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Año 13 • 554 • Marzo 10 de 2014 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Para preservar el patrimonio cultural

Arqueólogos deben acercarse a la sociedad: Manuel Gándara

"Queremos que las personas se apropien del patrimonio para construir una sociedad más equitativa”

La estrategia de comunicación en los sitios arqueológicos debe mejorar

Cuando el público entienda el valor del patrimonio, lo defenderá

Manuel Gándara Vázquez es doctor en Diseño y Nuevas Tecnologías por la Universidad Autónoma Metropolitana; maestro en Ciencias Antropológicas por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, de la cual fue director de 1985 a 1989. Asimismo fue director del Centro de Tecnología y Medios Educativos de la SEP. En 2007 recibió el Distinguished Visiting Professor Award, de la Universidad de Nueva Inglaterra en Australia. Actualmente es profesor del posgrado en Museología en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH.

David Sandoval

México cuenta con un importante patrimonio cultural, desafortunadamente las estrategias con las que se presenta al público no generan interés suficiente para lograr su involucramiento, por ello Manuel Gándara Vázquez, académico de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), impulsa de la mano de académicos de universidades estatales y colegas especialistas un proyecto que tiene como finalidad generar en los públicos que visitan las zonas arqueológicas un interés por el patrimonio, su conservación y su difusión.

Gándara Vázquez acudió a finales de enero a la maestría que se imparte en la Facultad de Antropología para apoyar la formación de los estudiantes e invitarlos a formar parte de su investigación, que incluye a docentes de la Facultad, responsables de la zona arqueológica El Tajín y habitantes de localidades aledañas.

En entrevista con Universo, el especialista conversó acerca del enfoque que impulsan para la divulgación y conservación del patrimonio.

¿Cuál es el motivo de su presencia en la Facultad de Antropología?
Vine por una invitación que me hizo Sergio Vásquez, director de la Facultad, para apoyar con un curso de epistemología y metodología para la Maestría en Antropología, tuvimos algunas sesiones virtuales y otras presenciales; en segundo lugar, ideamos un pequeño taller sobre una estrategia de comunicación que llamamos divulgación significativa, destacando los aspectos de corte práctico.

¿Qué es la divulgación significativa?
Es una estrategia derivada, a su vez, de otra desarrollada en los parques nacionales de Estados Unidos que se adoptó en muchos países, ésta se llama interpretación temática, interpretación ambiental o patrimonial; es una forma de educación informal que ocurre en contextos particulares.

En México introdujimos esta idea en los años noventa y le hemos dado un cariz, digamos, más mexicano, incorporando elementos para interpretar el patrimonio cultural, utilizando la antropología y la historia para crear un
enfoque antropológico.

Su objetivo es que la gente entienda los valores del patrimonio, sin aburrirla, porque en muchos museos lo que decimos es “rojo sobre negro, negro sobre rojo, borde vertido, clásico tardío o costa oriental de Quintana Roo”, eso ni a quien le interese, y lo vemos cédula tras cédula, cuando lo que deberíamos de hacer es convocar al público.

La razón de esta estrategia surgió cuando nos dimos cuenta que los arqueólogos no podemos preservar el patrimonio arqueológico solos.

En mi cálculo, hay un millón 200 mil sitios arqueológicos de todo tipo, incluyendo los coloniales, industriales o bajo el agua; oficialmente hay 250 mil reconocidos en el catálogo y somos mil 200 arqueólogos en todo el país; por otro lado, recibimos 18 millones de visitantes en los sitios patrimoniales.

La idea es que con un cambio en la estrategia de comunicación, centrándonos en el visitante y lo que necesita, si logramos convencer al menos al cero punto uno por ciento de esas personas a que nos ayude a conservar el patrimonio, tendríamos 18 mil aliados cada año.

Entonces la próxima vez que alguien quiera construir un Walmart en Teotihuacán no sólo seremos los arqueólogos quienes digamos no; cuando se quiera llenar de agujeros la Pirámide del Sol para poner luz y sonido no vamos a ser los únicos en oponerse; cuando vayan a tirar una casa preciosa del siglo XVIII en Xalapa no seremos los únicos porque el público habrá entendido su patrimonio y lo defenderá.

¿Por qué la sociedad no se involucra en la preservación de sitios patrimoniales?
Para dar un ejemplo, nos llamó mucho la atención el resultado de un estudio de público que se hizo para el Museo del Mundo Maya en Mérida, que coordinó José Enrique Ortiz Lanz, actual coordinador nacional de Museos y Exposiciones del INAH. Se hicieron grupos de estudio con comunidades indígenas dentro de Mérida y fue interesante enterarnos que muchos indígenas no se consideran así, sino mestizos; hablan maya pero no son quienes hicieron las pirámides, “esos son los mayas del INAH”, así contestaron.

