Salvador Guzmán, Nidia Jiménez y Andrea Merino |
En campamento de Nautla se encuentran las especies verde y lora
Investigación sobre tortugas
trasciende el ámbito universitario
Nidia Ary Sandy Jiménez Muriel analiza el éxito de eclosión de los nidos resguardados en corrales
Andrea Merino Sánchez, estudiante de la BUAP, trabaja en el rastreo de las tortugas verdes, para tener una población estimada de la especie |
Paola Cortés Pérez
A las costas del estado de Veracruz, durante la temporada de anidación (de marzo a noviembre), arriban cinco de las ocho especies de tortugas marinas existentes en el mundo: verde, lora, laúd, caguama y carey, todas ellas en peligro
de extinción.
Las tortugas marinas existen desde hace más de 150 millones de años, y la mayor parte de su vida (entre 150 y 200 años) la pasan en el agua. La tortuga laúd, la más grande de todas, mide hasta 2.4 metros de longitud; la segunda en tamaño
es la verde, le siguen la caguama,
la carey y finalmente la lora, que mide cerca de 70 centímetros.
Para estudiarlas y ayudar a preservarlas, varias generaciones de estudiantes y académicos de la Universidad Veracruzana (UV) han desarrollado proyectos de investigación que han trascendido el ámbito universitario.
Salvador Guzmán Guzmán, investigador y docente de Biología, habló de un proyecto en curso en el que participan Nidia Ary Sandy Jiménez Muriel, de la Facultad, y Andrea Merino Sánchez, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), quienes realizan trabajos de investigación de las tortugas verde y lora en un campamento tortuguero ubicado en la costa de Nautla.
Las jóvenes trabajaron entre siete y ocho meses en el campamento, lapso en el que recopilaron datos sobre el éxito de la eclosión de las crías por medio del manejo de los nidos en corrales y sobre el rastreo de las tortugas para obtener una estimación de
la población de la especie verde.
"De corrido estuvieron
más de un mes, ya que fue el periodo en que llegó una cantidad importante de tortugas verdes
a las playas de Veracruz a depositar sus huevos, entonces todas las noches estuvieron ayudando
en el campamento en la
protección de las tortugas",
recordó Guzmán Guzmán.
Lo importante de este trabajo
de campo, indicó, es que apoyan
a la comunidad y al campamento en las medidas de protección de las tortugas y sus huevecillos, a través de recorridos, manejo adecuado de los huevos, hacer los nidos en los corrales, liberación de las crías y pláticas de protección ambiental.
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A través del conteo de rastros se puede estimar el número de hembras que arriban al campo |
El trabajo en los corrales
Nidia Ary Sandy es originaria de Oaxaca y actualmente realiza su proyecto de investigación en el campamento tortuguero, donde
se dedica a analizar el éxito de
la eclosión de los nidos ubicados
en corrales.
Pese a haber descubierto que es su verdadera vocación, dijo que lo más difícil hasta el momento ha sido sacrificar tiempo para visitar
a su familia, especialmente a
su pequeño hijo, porque tenía
que estar de tiempo completo en
el campamento.
"A veces, para hacer algo y alcanzar las metas fijadas se
tienen que hacer sacrificios
que con el tiempo se vuelven recompensas, pero es lo más
difícil que he pasado a lo largo de mi investigación", externó.
Respecto a su proyecto, que tiene como título "La eficacia de los corrales", detalló que mediante una fórmula se evalúa el éxito de eclosión del nido y la efectividad del corral, se averigua si el lugar donde es colocado influye en la sexualidad y sobrevivencia de las crías.
Para llegar a los datos concretos, con antelación Nidia revisó con detenimiento cada uno de los nidos, contó los huevos depositados en ellos, cuántos eclosionaron, cuántos quedaron infértiles,
si hubo crías muertas, entre
otras características.
Explicó que los corrales son un espacio cercado con malla, se hacen para tener una vigilancia controlada y para proteger a los huevos de las personas y depredadores. Cada corral puede contener de 100 a 200 nidos, dependiendo del tamaño del mismo, por ejemplo en la temporada del año pasado construyeron cuatro corrales y
en cada uno había un promedio de 100 a 210 nidos.
"Al momento de construir un corral se debe considerar la humedad de la arena, la intensidad de los rayos del sol (sobre todo que no les den directamente), que no haya depredadores cercanos; entonces buscamos puntos seguros en la playa para ubicarlos", apuntó.
Anteriormente, mencionó,
para resguardar los huevos se utilizaban cajas de unicel colocadas en cuartos donde la temperatura podía elevarse o bajar drásticamente, influyendo así en la eclosión y sexualidad de las crías; entonces se consideró que la medida no era muy segura y fue así que se decidió optar por el manejo de los corrales.
