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El
concierto de apertura para el festival Junio Musical se erige
no sólo como el agregado complementario en una serie que tradicionalmente
se ha destinado a la música de concierto y al arte operístico.
Es, también, el justo reconocimiento a una personalidad que
ha entregado la totalidad de su talento al trabajo creador en Xalapa
y, de manera sumamente especial, a la Universidad Veracruzana.
Puede afirmarse, sin temor a la pifia, que la actividad musical en
Xalapa durante los últimos tiempos no sería la misma
sin la presencia de Mateo Oliva. Originario de Naolinco, como otros
tantos |
talentos
que han nutrido el quehacer artístico veracruzano, Oliva
se estableció en la capital de Veracruz desde sus primeros
años de existencia y aquí realizó los estudios
que le iniciaron en el campo de la creatividad musical. Al trasladarse
a la Ciudad de México, tomó clases con personas de
los tamaños de Francisco Savín y Eduardo Hernández
Moncada, de quienes absorbió la formidable capacidad de trabajo
que ahora, desde la perspectiva de los acontecimientos, ha sido
la nota dominante en su desempeño.
A Oliva asiste el mérito de fundar, en 1975 y con el apoyo
del entonces rector Roberto Bravo Garzón, la Orquesta Universitaria
de Música Popular, conjunto que dirigió por espacio
de dos décadas y que elevó a la categoría de
“presidencial”, al convertirla en la preferida de varios
presidentes de la república. Con la misma viajó a
Cuba y España, en sendas incursiones internacionales que
permitieron llevar la música veracruzana más allá
de nuestras fronteras y que, desafortunadamente, son experiencias
que no se han repetido.
Por añadidura, Oliva fue director titular de la Banda Sinfónica
del Gobierno del Estado, organismo que con la dirección de
este dinámico y emprendedor músico conoció
otras facetas importantes en su desempeño. Mateo condujo
a la Banda hacia el abordaje de un repertorio por completo novedoso
en nuestro ámbito, explotó cabalmente las posibilidades
artísticas de cada uno de sus integrantes y, con ello, la
condujo a alturas que no ha vuelto a rayar desde que el maestro
dejó la titularidad de la misma.
Hoy, jubilado y sin las presiones propias del trabajo rutinario,
Oliva se ha entregado del todo a la composición y a realizar
arreglos de música mexicana y veracruzana. No deja de ser
curioso que el aprecio hacia su labor en estos campos sean increíblemente
apreciados en lugares como San Bernardino, California, en donde
la orquesta sinfónica del lugar interpreta frecuentemente
los temas arreglados por él. Fue precisamente en San Bernardino
donde se estreno la suite de sones jarochos que se interpretará
este viernes 7, en la programación inaugural del festival
Junio Musical.
También se tocará, por vez primera en México,
la segunda parte de una sorprendente secuencia de temas denominado
Mosaico nacional. Esta serie implica la identificación y
arreglo de melodías representativas de cada uno de los estados
de la República Mexicana, en orden alfabético; tarea
nada sencilla por toda la intensa labor que esto exigió al
maestro. La primera parte del Mosaico nacional abarcó desde
Aguascalientes hasta Morelos. La segunda, en estreno nacional, culminará
con la música de Zacatecas después de recorrer los
demás estados.
Por si lo anterior fuese poco, Oliva ha puesto punto final a una
suite armada específicamente con sones huastecos. Estos arreglos
musicales se prepararon para este Junio Musical, y serán
la oportunidad para recrearnos con el talento de Mateo Oliva.
Pero, a la vez, todo ello marcará la ocasión para
rendir un merecido homenaje a tan significativo personaje, en medio
de un importante acontecimiento en Veracruz. |