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Año 13 • 559 • Abril 28 de 2014 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

El libro es indispensable

Poetas y académicos opinaron sobre "el invento más asombroso del hombre", como lo definió Borges

El Día Internacional del Libro se celebra desde 1996

David Sandoval, Paola Cortés y Karina de la Paz Reyes

"De los diversos inventos del hombre; el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo", escribió Jorge Luis Borges en el prólogo a su Biblioteca Personal.

Con motivo del Día Internacional del Libro, celebrado el 23 de abril, Universo solicitó la opinión de escritores y estudiosos.

La celebración fue promulgada por la UNESCO en 1995 e inició en 1996. Es un homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra en su aniversario luctuoso, que coincide con el natalicio de William Shakespeare. El objetivo es fomentar la lectura, la industria editorial y la protección a la propiedad intelectual.

Tiempo para leer
Rodolfo Mata Sandoval, doctor en Literatura Iberoamericana por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestro en Integración de América Latina con especialidad en Literatura por la Universidad São Paulo, Brasil, actualmente es investigador en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, donde inició su carrera, en 1994.

Para el especialista "el libro es algo sólido, el problema –creo yo– es el tiempo disponible para la lectura. Creo que no hay que batallar por la industria editorial, ahí sigue y seguirá. El libro es un objeto indispensable, es más, se han abaratado los costos de muchas cosas, se han cerrado brechas de muchas otras; uno puede ser su propio editor si lo quiere, entonces el problema es el tiempo disponible para la lectura".

En su opinión, se debe de luchar por abrir tiempo para la lectura concentrada para los niños, "eso es muy importante, ellos son atacados por todo tipo de ganchos de consumo; antes eran los juguetes, después la televisión, ahora son los videojuegos, las tablets.

Por tal razón Rodolfo Mata recomendó a los padres de familia: "No permitan que niños de uno o dos años jueguen con las tablets, pues destruyen su contacto con el mundo. A esa edad están ajustando su aparato sensorial y la percepción de cosas virtuales destruye su capacidad de ubicación en el mundo. Eso es pésimo; además de destruir su capacidad de atención, el bombardeo de tantas cosas, tan rápidas".

Cuando un niño descubre que la lectura le produce los efectos que tal vez un videojuego se los brinde deglutidos y aprecie la libertad que existe tras ello, "toma conciencia del valor de la lectura y creo que es lo que hay que defender; más que la industria del libro, es el lugar de la lectura en la vida cotidiana de todos lo que es necesario defender".

El acto de leer a los niños antes de dormir es una costumbre relativamente abandonada, apuntó, como el acto de poner a los niños a leer concentrados, mínimo 20 minutos; también se ha hecho a un lado pedir a los niños que escriban, "eso es muy destructivo", afirmó, "porque antes se les pedía que escribieran, por ejemplo, sobre sus vacaciones; ahora no, es casi imposible pedirles algo así. No es sólo que escriban una vez sino que lo reescriban, por eso se está olvidando la ortografía".

Mata Sandoval dijo además que no se puede aplicar la ortografía sólo aprendiendo las reglas. "Se aprende con la familiaridad de la palabra escrita y eso se logra con la lectura, pero más con la escritura porque uno lee y relee y corrige, va concibiendo las frases una o dos o más veces y eso se ha perdido".

Asimismo criticó lo que considera la irrupción de la tecnología en las clases, "la gente piensa que es mejor que sus hijos trabajen en las tablets dentro de clase y no es así, no necesitan un nivel de información de ese calibre; es más, es un alud de información, ¿por qué poner a buscar a un niño la palabra 'puma' en Internet cuando se le vendrán encima un sinfín de entradas? Si lo mandas a buscar 'puma' en una enciclopedia, encontrará una que será razonable y con un nivel adecuado a su edad".

Reconoció que este fenómeno no solamente ocurre con los niños, también sucede con los investigadores; "buscamos cosas y se nos viene encima un alud de información que uno aprende a discriminar, no obstante puede ser una tarea difícil".