Esto significa una ruptura terrible entre sus descendientes, que son ellos, pero se ha creado esta distancia porque hemos hecho un esfuerzo por presentar una cosa monumental, vanagloriando el pasado y la unidad nacional. Esta manera de presentarlo es muy aburrida.

La respuesta impactó mucho en el diseño del Museo de Mérida, donde se mostró esta nueva manera de ver las cosas en la que el público interesa, porque antes de poner una pieza en el museo se deben diagnosticar estas expresiones.

Las personas no alcanzan a ver la relevancia que tiene el patrimonio histórico o cultural porque no lo hemos dicho, y hay veces que cuando lo sabe o lo siente porque está ahí cerca le decimos: espera, esto es del INAH, es patrimonio nacional y ahí está la gran barrera, cuando muchas comunidades con personas entusiastas tratan de rescatar las esculturas, las guardan, las ponen en las escuelas, las custodian. Creo que es el momento de darnos cuenta de que si no cambiamos la estrategia en que nos comunicamos, no vamos a lograr efectos positivos y lo que requieren es orientación para ayudarnos.

Están desplazando la idea de una historia de bronce, de héroes y villanos…

La historia es ahora una cosa mucho más cercana a lo que realmente fue y entonces nuestra tarea es ayudar a que esto pase. Hay un proyecto que estamos haciendo en mi lugar de trabajo en el posgrado en museología desde el año pasado. Ahora estamos cambiando la manera en que comunicamos estas cosas y se ve muy claramente en las nuevas iniciativas de la Dirección de Operación de Sitios del INAH, que es la encargada de poner las cédulas y los letreros en los sitios. Se ha hecho un trabajo muy bueno a partir de los noventa y a la fecha en algunos lugares la colocación de cédulas se ha realizado con el enfoque que comenté.

Pensamos en evaluar si mediante un enfoque de comunicación diferente las personas aprecian las cosas de forma diferente. Para esto requerimos estudiar a los visitantes y en octubre pasado fuimos a la zona arqueológica de Paquimé, en Chihuahua, para ver si había algún impacto. Los resultados no están terminados pero parece que sí hubo un cambio, la actitud del público es otra, observan más tiempo las cédulas.

Entonces pensamos que sería bueno generalizar dicha metodología para lograr, mediante una combinación entre una universidad local, la delegación del INAH, la gente de la zona arqueológica que queremos apoyar y la ENCRyM, construir una metodología que se pueda aplicar en varias regiones del país para tener datos comparables.

Veracruz era un candidato natural: uno, porque Sergio Vásquez tiene clara la importancia de estos problemas; dos, porque la responsable de la zona arqueológica de El Tajín, Patricia Castillo, nos invitó a dar un taller sobre esta forma distinta de comunicar; tres, porque Nahúm Noguera, nuevo delegado del INAH en Veracruz, fue titular de la Dirección de Operación de Sitios y conoce perfectamente la tarea. Pensamos que el siguiente paso sería ir con la Universidad Veracruzana a El Tajín, con apoyo de la delegación del INAH. Acudimos a El Tajín durante la primera semana de marzo a estudiar al público, la manera en que la información se comunica y cómo funciona la nueva estrategia.

Nuestra siguiente parada será en Mérida, con la Universidad Autónoma de Yucatán, en Uxmal. Utilizaremos el mismo formato: capacitar al talento local, es decir, crear una experiencia con la intención de que las universidades apoyen el trabajo en los sitios. Si pudiéramos hacer esto cada año, podríamos hacer un estudio longitudinal y a medida que mejoremos la metodología y ubiquemos los elementos auténticamente comunes, tendremos una metodología aplicable al país.

La investigación se ha logrado gracias a los recursos financieros que otorgó el INAH, al igual que el Programa de Mejoramiento de Profesorado (Promep) de la SEP, que decidió extender la asignación de recursos para un año más.

¿Cómo incide la participación en la formación de los estudiantes de posgrado?
Primero se realizó un taller para que comprendieran la teoría, en particular los estudios de público. Durante tres días se capacitó a los participantes sobre los instrumentos que se aplicaron en Paquimé.

Después acudimos con los maestros y alumnos a aplicar los instrumentos y aprender sobre la estrategia y la metodología con la intención de mostrar que hay otros campos de trabajo para los arqueólogos y antropólogos profesionales; no se requiere hacer arqueología privada sino que podemos trabajar en cuestiones como divulgación del patrimonio. Espero que las habilidades adquiridas les sirvan para hacer estudios públicos y saber qué están recibiendo y lo que nos puede aportar.

Aunque algunas veces la hacemos de arqueólogos, otras la hacemos de público. Cuando nos toca a nosotros se nos olvida el público, nos quedamos en la academia y decimos que la vasija tiene borde invertido, ¿a quién le interesa? Salvo que sea sumamente relevante, pero entonces explícame el porqué.

Queremos que las personas se apropien del patrimonio para construir una sociedad más equitativa y una noción de ciudadanía ligada con el patrimonio histórico.