La
uv te da a conocer parte de la historia de las llamadas “vacas
marinas”
Leyenda y realidad que se resiste a morir Ricardo Luna Aburto
Alvarado,
Ver.- Con seguridad lo has visto en algunas de las
grandes peceras marinas de centros de investigación, en acuarios
del país como el del puerto de Veracruz o, tal vez, en revistas
especializadas sobre la vida en el mar.
Si bien es cierto que su apariencia física no es la más
agradable, sí lo es para quienes lo conocen y saben que es
un animal amigable y de tierna mirada… les hablo del manatí.
Éste es un mamífero marino del orden de las sirenias
que habita en las costas o en las desembocaduras de los ríos
o estuarios, y que se encuentra lamentablemente en peligro de extinción.
Su nombre científico es Trichechus manatus, del griego tri
(tres) y chehus (uñas), por las tres pequeñas uñas
que pueden apreciarse en sus aletas pectorales.
El manatí es un apacible mamífero marino que discurre
sus días en aguas costeras poco profundas consumiendo la
vegetación acuática de estuarios y riveras, a ello
se debe que también se le conozca como “vaca marina”.
Su
cuerpo es grande y cilíndrico, parecido al de una foca; casi
no tiene pelo y su piel es gruesa y dura, parecida a la de un elefante.
Posee patas delanteras modificadas en forma de aletas y el rabo
aplastado, redondeado, formando una especie de aleta poderosa para
zambullirse. Su rabo es más que eficiente para moverse bajo
el agua, por lo que no tiene patas traseras. Aunque por lo regular
es de color gris, se encuentran ejemplares de color café.
Es
un animal tímido e inofensivo que gusta del nado solitario,
excepto cuando la madre tiene crías o cuando es temporada
de apareamiento. Y, ¡ojo!, hay que hacer una precisión:
el manatí no es un pez, es un mamífero marino. Al
igual que los delfines y las ballenas tiene más semejanza
y cercanía con en el ser humano que con los demás
habitantes del mar, ya que este simpático animal también
respira aire como nosotros, sin embargo, puede permanecer sumergido
hasta por 20 minutos, pues sus orificios nasales, localizados un
poco más arriba de la boca, se cierran herméticamente.
En México, los manatíes se encuentran confinados a
una estrecha franja que va desde Nautla, Veracruz, hasta la frontera
con Belice, especialmente en los ríos cercanos a Alvarado,
Veracruz. También se han encontrado algunos especímenes
en los humedales de Chiapas y Tabasco, así como en las bahías
de Quintana Roo y, en menor cantidad, en las costas de Tamaulipas,
en el noreste de México.
La
uv y el manatí
A pesar de la rápida alteración de su ambiente natural,
de la contaminación y la cacería furtiva, aún
sobrevive en aguas tropicales de las cuencas del Caribe y el Golfo
de México. En nuestro estado, la región de Alvarado
es uno de los pocos refugios que le quedan. El sistema de lagunas
de Alvarado, residencia natural de este mamífero, está
conformado por tierras inundables, dunas costeras, manglares, lagunas
y ríos.
Desgraciadamente
estos ecosistemas y las sociedades pesqueras que en ellos se han
desarrollado, enfrentan en la actualidad una difícil situación
que pone en riesgo su ciclo de vida.
Conscientes de su importancia como fauna de esta zona, investigadores
del Instituto de Investigaciones Biológicas de la uv (iib),
en colaboración con la asociación civil Pronatura,
crearon el proyecto Educación Ambiental y Planeación
Participativa para la Conservación del Manatí de Alvarado.
El objetivo de este proyecto, señala Alejandro Ortega Argueta,
investigador del iib y del Instituto de Ecología (Inecol),
consiste no sólo en completar la información sobre
el manatí en México (proporcionando datos de la región
de Alvarado), sino en contribuir a su protección, estimulando
un cambio en la actitud de la población para involucrarla
en el cuidado de esta especie.
Agregó también que la presencia del manatí
en el sistema lagunar de Alvarado responde a que es una zona rica
en recursos naturales, de enormes lagunas costeras, zonas bajas
conectadas con ríos y pantanos que, en suma, abarcan una
extensión de más de 300 mil hectáreas, además
de contar con aproximadamente 10 ríos. Es en este sitio donde
se ha comprobado que el manatí puede disfrutar de varias
áreas para alimentarse, sobre todo con la vegetación
acuática que abunda en ella.
Su dieta incluye lirios, algas, pastos e incluso el pasto forrajero
de las orillas, hojas y raíces de mangle, así como
todas las plantas acuáticas del lugar. En este sistema de
lagunas, el manatí tiene otro factor que le favorece: el
agua dulce y cálida (entre 16 y 26 grados celsius) que es
la que más prefiere.
Ortega Argueta informó que como parte de la campaña
de concientización para la protección de los humedales,
se escogió a este simpático animal para que, con su
imagen amigable fuera bandera de todas las acciones de gestión
y manejo de recursos naturales de la región que abarca el
iib. “Lo que realmente nos preocupa en el Instituto es hacer
conciencia en la gente para que conserven todos los recursos naturales,
sus lagunas y manglares, las especies aprovechables para la pesca,
la fauna y lograr con ello conservar todo el ecosistema de la región”.
Así,
el manatí ha servido para hacer campaña y la gente
lo ha tomado con muy buen ánimo. Por esta razón, hay
ya en puerta varios proyectos productivos con pescadores, con quienes
se ha pensado hacer un vivero para reforestar el manglar; destacan
también otros proyectos, como el de acuacultura en comunidades
que se ubican en lugares apartados del sistema lagunar, así
como el programa de educación ambiental, donde se platica
con las personas de la región sobre problemas como la basura
y la sobreexplotación pesquera, en una labor de difusión
que lleva a
cabo
la Universidad Veracruzana desde hace más de cinco años,
con muy buenos resultados.
Bien, pero volviendo al tema en cuestión, he de decir que,
después de realizar un recorrido por la zona, no es fácil
hacer contacto con el manatí; a pesar de los muchos y constantes
recorridos en lancha o avioneta, no se le detecta inmediatamente.
La razón es lo turbio de las aguas y la presencia de lirio
acuático. Sin embargo, platicando con algunos pescadores,
almejeros y camaroneros que viven y trabajan en los alrededores
de la laguna, es como se ha podido constatar su presencia, número
de ejemplares y su actividad.
Además, los investigadores del iib mantienen una constante
presencia en la zona para rescatar a manatíes huérfanos
o abandonados, y llevarlos al acuario del puerto de Veracruz, lugar
en el que hasta el momento han sido atendidos “Pablo”
y “Silvia”, encontrados en la comunidad de Arbolillo.