Año 2 • No. 73 • septiembre 9 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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La avidez intelectual de un equipo de estudiantes logró crear
en la UV un exitoso proyecto institucional
Instituto de Neuroetología: 10 años
de investigación científica
Edith Escalón Portilla

En la década de los 90 comenzó a estudiarse de manera rigurosa el funcionamiento del cerebro, principalmente en Estados Unidos. Numerosas publicaciones hablaban de la gran cantidad de enfermedades que tienen su origen en problemas neuronales. A partir de ahí, el presupuesto que se invirtió en investigación en ese país ascendió a miles de millones de dólares.
Esta iniciativa marcó la pauta para que cientos de científicos en todo el mundo se dedicaran al estudio de las funciones y disfunciones cerebrales desde distintas disciplinas.
La Universidad Veracruzana no se quedó al margen. En 1992 inició sus actividades el Instituto de Neuroetología, con el propósito de desarrollar líneas de investigación enfocadas a las neurociencias (neurología, neurobiología, neurofisiología, etcétera) y a la etología, es decir, al estudio del comportamiento del hombre y los animales, objetivos que ha cumplido cabalmente durante los últimos 10 años.
Pero ésta es sólo la historia oficial…
¿Neuroetología?
La neuroetología engloba dos áreas de estudio de la conducta animal: las neurociencias, que buscan entender las bases de la conducta animal a través de estudios fisiológicos en laboratorio, y la etología, que estudia la conducta
animal en condiciones de libertad. El Instituto de Neuroetología ha enfocado sus líneas de investigación a ambas vertientes.

 

Las Capuchinas
Asilado en el antiguo convento de las Capuchinas, desde principios de los ochenta funcionó en Xalapa un pequeño centro de investigaciones biológicas, en el que un grupo de estudiantes que se conocieron en los pasillos de su facultad emprendió el estudio de una colonia de macacos localizada en las islas de la Laguna de Catemaco. Con los recursos apenas indispensables para sobrevivir, tomaron una decisión: dedicarse a la investigación científica.
Ésta fue quizá la elección profesional más importante de sus vidas. Gracias a su constancia y a su evidente deseo de trabajar, cada uno de los que formaron el equipo en ese entonces se convirtieron después en los líderes de su área de estudio. Ernesto Rodríguez Luna, Francisco García, Elena Hernández, Jorge Manzo, Margarita Martínez, Porfirio Carrillo y Domingo Canales fueron jóvenes inquietos que mostraron desde las aulas su enorme deseo por dedicarse a la ciencia… y lo lograron.


“En el equipo de Neuroetología hubo una clara vocación temprana por dedicarse a la investigación científica. Hubo esa avidez intelectual por conocer el rumbo de la investigación científica en México y en el mundo, además de un interés genuino por enseñar, por compartir experiencias, por formar nuevos investigadores”: Ernesto Rodríguez Luna.

Hoy, además de que algunos son directivos universitarios, encabezan las principales líneas de investigación en el Instituto de Neuroetología, uno de los tres con mayor producción científica en la uv.
Pero aunque se dice fácil, este equipo de investigadores asumió una lucha constante para consolidarse. Pasó por la competencia por recursos ante instancias nacionales e internacionales, la validación de investigaciones, el arbitraje de artículos, la presentación de proyectos una y otra vez, en fin, una lucha por ganar presencia dentro y fuera de la universidad, conservando no sólo esa avidez intelectual que los distinguió como estudiantes sino también el equipo de trabajo original, cuyos miembros comparten proyectos de investigación así como un interés genuino por aprender y por compartir experiencias formativas con las nuevas generaciones.

Maestros e investigadores de primer nivel

Es justamente este interés el que se concretó en la creación de la maestría en Neuroetología, primero, y del doctorado pocos años después. Esta incursión en la formación de nuevos profesionales ha resultado por demás exitosa: cinco generaciones del programa de maestría respaldan su permanencia en el Padrón de Excelencia del Conacyt, y se pretende colocar para el próximo año también al doctorado (cuya segunda generación está en formación). Además, seis de sus investigadores pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (sni), y cuatro más al grupo de especialistas de la Unión Internacional para la Conservación, lo cual quiere decir que su trabajo se reconoce tanto en el país como en el extranjero.
“Para mí es una realización en lo académico y en lo personal”, dice Ernesto Rodríguez Luna, uno de los protagonistas. “Encontrarnos hoy con que lo que hace 10 años planteamos como una ambición es una realidad, que logramos crear en la UV un espacio para el estudio de la conducta, nos da una profunda satisfacción”.

Laboratorios
de investigación fisiológica

 

* Neurofarmacología. Dirigido por Carlos M. Contreras y Margarita Saavedra. En él se hace farmacología de trastornos afectivos y trabajo con animales.
* Neuroendocrinología. Dirigido por María Elena Hernández. Trabaja en torno a las hormonas de la conducta, particularmente la prolactina, que se conocía en un principio como la hormona encargada de producir la leche en las hembras de algunos animales, pero existe también en el sexo masculino y tiene un papel importante en los trastornos de la hiperplasia y cáncer de próstata.
* Biología del desarrollo. Dirigido por Porfirio Carrillo y Miguel Camacho. Estudian el efecto de la desnutrición neonatal sobre el desarrollo conductual de los individuos, además del consumo de la capsicina, una sustancia que le da el sabor picante al chile, y que es un factor que mata a un grupo selecto de neuronas, de las cuales las del cerebro y médula espinal son más sensibles entre más joven es el individuo.
* Neurociencias y Fisiología. A cargo de Pablo Pacheco y Jorge Manzo. Trabajan en el análisis y observación de la conducta sexual, fundamentalmente de la participación de los nervios que salen de la médula espinal en el control de esta conducta, lo que los ha llevado a estudiar los procesos de lesión de la médula.
¿Por qué estudiar a los animales?

Aunque es un área poco conocida para el común de la gente, la Neuroetología ha estado presente durante años en la investigación científica. Desde las pruebas de Pavlov y de Skinner que nos hicieron familiares los experimentos conductuales con animales, la observación animal dentro y fuera de los laboratorios ha sido constante.
¿Por qué estudiar a los animales? Bueno, la respuesta es sencilla, más de 80 por ciento de los medicamentos para humanos han surgido luego de la investigación con animales, fundamentalmente con la rata, por una sencilla razón, aseguró Jorge Manzo: “Si nosotros vemos un proceso fisiológico en determinado órgano de una rata, vemos por supuesto el órgano de un animal más pequeño que el hombre, pero en proporción las funciones son las mismas”.
Incluso un gran boom que hay actualmente con la conducta sexual surgió a partir de la creación del Viagra. Todas las investigaciones básicas con respecto al Viagra se hicieron por medio de experimentos en ratas, luego se realizaron investigaciones en humanos y se descubrió que este medicamento funcionaba igual. En pocas palabras, el estudio de los animales es importante porque compartimos con muchos de ellos una misma fisiología.