No sólo es culpa de los profesores, "es culpa de los fabricantes de tablets, es culpa de los papás que permiten que los fabricantes les vendan esa idea, es culpa del Estado por establecer cierto tipo de directrices. Ellos tienen el poder de emitir directrices sobre cómo escribimos, por ejemplo, ahora están volviendo a enseñar la raíz cuadrada, que se dejó mucho tiempo y es un buen ejercicio mental".


Rodolfo Mata

Javier Taboada

Víctor Toledo

Algo más que una herramienta
Javier Taboada es licenciado en Letras Clásicas por la UNAM y ha traducido a los líricos griegos, especialmente de los lesbios Safo y Alceo; en su opinión, "el libro tiene un futuro garantizado, a pesar de las nuevas tecnologías, porque no son mutuamente excluyentes. El libro sigue siendo un objeto en el cual se puede profundizar, ahí están todas nuestras notas, nuestros rayones, nuestros dibujos".

El libro es el transmisor de la experiencia, apuntó, "hasta el momento, aunque entiendo los libros electrónico e interactivo y los considero grandes opciones para nuevas formas de escritura, no llegaron a sustituir al impreso, creo que cada uno tiene su lugar. El libro está asegurado en el formato que sea y quienes amamos los libros seguiremos viviendo junto a ellos".

Para el poeta, se trata de algo más que una herramienta: "No es una máquina de escribir, no es una computadora. El libro no tiene una función utilitaria, guarda dentro de sí toda una experiencia, un universo, un tiempo determinado, un ser que se volcó en él el día de la compra, otro día el que lo leyó, y uno incluso lo recuerda".

Finalmente, Taboada destacó: "Tenemos más de dos mil años escribiendo y trabajando, siete mil años desde los papiros, no ha pasado nada y creo que tenemos un camino seguro".

La gran memoria cósmica
Víctor Toledo, originario de Córdoba, es poeta y traductor. Integrante de la generación de "Los Cincuenta", ha traducido a los mejores poetas rusos y es creador de los Rosagramas (sonetos-caligramas en forma de rosa).

Sobre la importancia del libro y la lectura, dijo que actualmente la cultura y la formación son icónicas; "entonces se presenta el problema de que el icono no es tan profundo como las letras, sino que nos da el mensaje de manera más rápida y superficial".

Las letras, en cambio, dan lugar a la reflexión y a la meditación y otorgan el tiempo necesario para profundizar en los conceptos planteados, ya sean científicos o artísticos.

Por ello es muy importante que el libro permanezca–en cualquiera de sus formas, incluso plástica–, porque la transmisión del conocimiento "hace que el cerebro esté en constante desarrollo, porque a través de su lectura hay un crecimiento del músculo cerebral y de la conciencia", opinó.

El libro, aseguró, se convirtió en la gran memoria cósmica del ser humano, a partir de la invención de la imprenta.
Sobre su experiencia como lector y escritor, compartió: "Crecí con los libros y con una gata que nació cuando yo nací, siempre estaba con mi libro y mi gata. Cuando era muy pequeño –aún no entraba a la primaria– crecí en una casa de la que se decía estaba embrujada, era un palacio de madera de cedro y bambú que abarcaba una cuadra, en ella vivieron los ingenieros ingleses que construyeron el
tren 'Huatusquito'.

"En esta casa me encontré tres libros: Alicia en el país de las maravillas, Don Quijote de La Mancha y Robinson Crusoe. Antes de llegar a la primaria aprendí a leer en estos libros.

"Después encontré otro tesoro, una serie de cómics que pertenecía a mi abuela y relataba la vida de varios santos; me la pasaba leyendo, me perdía en algún cuarto de esa casa y mi familia me buscaba espantada, mientras yo estaba leyendo."

Toledo señaló que es primordial el acercamiento a los libros desde la infancia y destacó la importancia de la enseñanza
de las letras.

"En Rusia, por ejemplo, es esencial la enseñanza de cualquier materia a través de las formas poéticas; los grandes poetas rusos siempre han escrito versos para niños y han adaptado el contenido de distintas materias y ciencias a la poesía", comentó.


