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Año 13 • No. 548 • Enero 20 de 2014 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Los Reyes de Coyopolan

El Voluntariado de la UV entregó los juguetes que se obtuvieron en la campaña "Apadrina una carta de un niño de nuestras comunidades"

"Me gustó mucho mi laptop, la quiero para hacer cuentas. Me gustan mucho los números y cuando sea grande quiero estudiar eso": Jesús Alberto Valdivia

Karina de la Paz Reyes
Fotos: César Pisil

Cuando los Reyes Magos llegaron a Belén para visitar al niño Jesús y entregarle oro, incienso y mirra como presentes, se encontraron con un humilde pesebre en el que a pesar del frío invierno imperaba un ambiente cálido.

Continuando con esta tradición, integrantes del Voluntariado de la Universidad Veracruzana (UV) y de la Orquesta Universitaria de Música Popular (OUMP) llegaron el miércoles 15 de enero a Coyopolan, municipio de Ixhuacán de los Reyes, Veracruz, para entregar a las niñas y los niños del lugar obsequios de parte de la comunidad universitaria.

En esta ocasión no se trató de un pesebre, sino de una galera en la que acostumbran hacer las fiestas de la comunidad. Al fondo de la misma, cortinas y lonas prestadas por algunas familias hicieron la suerte de escenario, y una delgada tela azul disimuló un gallinero comunitario.

Entre los adornos con globos y las tiras de papeles de colores, destacaba un letrero que decía "Bienvenido Voluntariado de la Universidad Veracruzana".

Los Reyes Magos llegaron a Coyopolan y para recibirlos las niñas y niños vistieron sus mejores abrigos. Los regalos que recibirían fueron donados por integrantes de la comunidad universitaria que participó en la campaña "Apadrina una carta de un niño de nuestras comunidades", que lanzó el Voluntariado de la UV en diciembre pasado y que se destinó a la población de preescolar y primaria de Coyopolan.


La fiesta fue amenizada por la Orquesta Universitaria de Música Popular
De acuerdo con la titular del Voluntariado UV, Elia María Beltrán Coronel, la cruzada fue un éxito.

Una de las niñas, María Candelaria Lara Flores (la penúltima de siete hijos de familia), de cinco años de edad, en su carta a los Reyes Magos pidió un par de botas y otro de tenis, una bicicleta, así como distintos juguetes. Desde que hizo el encargo anheló que llegara el momento de recibir alguno de estos regalos.

Mientras miraba deseosa el cargamento de juguetes que transportaban camionetas de la institución, compartió que le gusta mucho ir a la escuela (preescolar) porque ahí puede "juegar, pintar muñecos amarillos y flores de colores".

De acuerdo con la titular del Voluntariado UV, Elia María Beltrán Coronel, la cruzada fue un éxito.

Una de las niñas, María Candelaria Lara Flores (la penúltima de siete hijos de familia), de cinco años de edad, en su carta a los Reyes Magos pidió un par de botas y otro de tenis, una bicicleta, así como distintos juguetes. Desde que hizo el encargo anheló que llegara el momento de recibir alguno de estos regalos.

Mientras miraba deseosa el cargamento de juguetes que transportaban camionetas de la institución, compartió que le gusta mucho ir a la escuela (preescolar) porque ahí puede "juegar, pintar muñecos amarillos y flores de colores".

Su madre, Guillermina Flores Matla, de 36 años de edad, expresó sentirse contenta, como sus hijos.

"Nomás les dijeron (a Candelaria y su hermano Cristian, los más pequeños de la familia y dos niñas más que tiene en la primaria) que les iban a traer juguetes, se la pasaron contentos esperándolos. 'Nosotros ya queremos los juguetes', repetían."

Coyopolan está situado a mil 560 metros sobre el nivel del mar, en el municipio de Ixhuacán de los Reyes. Tiene alrededor de 354 habitantes, de los cuales 164 son mujeres y 190 hombres, así como aproximadamente 80 viviendas (según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2010), todas ellas de baja altura, pequeñas, algunas con paredes de block, pero la gran mayoría de tablones y con techos de lámina.

"Nosotros aquí a los niños les vamos comprando lo que se puede, pero no juguetes como éstos que vemos. A nosotros apenas y nos va alcanzando para comer y vestirlos, lo demás es muy caro", expresó Guillermina.

En Coyopolan las familias se dedican al cultivo de la tierra: siembran frijol y maíz, "pero a veces no se da".

Su dieta es a base de frijoles, tortillas, salsa de huevo y queso que ellos mismos elaboran. A veces hay para una sopa o un arroz y "muy de vez en cuando un pedazo de carne".

