre aspectos importantes relacionados con su trabajo e investigación y su punto de vista sobre la actividad primordial tanto académica como social que debería tener el filósofo en la actualidad.

¿Cómo surgió en usted el interés por la teoría de la argumentación?
Mi formación inicial fue en lógica matemática, clásica, estándar. Tiempo después me di cuenta de cierta insatisfacción de alumnos, pues tenían dificultades para entender para qué sirve la lógica formal, los sistemas formales. Y la labor de formalización parecía cada vez más inclinada para el proceder matemático que para el filosófico.

La argumentación filosófica discurre en un lenguaje más o menos común y, por ese lado,
es una argumentación no demostrativa. Ésta fue una de las razones que me llevó a elegir la teoría de la argumentación.

¿Qué tan relevante es el implemento de la teoría de la argumentación en el nivel universitario?
Creo que es muy importante en el sentido de que cualquier especialidad universitaria debe tener habilidades discursivas y la argumentación juega un papel importante en ellas. Todas las pruebas son argumentativas, por ejemplo la matemática.

Cualquier profesión tiene aportaciones al discurso público, cualquier profesión tiene una total responsabilidad académica. Está más claro en el caso de abogados, periodistas, filósofos, dado que tienen que velar por la calidad del discurso público.

En el área de la teoría de la argumentación convergen cuestiones lógicas, epistemológicas, lingüísticas, psicológicas y hasta sociológicas. En este sentido, ¿cuál de ellas tiene más peso?
En la actualidad hay dos que tienen más peso. Está la lingüística por la vía de la pragmática; y por otra parte, se encuentra la lógica informal, que últimamente ha apoyado mucho a la teoría de la argumentación. Y, por último, hay otro aspecto que se ha empezado a desarrollar, es decir, el socio-institucional, que tiene que ver con el concepto de debate deliberativo o parlamentario.

Pero para que haya una buena argumentación sería importante que estuvieran estos aspectos.

En relación con el debate acerca de la elección entre lógica formal e informal, ¿cuál elige usted?
Depende de ciertos factores, pero sí creo que el mayor peso es el de la lógica informal. También depende del concepto de lógica formal y lógica informal que se maneje. Hay dos diferencias entre estos conceptos: la primera es que la lógica formal no es normativa, no da reglas de cómo argumentar, más bien determina si una argumentación es válida o no; pero el sujeto es libre de actuar según las reglas de validación. La lógica formal no entraría a calificar la corrección o incorrección de una argumentación.

La lógica informal no es sistemática, como la formal, pero sí tiene esa capacidad normativa de determinar qué argumentos son buenos y qué argumentos son malos, qué discurso parece ser más bueno pero no lo es. La diferencia es que la lógica formal trabaja con formas válidas: todos los argumentos que tengan esa forma serán válidos.

La lógica informal funciona con esquemas argumentativos y usos de esquemas argumentativos. Si un esquema es lógicamente válido eso no quiere decir que todos los usos de ese esquema sean correctos.

Hay una afirmación según la cual el filósofo no tiene nada que ver con lo social, ¿qué piensa al respecto?
Es totalmente falsa. La filosofía tiene básicamente dos responsabilidades. Una es su labor argumentativa, es decir, tiene que ocuparse del discurso público, la filosofía contribuye a este discurso, entonces éste se puede degradar o se puede mejorar.

La otra responsabilidad es que la filosofía, como cualquier especialidad epistémica, tiene una responsabilidad con el conocimiento público; es decir, determinar qué opiniones son significativas, aceptables o no aceptables. Entonces, en este sentido, el filósofo tiene una responsabilidad.

Cultivar la filosofía no por la filosofía tiene caso, ni siquiera los griegos lo hacían. Platón, Aristóteles, no lo hacían.

En relación con sus libros La trama de la demostración y Si de argumentar se trata, ¿cuáles fueron los objetivos de éstos?
Bueno, son proyectos distintos.

La trama de la demostración es de los años noventa, cuando todavía me dedicaba a la lógica formal. Intentaba hacer una historia de la lógica, meterme a más lectura de la lógica, hacer una historia de la idea de demostración, que tenía varias pautas, como la matemática y la geometría. La otra línea era la dialéctica y filosófica.

Si de argumentar se trata sería mi primer resultado en este campo. Un resultado de este libro fue poner el primer tratado en español que cubriera las partes básicas del discurso: lógica, dialéctica y retórica, y al final aplicarlo a una especie de argumento filosófico de Alfredo Deaño, quien en España realizó un papel muy grande, como el de Raúl Orayen aquí en México.

Entonces, la última parte del libro es aplicar la teoría de la argumentación a ese argumento filosófico. Sin embargo, este texto tenía una delimitación: no considerar el aspecto sofistico, cuestión en la que estoy trabajando.

¿Cuál es el objetivo de La Revista Iberoamericana de Argumentación?
Esta revista fue un intento de hacer una publicación de argumentación en español.

El objetivo es establecer una especie de diálogo entre especialistas.

Tiene, además, la ventaja de que es digital, posee una plataforma electrónica que nos permite ser más trascendentes. La segunda ventaja es que no tenemos problemas de espacio. Siendo digital puede tener artículos de 20 páginas o de más.

El comité está formado por personas de varias partes del mundo. Tenemos, por ejemplo, un comité asesor en el que están Carlos Pereda y Raymundo Morado, filósofos de la Universidad Autónoma
de México.

¿En qué consiste su nuevo libro La fauna de las falacias?
Desde mi punto de vista, el libro tiene dos partes. No es un catálogo de falacias, estoy en contra de los catálogos.

Creo que tiene una labor reflexiva. Pero está ignorando otras cuestiones, como la cuestión de cómo argumentar bien, por qué argumentar bien, etcétera.

La segunda parte es histórica, que está dividida en dos secciones. En la primera se habla de cómo se formó la lógica de las falacias, cómo se forman las falacias; la segunda sección son 10 textos, que tienen importancia porque son fundacionales.


El libro no es un catálogo: cumple una labor reflexiva

¿Qué opinión tiene del Encuentro Internacional de Didáctica de la Lógica 2013?
Realmente es un espacio estupendo. Siempre me ha parecido buena la labor de la Academia Mexicana de Lógica, que consiste en formar a maestros. Los encuentros son buenos, pero en especial éste, sobre todo porque se hace en Xalapa, ciudad con gente que está estudiando esto y es más fácil la realización.