Y no ser sólo un oficio
El periodismo debe tratar de cambiar las cosas: Osorno
"En el caso del periodismo, la experiencia y la práctica se imponen ante el conocimiento universitario”
"Me gustaría que lo que hago ayude a cambiar las cosas que están mal”
José Agustín Castellanos |
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Diego Enrique Osorno, periodista y autor de El cartel de los zetas y
Oaxaca sitiada, estuvo en la Universidad Veracruzana en el marco de los “Diálogos interdisciplinarios por la paz”, desarrollados del 21 al 26 de septiembre, en Xalapa.
Durante su estancia, presentó Los cuadros negros, una serie que se transmite por YouTube y cuya intención es retratar los elementos mediante los que
una persona decide involucrarse en procesos sociales insurreccionales, “qué pasa por la mente de
alguien que decide sacrificar las horas con su familia para participar en una acción
de protesta o incluso combatir
un gobierno”.
Osorno se autodenomina periodista infra-realista, término construido para apreciar esa filosofía y estilo de vida relacionados con la labor de informar y que hace referencia a “un juego de vida o muerte, la declaración de impotencia hacia el contexto nacional”, mencionó.
Su construcción fue principalmente mediante experiencias a las que posteriormente les integró “lo académico”, las cuales surgieron de viajar a los
lugares a los que la gente no
tiene que ir y de narrar lo que
vio ahí.
El escritor, para quien el periodismo debe tratar de cambiar las cosas y no ser
sólo un oficio, profesión o negocio, compartió con
Universo parte de lo que ha encontrado por ese camino.
¿Cómo inició tu formación
en el periodismo?
En mi caso se basa en experiencia, soy un periodista empírico, a los 15 años trabajaba haciendo periódicos en la preparatoria donde estudiaba, colaborando en estaciones de radio y asistiendo a reporteros y redactores.
Tiempo después, ya en la carrera de periodismo, de manera independiente realicé las
lecturas que consideré más importantes pues no estaban dentro del programa académico. Autores como Ryszard Kapuscinski, Francisco Goldman, Alma Guillermoprieto, entre otros, actualmente son mis referencias principales. Autores que desgraciadamente en mi universidad, como en muchas otras, no están incluidas en la bibliografía, manteniéndose en un plano más tradicional.
¿De qué manera influyó la academia en lo que
haces actualmente?
Considero que me brindó herramientas, conocimientos generales, pero me parece
que en el caso del periodismo la experiencia y la práctica se imponen ante el conocimiento universitario. Yo soy lector
desde joven, las lecturas te ayudan a contextualizarte, pero para sacar adelante los dilemas cotidianos que involucra el periodismo he tenido más luz a través de la experiencia.
¿Cómo asimilas el periodismo?
El periodismo debe tratar de cambiar las cosas, me parece
que tiene esa obligación. Para
mí no es un negocio o una profesión, sino un oficio y
una manera con la cual la sociedad puede mejorar, me gustaría que lo que yo hago
ayude a cambiar las cosas que están mal. No depende únicamente de mí, mi trabajo
es ir a los lugares a los que no debería de ir la gente, pero yo sí, mirar, escuchar, tratar de entender y escribir lo que
pasa ahí, sobre todo estas experiencias que son tan dramáticas, tan intensas.
¿Cómo confrontar estas situaciones de dramatismo?
Me parece que desde una perspectiva sensible, con rigor, pero debe existir una sensibilidad por parte del periodista. La literatura y el arte nos ayudan a que las denuncias no sean solamente un panfleto, ya que esto no contribuye a la sensibilización de la sociedad. El arte es una herramienta con la cual el periodismo puede recorrer
estos espacios.
Desde tu perspectiva, ¿qué crees que se debería enseñar a los estudiantes de periodismo?
Hay muchas cosas, pero una fundamental es enseñarles a los periodistas del futuro que las
autoridades mienten por costumbre o tácticamente por sistema. En las escuelas se enseña que lo primero que se debe hacer es buscar la fuente oficial, lo que no se suele aclarar es que ésta casi siempre miente, porque se han formado de una manera muy imponente aparatos de comunicación social que están dedicados a encubrir o exagerar
la realidad; entonces, el periodista que se nutre de esos comunicados y boletines debe aprender a minimizar ese trabajo, ya que es meramente propaganda. Considero que se debe enseñar a los nuevos periodistas a que desconfíen de la verdad oficial.
En ese sentido, ¿qué posición tienes contra esa hegemonía comunicacional en los
estudios periodísticos?
Es interesante, hay un paradigma que se rompió y que nuestro trabajo tenía como referente único a los medios de comunicación, tú debías tener la posibilidad de publicar en un medio establecido para que tu historia se conociera; ahora la comunicación se realiza también a través de redes donde todos,
sin ese medio o sin intermediarios, podemos emitir un mensaje,
un video, un documental y
subirlo a YouTube.
Me parece que ahí existe un cambio interesante en este momento, debemos ver en qué termina pues también los
medios son valiosos, sobre
todo los más prestigiosos, éstos que todavía tienen un
tratamiento específico de la información, cuidadoso.
Lo que celebro es la disrupción de
una comunicación más directa, donde el emisor manda al receptor directamente el mensaje sin la necesidad de depender de un medio que por interés político o económico puede distorsionar el mensaje.
¿Cuáles son las responsabilidades que los periodistas tienen con el oficio y con la sociedad?
Una primera responsabilidad me parece que es la obligación de que la información que se emite cumpla una serie de planteamientos éticos básicos, que además sea reveladora
y que ayude a cambiar la
situación, sobre todo las cosas
que están mal.
¿El periodista debería desobedecer los parámetros éticos establecidos para la producción de la información?
Yo creo que sí, la realidad lo obliga, ese modelo tradicional de la pirámide invertida donde la noticia debe empezar con la respuesta a esas cinco preguntas pues está basado en un contexto de los años sesenta y setenta
que no tiene nada que ver con
nuestra realidad.
Mencionamos el paradigma
de las redes sociales y de una serie de nuevas formas de comunicación donde ese mandamiento que aún existe
es absurdo, un periodista debe
tratar de desobedecerlo
si se encuentra en una
organización jerárquica, pero
si está haciendo periodismo
por su cuenta debe evitar caer
en este modelo.
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