Buenas (y malas) noticias
Jorge Suárez Medellín *
Nadie ha podido acusarme jamás de exceso de optimismo. Al contrario, coincido con Benjamín Franklin en que es preferible ser pesimista, pues de esta forma cualquier cosa que ocurra será una sorpresa agradable. Por otra
parte, cómo no
ser pesimista cuando el mundo parece ir tan mal. Basta con abrir el periódico o encender la televisión para enterarse de todo
tipo de atrocidades que van desde guerras y masacres hasta los efectos nocivos
de la actividad humana
en el clima.
Si lo pensamos con cuidado, no debería sorprendernos que la humanidad tenga tal repercusión en el ambiente; es decir, ya somos más de siete mil millones de personas en el mundo y el número sigue en aumento. Y todos tenemos la mala costumbre de comer –si
se puede tres veces al día–, por no hablar de los lujos que algunos se permiten, lo cual obviamente implica un uso masivo de recursos naturales con su consiguiente incremento en la huella ecológica.
Pero ¿cómo hemos llegado a esta encrucijada? Según datos históricos, la humanidad tardó cerca de 35 mil años en alcanzar
los 545 millones de personas, alrededor del año 1650. Y desde ahí comenzó un ascenso francamente vertiginoso, de tal forma que para la década de 1950 (apenas tres siglos después) ya había dos mil 500 millones de individuos en el mundo. Hoy, tan sólo seis y media décadas más tarde, ya somos más de siete mil millones, y se espera que para 2050 alcancemos los nueve mil 600 millones.
Las causas que han permitido tal crecimiento demográfico son muchas y variadas, pero una de las principales es el avance científico-tecnológico. Pensemos por ejemplo que durante el siglo XIII, 10 de los 11 hijos de Federico II fallecieron antes de cumplir los 35 años de edad, y tres de ellos ni siquiera llegaron a su primer cumpleaños, sin importar que su padre fuese Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y uno de los hombres más poderosos
y ricos.
Hoy en día, en cambio, muchos ilustres desconocidos como un servidor, hemos superado dicha edad y tenemos buenas probabilidades de conocer a nuestros nietos. En ese sentido, podríamos decir que la medicina moderna es cómplice del exceso de población.
Pero no me malinterpreten. Si bien ya somos muchos, eso no quiere decir que salvar vidas sea indeseable. Haría falta ser un desalmado para considerar negativo el hecho de que un abuelito pueda convivir más años con su nieto, aunque esto
implique que se
necesitarán más recursos para mantenerlos a ambos. Además, aunque es cierto que la ciencia es responsable de este predicamento, es también la mejor herramienta
para resolverlo, ya que
nos permite aumentar
tanto la productividad
como la eficiencia en el
uso de recursos.
Hoy por hoy, se estima
que el número de hambrientos en el mundo, aunque sigue siendo elevado, corresponde a un menor porcentaje respecto a la población total que
nunca antes. Y es así en
gran medida gracias a los avances en materia de biotecnología agrícola.
¿Quiere decir esto que todos los problemas relacionados con la escasez se resolverán debido a la investigación científico-tecnológica? Pues probablemente no, existen muchos factores políticos, económicos y sociales a
tomar en cuenta. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que sin ciencia y tecnología sería imposible alimentar a todos los que hoy vivimos
en el planeta, lo cual no es poca cosa.
¿Hay, pues, motivos para ser pesimista? Por supuesto, pero también los hay y muy buenos para ver el futuro con esperanza. Después de todo, nos tocó vivir en una época en que cualquiera tiene mayor posibilidad de llegar a la edad adulta que los hijos de un emperador medieval, ¿no?
* Doctor en Ciencias en Alimentos. Adscrito al Centro de Investigaciones Cerebrales de la UV. Fue signatario de Diagnóstico Fitosanitario acreditado ante la EMA y aprobado por SAGARPA en las áreas de entomología y micología y es presidente del Colectivo de Educación Ambiental "El Colibrí" A.C. Participó en el proyecto de divulgación "Observatorio de la Ciencia" y algunas de sus publicaciones más recientes son: "Lanostanoids isolated from the basidiocarps of a mexican strain of the medicinal fungus Ganoderma lucidum", en Latinamerican Journal of Pharmacy, y "Morphological, molecular and chemical characterization of a mexican wild strain belonging to the Ganoderma genes", en Proccedings of the 7th International Medicinal Mushroom Conference. Beijing, China. |
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