Fernando Corona

Balam Rodrigo

La lectura, acto de confesión
Fernando Corona nació en el Distrito Federal en 1978, es licenciado en Letras Clásicas por la UNAM. Trabajó en las bibliotecas Nacional de México y del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM. Es profesor de Griego
en la Facultad de Filosofía y Letras en dicha casa de estudios y de Latín en la Universidad Panamericana. Fue secretario general de la Asociación de Escritores de México, A.C., y coordinador de asesores de la Dirección del Museo Nacional de Arte.

Ha publicado los libros de poesía Cantos de silencio, Ángela, Canto sobre la muerte del menor Sabines, Los trenos de la iglesia de piedra, Letras de sombra y Amatorio. En cuento ha publicado El roble. En ensayo publicó "Memoria de la Asociación de Escritores de México, A.C., XLV Aniversario".

Para Corona, el libro representa todo un reto de conservación: "A muchas mentes actuales, jóvenes o no jóvenes, les gusta pensar que ya murió, que está en su fase final frente al libro electrónico, y nada me parece más incongruente que esa noción; es decir, pensar que existe la versión de una obra en formato electrónico es un sin sentido que ha creado nuestra mente contemporánea posmoderna".

En su opinión, la lectura no debe pensarse en términos de lo que se puede aprovechar en un momento determinado, "porque otros se interesaron en algo que a mí me puede causar cierta inquietud o interés muy fuerte. La lectura es un acto muy honesto, fino y firme de confesión humana", señaló.

"Uno no lee contando el tiempo, ni para ver si los demás piensan que es un pasatiempo que valga la pena. Uno lee para transformarse; entonces, no importa si lee tres minutos, dos horas o tres días seguidos."

El escritor dijo que crear una obra es abrir un camino de comunicación, una suerte de sesión de médium "en la que estoy comprometido conmigo mismo".

Acercarnos a un libro ahora no aporta mucho, opinó, pues "se puede generar simplemente el rechazo ante un artefacto que quizá parezca extraño, pero en la medida en que logremos que el receptor tome conciencia de su conexión con el pasado –y eso le da una conversión– y logre transformarse en otro, habremos logrado un interés.

El problema, abundó, es que la mayoría de las personas no quieren ser otras, están en su zona de confort y en poco tiempo ven que es un lugar sin salida; por lo tanto, en la medida que un libro se transforma en un medio de trascendencia, que lo mueve y lo hace parte de una forma de ser distinta, "estaremos creando a alguien interesado, alguien concienciado para seguir en ello".

El libro es placer, gozo y pasión Para el científico y poeta chiapaneco Balam Rodrigo, el libro lo remite a su infancia, a la lectura y "al placer, al gozo, a una pasión". Ahora que escribe, lo remite a un oficio.

Balam Rodrigo inició su hábito por la lectura a los seis años de edad, por lo cual tiene más de 30 años consumiendo historias, novelas, poemas, cuentos, biografías y demás sucesos que relatan los libros.

"A los siete años leí mi libro completo, que es La vida inútil de Pito Pérez de José Rubén Romero. Este libro me influyó muchísimo y me sirvió para las cosas que después iba yo a escribir. Ese libro fue muy importante para mí."

Aunque en su casa no había muchos libros, fueron los suficientes para sentar los cimientos de un lector, y posteriormente un poeta.

"Soy de un pueblo muy pequeño que se llama Villa de Comaltitlán, Chiapas, donde en realidad no había ni siquiera una biblioteca como tal. Era un estante con un puñado de libros, todos ellos viejos. Creo que había más libros en mi casa, donde no encontrabas más de 30 o 40."

Balam Rodrigo, quien alguna vez fue futbolista, es biólogo por la UNAM. Ha publicado seis títulos de poesía: Hábito lunar (2005), Poemas de mar amaranto (2006), Libelo de varia necrología (2006), Silencia (2007), Larva agonía (2008) e Icarías (2008).

Ha obtenido diversos premios entre los que destacan: Poesía Joven Ciudad de México 2006, Regional de Poesía "Rodolfo Figueroa" 2007, Nacional de Poesía "San Román" 2007 y Nacional de Poesía Ciudad del Carmen 2008. Fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y el Desarrollo Artístico del Coneculta Chiapas, en el área de poesía, en 2005 y 2007.