Asimismo, Nidia mencionó que trabajar con corrales implica
la extracción de los huevos del
nido original, y para ello se
requiere de un manejo muy cuidadoso porque de esto depende el éxito de la eclosión.
Narró que primero se
tiene que seguir a la tortuga
desde que sale del mar y
encuentra el lugar para desovar; después de que se haya ido, con las manos limpias de cualquier bloqueador solar u otro químico, se hace la extracción directa de la cloaca hacia la bolsa donde se trasladan para posteriormente "sembrarlos" en el corral.
"Nosotros sí hemos registrado y visto el éxito de la implementación de los corrales en la protección de los huevos, esto se ha visto reflejado en el incremento de la población de las tortugas verde y lora", resaltó.
Los resultados han sido positivos, dado que entre 60
y 90 por ciento de las crías sobreviven en los corrales, lo que representa una liberación de poco más de ocho mil crías en la temporada del año pasado, por eso consideran que es una buena opción, además con el uso de cajas de unicel en cuartos la sobrevivencia era de 50 a 60 por ciento.
El siguiente proyecto, adelantó, es que en la temporada del presente año se tiene contemplado hacer un estudio para saber si la población ha crecido a partir de la implementación de los corrales, y realizar un trabajo de identificación del sexo en las crías para evaluar aproximadamente cuántas hembras y cuántos machos son liberados.
"Sobre mi experiencia sólo puedo decir que esto es lo mío, nunca antes había trabajado este tema y la verdad me encanta, sobre todo trabajar directamente con la comunidad y las personas del campamento tortuguero", refirió.
Los corrales protegen los huevos de personas y depredadores |
Para construir un corral se consideran la humedad de la arena y la intensidad del sol |
A contar las huellas
Andrea Merino es oriunda de Puebla y desde pequeña tuvo el interés de estudiar a las tortugas,
en un inicio se inclinó por las tortugas dulceacuícolas, pero
más tarde conoció el trabajo realizado en un campamento tortuguero en la costa del estado de Veracruz, y desde entonces ha permanecido en investigación.
Ella es estudiante de Biología en la BUAP y debido a su interés investigó en diversas instituciones de educación y de investigación cuáles trabajaban con tortugas. Tras encontrar que la Universidad de Oaxaca, el Instituto de Ecología (Inecol) y la UV lo hacían, esta última le pareció la mejor opción.
"Después de ponerme en contacto con el profesor Salvador Guzmán, a través de un correo electrónico, me invitó un fin de semana a observar y conocer el trabajo de campo que se realiza en el campamento. Desde ese momento y hasta la fecha trabajo con tortugas marinas", recordó.
Al preguntar pormenores
sobre su investigación, mencionó que aún no tienen resultados concretos que pueda compartir, sin embargo nos habló en qué consiste el conteo de rastros, que es el tema principal de su tesis.
Abundó que a través del conteo de rastros se pretende hacer una estimación del número de hembras que arriban al campo tortuguero, método conocido como rastro a las huellas que deja la tortuga cuando sale o entra al mar.
Refirió que empiezan con el conteo de rastros entre las 6:00 y 7:00 horas, antes de que salga el sol, ya que al calentarse la arena las huellas se borran. Los datos obtenidos, puntualizó, pueden ser de gran ayuda para estimar cuántas tortugas llegan cada temporada,
e incluso cuántas de ellas
son hembras. |
Durante la temporada pasada se liberaron poco más de ocho mil crías |
"Al final sumamos los rastros y tenemos un estimado de cuántas llegaron en esa temporada; no conocemos el número preciso porque las tortugas anidan dos o tres veces por temporada, entonces no sabemos si es la segunda vez o es la misma tortuga, pero podemos hacer una estimación", determinó.
Andrea se siente satisfecha por el trabajo realizado, a pesar de que pueda considerarse una labor muy tediosa y cansada, pues tienen que permanecer despiertos desde las 10 de la noche hasta las siete de la mañana. Incluso, relató, "hubo días que estuvimos hasta la una de la tarde, y ocasiones en las que sólo dormíamos una hora máximo".
En general, pronunció, fue
una experiencia maravillosa convivir con la gente del campamento y observar de cerca a las tortugas. "Ahora estoy en la fase final de mi trabajo de tesis, tengo planeado presentarlo en agosto".
Cabe mencionar que Andrea y Nidia quieren seguir trabajando con las tortugas marinas, así que buscarán participar en el centro tortuguero de Lechugilla, el cual está adscrito a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
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