Los niños y niñas estaban ansiosos porque la fiesta iniciara, pero faltaba la gran sorpresa del día, la OUMP de la UV, que por primera vez se presentaría en Coyopolan.

Es tal la dificultad para llegar a esta comunidad que el autobús donde trasladaban a los músicos tuvo complicaciones y éstos estuvieron a punto de llegar caminando, de ahí su retraso para la presentación.

La orquesta interpretó piezas de Cri-Cri; los pequeños cantaron y aplaudieron

El doctorado Honoris Causa de la UV y director de la OUMP, Mateo Oliva Oliva, enseguida de su arribo a Coyopolan comentó que es en estos escenarios donde la Universidad comparte el aspecto humanitario que la caracteriza.

"Hace tanta falta que asistamos a estos lugares con más frecuencia, porque estos niños no conocen una orquesta, un violín, un oboe, un corno y hoy van a tener la oportunidad de conocerlos. Esto para mí es un premio muy grande. No es lo mismo ir a actuar a una gran sala, que venir aquí. Aquí está la naturaleza, la humanidad, lo mejor, sin menospreciar a nadie. Ojalá todos los grupos artísticos de la Universidad pensaran en venir a este tipo de lugares", dijo minutos antes de iniciar el concierto.

Sentados en sus bancos escolares, los pequeños se dispusieron a escuchar a la OUMP. Mateo Oliva les mostró cada uno de los instrumentos que integran la orquesta y cómo suenan. La interacción fue más allá y los músicos bajaron del escenario para convivir con ellos de manera más cercana.

Enseguida la orquesta los deleitó con un homenaje a Cri-Cri que los pequeños cantaron y aplaudieron sonrientes.
Además interpretaron La pantera rosa, La culebra, incluso una quebradita que puso a bailar a la comunidad presente.

"Otra, otra, otra", gritaban los niños. Por instantes olvidaron la inquietud que desde diciembre pasado experimentaban, ante la espera de un regalo.

Pero el momento llegó. Una a una de las criaturas empezaron a ser nombradas para que pasaran por su paquete de juguetes (los cuales habían pedido en su carta a los Reyes Magos).

Algunos regresaron a su asiento, otro más se fueron a un costado de la galera, el propósito era el mismo: descubrir qué cosas les habían llegado.

En minutos la galera y la calle se convirtieron en pista de carreras para carritos, bicicletas, triciclos… no faltó la lágrima de alguna mamá, contenta de ver que su hijo poseía un juguete que ella jamás le hubiera podido comprar.

De todos los juguetes que Jesús Alberto Valdivia Valdivia (pequeño de sietes años de edad y estudiante del segundo grado de primaria) pidió, lo que más deseaba era una computadora didáctica (de juguete). Fue tal su sorpresa, que sólo le gritaba a su papá "Mira papá, si viene la laptop, mírala, mírala".

"Me siento feliz. Me gustó mucho mi laptop, la quiero para hacer cuentas. Me gustan mucho los números y cuando sea grande quiero estudiar eso", dijo sonriente luego de unos minutos de haber contemplado el juguete.

Rosa Aurora Galván Gutiérrez, directora de la Escuela Primaria Multigrado "José María Morelos y Pavón" de la comunidad, recordó los conocimientos que han adquirido los niños de Coyopolan a través de la UV: clases de música, canto y el uso de las computadoras.

"Hemos tenido muy buenos beneficios de la UV, no en cuanto a regalos, sino al aprendizaje", subrayó la profesora.

Añadió su reconocimiento por el hecho de que la comunidad universitaria haya enviado los regalos de Día de Reyes a los niños y niñas de Coyopolan: "Estos niños nunca reciben un regalo de sus padres. Ellos se conforman con muy poco y ahora con todo lo que les dieron van a estar felices, y por eso nosotras (las maestras del preescolar y la primaria) también nos sentimos felices".

Una vez repartidos los paquetes a los 36 niños de primaria y los 24 de preescolar, los más pequeñitos de Coyopolan (los que todavía no van a la escuela) también fueron agasajados con juguetes.

"Estoy muy agradecida con toda la comunidad universitaria, con los funcionarios, con la rectora Sara Ladrón de Guevara, porque sin la ayuda de todos ustedes no podríamos lograr esto", expresó la Presidenta del Voluntariado UV.
La fiesta llegó a su fin con el rompimiento de dos piñatas y el banquete culinario: frijoles, arroz, pico de gallo, carnitas y chicharrones.