Estanque del “Dragón Negro”,
en la provincia de Yunnan |
Egresada de Lengua Francesa
Los idiomas me abrieron muchas
puertas: Violeta Nadurille
Habla inglés, alemán, francés, chino y español
Realizó una estancia de dos años en China para perfeccionar el idioma
Paola Cortés Pérez |
"Hablar varios idiomas me ha abierto muchas puertas, porque me ha ayudado a conocer y a comunicarme con cualquier persona al tener la capacidad de asimilar fácilmente las lenguas. Quiero seguir aprendiendo más idiomas, quiero conocer más”, expresó Violeta Laura Nadurille Hillmann, egresada de la Licenciatura en Lengua Francesa de la Universidad Veracruzana.
Violeta domina cinco idiomas (inglés, alemán, francés, chino y español) y un dialecto (suizo-alemán), ha sido intérprete de las delegaciones de las universidades chinas que han visitado esta casa de estudios, lo que le permitió tener una de las más interesantes experiencias en su vida: vivir dos años en China.
Es oriunda de un pueblo cercano a la costa de Oaxaca, donde sus padres tienen un restaurante y cabañas. Narró que desde pequeña es bilingüe, ya que su madre (originaria de Suiza) le enseñó a hablar el dialecto suizo-alemán, así como a escribir y hablar alemán, mientras que su papá le habló siempre en español.
Aprendió el inglés por el contacto frecuente con los turistas, pero en la escuela lo perfeccionó. Tiempo después decidió estudiar francés y más adelante se presentó la oportunidad de hacer una estancia de dos años en China.
Mencionó que siempre ha tenido un gusto especial por los idiomas, y dominar cinco es resultado de la necesidad y contacto con los turistas: “Creo que es porque crecí en un hogar bicultural donde la educación materna fue muy europea; así, tener acceso a dos idiomas me abrió las puertas a querer conocer
y aprender más”, enfatizó.
“A este aprendizaje le debo lo que soy, porque cada cultura tiene una forma de ver la vida, y conocer varios idiomas te abre muchos horizontes para tener contacto cercano con culturas distintas, por eso quiero seguir aprendiendo más”, insistió Violeta. |
Junto con otros estudiantes, visitó un orfanato en Renqiu |
“Llegué a Xalapa por casualidad”
Violeta cursó la educación primaria en el pueblo donde vivió con sus padres, más tarde se trasladó a la capital oaxaqueña para estudiar
la secundaria y el bachillerato. Para sus estudios universitarios, ella y sus papás decidieron que sería fuera de Oaxaca, debido a que allá la educación superior es muy mala.
“Buscamos varias opciones y lo más cercano con buenas escuelas fue Puebla, hice examen para la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) para Lengua Inglesa, estudié durante un año y medio pero me di cuenta que me aburría mucho porque hablaba mejor inglés que muchos
de mis maestros, entonces prefería hacer otras cosas”, relató.
Comentó que sólo permaneció un semestre en la BUAP, y dio clases de inglés en una primaria muy cercana a los límites con Veracruz. Fue gracias a un amigo que por primera vez escuchó hablar de la Universidad Veracruzana.
Su amigo tenía interés de estudiar en la Facultad de Música, así que lo acompañó, conoció Xalapa y la Facultad de Idiomas. Le gustó tanto la ciudad que trató de revalidar las materias cursadas en la BUAP; sin embargo resolvió volver a empezar y cursar la Licenciatura en Lengua Francesa, “así tendría un idioma más, me inscribí, entré, terminé de estudiar y ahora no me quiero ir de aquí.
”Ha sido una sorpresa estudiar aquí, porque ni siquiera sabía de su existencia, fue una casualidad que terminara en esta ciudad. Estoy muy agradecida porque no sólo terminé mi carrera, sino que tuve la oportunidad de ir a China, nunca en la vida hubiera pensado estudiar chino y mucho menos ir a ese país”, dijo muy emocionada.
China, una experiencia interesante
Violeta fue de las primeras estudiantes de esta casa de estudios en
obtener una beca para hacer
una estancia de un año en
China, como resultado del convenio firmado entre la Veracruzana y la Beijing International Studies University (BISU).
¿Cómo fue que se interesó en aprender chino? Por mera casualidad, compartió. No tenía qué hacer por las tardes, optó por tomar algún curso de los que imparte el Departamento de Lenguas Extranjeras (Delex) y estaban disponibles el japonés y el chino.
“Por mera curiosidad tomé el chino pues sabía un poco de la cultura, además de que me gustan la escritura y la comida chinas; así fue como entré al curso”, apuntó.
Después de cursar un año de chino intensivo en el Delex, se dio a conocer que había una beca para estudiar en China, “de inmediato
me emocioné, pero luego pensé que no habría posibilidad porque se la darían a algún conocido, sobrino o amigo de alguien”, refirió.
No obstante, la maestra asignó la beca con base en el resultado del examen y la boleta de calificaciones. “Dar la oportunidad a quienes realmente se lo merecen es algo que no todos los organismos e instituciones hacen”, comentó.
