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Pasos
a la fama...
Pasos Dorian Gray
Roberto Benítez |
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En
días pasados un par de alumnos me comentó las peripecias
que tuvieron que pasar para acudir a las audiciones que realizó
Televisión Azteca en el puerto de Veracruz, desde tener que
llegar en la madrugada para conseguir un lugar, por ejemplo el número
35 por lo menos, hasta chutarse el sol de medio día en plena
crisma.
Mientras esperaban su turno en la democrática cola, se podía
ver gente de diversa prosapia y alcurnia, así como jóvenes
de un amplio y variado talante físico, vestimenta heterogénea,
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social
plural, y sexos varios, por supuesto. En estos tiempos, la fama
parece atraer a todos, o a muchos por lo menos. Las emociones comunes:
fe, esperanza, optimismo y nerviosismo.
Jóvenes todos, confiados en correr con un golpe de suerte
y poder ser elegidos de entre cientos de personas, estos chicos
se atreven a enfrentar el reto de mostrar su talento para que sea
juzgado. ¿Por qué no he de ser yo el elegido? se preguntan,
yo sé cantar, bailar o actuar mucho mejor que esos de los
reality show, se dicen, sólo necesito una oportunidad, hay
que hacer changuitos…
El momento llega, todo ocurre en unos cuantos minutos que se hacen
tan breves como los segundos. Se dicen los datos personales ante
una cámara, luego se lee un texto interpretándolo…
y ya, se terminó; si se pasa esta prueba, por la tarde hay
que acudir a otra…
Mis informantes no pasaron la prueba (¡laaástima Margarito!,
otra vez será) pero algunos compañeros de Facultad,
sí. El desenlace lo desconozco, pero la idea en este tipo
de eventos es que gana el mejor. ¿A pooooco?
Es normal la proliferación de este tipo de eventos dado el
creciente mercado que han adquirido en nuestra cultura de masas
los reality show, en el futuro no nos extrañará para
nada presenciar las competencias más absurdas que podamos
imaginar como un concurso entre las mujeres más celulíticas
del país en contra de las bulímicas y anoréxicas
o el suicidio más original; sin embargo no deja de ser preocupante
esta terrible ambición fomentada sistemáticamente
y que al parecer no dará marcha atrás. |
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Encumbrados
en el paroxismo de la publicidad y el mercantilismo, todo es susceptible
de ser vendido, con el mayor descaro: la fama, el éxito,
la belleza, la lujuria, la moral, las buenas costumbres, etcétera,
un ejemplo: El crimen del padre Amaro, que va más allá
de ser simplemente una buena película, a convertirse en un
chisme sin el menor beneficio para la inteligencia, tristemente
se ve reducida a un producto que vende independientemente de lo
que significa.
Es decir, la brújula se ha perdido (¿cuándo
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tuvimos,
para dónde iba y quién le hacía caso?, señala
mi norteada correctora de estilo) y el despiste y la confusión
es lo que prevalecen, las cosas ya no son importantes por lo que
son, sino por lo que en su apariencia sugieren. Estamos entrando
de lleno en la cultura de la apariencia, del simulacro y la ficción.
Por una parte entiendo que la naturaleza de la industria del espectáculo
masivo es la de vender su producto, independientemente de la calidad
de éste, y mientras más rápido mejor, sería
ingenuo esperar otra cosa. Pero la adquisición de conocimientos
y habilidades “artísticas” requiere de un proceso,
de una labor continua y no se logra de la noche de la mañana,
de modo que la vía rápida hacia la fama mediante el
golpe publicitario es un mero espejismo, que dura los dos minutos
del play-back.
Finalmente, lo único positivo de estos castings de televisoras
sea la promoción de la actividad actoral, musical y dancística
como disciplinas que requieren estudio, cualidades especiales, dedicación
y tiempo y quizá sean hasta redituables económicamente
(por ejemplo, tan sólo piénsese que a un actor menor
se le puede pagar cerca de 10 mil pesos por una participación
de unos cuántos segundos). Muy posiblemente en el futuro
todas las escuelas y facultades dedicadas a las artes escénicas
se vean altamente solicitadas por todos aquéllos que no encontraron
la “rama dorada” en las pruebas efectuadas por las cadenas
televisivas, y que dados los resultados que ya empiezan a florecer
en sus programas, no es exactamente el talento y la creatividad
lo que se privilegia ni lo que vende.
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