Indicó que fue una experiencia maravillosa e interesante, pero
al mismo tiempo difícil porque no había antecedentes de que
algún universitario hubiera
realizado una estancia en las mismas condiciones en las que lo hicieron Violeta y Karen, su compañera, quienes fueron las primeras en ir a estudiar a China como parte de los lazos académicos con la BISU.
Contó que llegó un domingo al país de Oriente. En el aeropuerto no había nadie para recibirlas así que estuvieron perdidas por un tiempo, hasta que Esteban Zottele de Vega, representante de la Universidad en China, las encontró y auxilió a llegar a las instalaciones de la BISU.
“Si no hubiera estado él, que habla chino, hubiéramos estado perdidas porque nadie en el lobby de la universidad hablaba inglés. De no ser por Esteban no sé qué hubiera pasado con nosotras.”
Violeta reconoció que el primer semestre fue muy intenso, no sólo por el choque cultural y la vida académica, sino porque se dieron cuenta que los conocimientos adquiridos en el Delex les sirvieron muy poco, sólo sabían preguntar “¿dónde está el restaurante?, ¿cuánto cuestan las cosas?”, pero no entendían nada de lo que les respondían.
Sobre la vida académica, Violeta mencionó que fue difícil porque los maestros no tenían en buena estima a los estudiantes mexicanos, pues la gran mayoría iban como turistas, así que estaban en un rincón como si no existieran.
“Al pedir la palabra no nos hacían caso, a los mexicanos nos tenían en una esquina como si no estuviéramos. A Karen y a mí sí nos costó mucho cambiar el concepto que tenían de nosotras, hasta que les hicimos saber a los profesores que teníamos muchas ganas de estudiar, después todo fue más fácil”, detalló.
El segundo año estudiantil
fue resultado de una beca que
le otorgó la BISU como resultado
de su buen aprovechamiento, además durante este periodo le ofrecieron la oportunidad de impartir clases de inglés.
Violeta también compartió que el Centro de Estudios
China-Veracruz (Cechiver)
ha posibilitado este intercambio
a través del constante contacto con las universidades chinas, no sólo con la firma de convenios sino con las visitas a la Universidad, al estado de Veracruz y a México.
El trabajo que respalda a
este espacio universitario,
aseguró, tuvo mucho que ver
con la oportunidad de estudiar
dos años en el país asiático.
El apoyo que brinda Esteban Zottele a los estudiantes, explicó, va más allá de observar el progreso educativo de los jóvenes, los asesora sobre la forma adecuada en que deben desenvolverse, se reúnen una vez al mes.
“Esteban vive en China desde hace 12 años, sabe cómo funcionan las cosas allá y siento que las relaciones que tiene la Universidad se deben al trabajo constante que ha hecho el Cechiver, como las invitaciones constantes, cosas que parecen insignificantes pero
que para la diplomacia china sí tienen un gran significado.”
La universitaria destacó que por lo que ha visto, “todos conocen a Aníbal Zottele Allende, coordinador del Cechiver, y ellos saben que es su amigo. A veces esa amistad hace que se presten las relaciones y las firmas de convenios, por ese trato personal, cercanía y el interés de estar allá”, insistió.
Los proyectos
Violeta se describe como
una persona que nunca tiene planes, por lo tanto aún no sabe el camino que seguirá ni a lo que
se dedicará laboralmente, “no sé hacia dónde me llevará la vida”.
Lo cierto, expuso, es que
quiere un trabajo en Xalapa porque
la ciudad le gusta mucho, pero no quiere estar encerrada en un salón de clases impartiendo cursos de inglés, francés o alemán.
“Sinceramente no estoy lo suficientemente familiarizada con el entorno laboral, entonces no sé en qué tengo posibilidades de trabajar, sé que me gustan las cosas administrativas, el contacto
con la gente, la traducción, pero esta última es un trabajo inconstante”, acotó.
Al preguntar sobre las ofertas laborales, adelantó que le ofrecieron dar clases de chino en el Delex, de lo cual confesó tiene muchas ganas porque más allá de enseñar reglas gramaticales, se trata de compartir una experiencia
que no cualquiera puede tener
y de hablar sobre una cultura
muy interesante.
Mientras cuajan los proyectos, planea vivir un año más en Coatepec. En caso de no presentarse una buena oportunidad entonces considerará las opciones de trabajar en China, viajar a Estados Unidos o regresarse a la casa de sus padres, donde les ayudará en el negocio familiar. |
En Pingyao, pueblo conocido por sus murallas |
Sobre las ofertas laborales
que ha recibido de las
delegaciones chinas, adelantó que durante su estancia en la BISU, esta institución le ofreció una visa de trabajo permanente para impartir clases de inglés; mientras que en las visitas a la Renmin Da Xue, el Rector de esta Universidad le ofreció estudiar una maestría, y la delegación de la Universidad de Chongqing le brindó la oportunidad de dar clases de español en la misma.
Otra posibilidad, enumeró,
es cursar la Maestría en
Economía y Sociedad de China y América Latina, impartida por el Cechiver. Por lo pronto “seguiré buscando y tocando puertas para ver en dónde hay chance de colaborar”, puntualizó.
Por último, consideró que aprender un idioma se trata de querer, del gusto y las ganas por aprender algo nuevo: “Aquí sí aplica el querer es poder”.
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