Año 2 • No. 76 • septiembre 30 de 2002
Xalapa • Veracruz • México
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Antología, de Augusto Monterroso
La obra de Augusto Monterroso (1921) ocupa ya un sitio preponderante en el universo de las letras. Su versátil inventiva y su lenguaje son cuidadosamente detallados por el fino cincel de la concisión y la brevedad (que gran sector de la crítica califica de minimalismo). Al igual que Pigmalión, a través de la escritura Monterroso ha dado vida a mundos en los que convergen la fábula, la ironía, la reflexión –marcada por el sino del diálogo– y, sobre todo, una conciencia lúdica que refleja su amor hacia la literatura.
Para festejar los ochenta años de este maestro, quien con sencillez pone a la palabra en revolución, la Editorial de la
Universidad Veracruzana se une a este tributo con la publicación de una antología de sus textos, preparada por el crítico José Luis Martínez Morales. En las páginas de este volumen se configura a un autor que experimenta con la fábula, la memoria, la bitácora de escritura, el diario y el ensayo, trazándose mapa introductorio a la cartografía de Monterroso. Si es verdad que, a través de la palabra escrita, podemos inventar no sólo un mundo, sino también a nosotros mismos, prueba fehaciente de ello es Augusto Monterroso.
Este libro será presentado en la II Feria Internacional del Libro Universitario el próximo viernes 4 de octubre, a las 19:15 horas, en el auditorio 1 del Gimnasio del Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte.
Del Tajín a Venecia: un regreso a ninguna parte
En este libro, Teresa García Díaz, académica del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la uv, utiliza los conceptos de la teoría de la recepción para analizar el proceso de la lectura y la forma en que el lector se relaciona con el texto, tomando como objeto de estudio una novela que sintetiza la estética de Sergio Pitol: Juegos florales.
Bajo los lineamientos del dialogismo planteado por Bajtín –quien considera que la vida es participar en un diálogo, que implica preguntar, poner atención,
responder, estar de acuerdo–, García Díaz sienta las bases de una cartografía de lectura en la que consigna sus gozos y frustraciones en la realización de su empresa, dada la complejidad de la obra de Pitol. Es un registro puntual donde corrobora “las múltiples y opuestas posibilidades de sentido que ofrece un mismo texto en una sola y en distintas recepciones realizadas por un lector”.
Teresa García contrasta su lectura con otras obras de Pitol, ahonda en sus temáticas, marcas de lectura y procedimientos narrativos, al igual que desglosa la multiplicidad de voces y planos, referencias paratextuales, tipología de narradores, el humor y la parodia. Así, demuestra que Pitol rompe con lo que se entiende tradicionalmente como novela.
En su estudio, esta investigadora cubre las instancias fundamentales de la vinculación texto-lector: estructura narrativa (texto creado por el autor), apelativa (en la que interviene la concretización del lector) y recepción real, que “proviene del lector y está dirigida al texto”, basándose tanto en su propuesta de lectura como en las opiniones de algunos representantes de la crítica literaria.
La continua, eterna construcción de la realidad
En Necesidad de conciencia, Anthropos (2002) en coedición con el Colegio de México, La Escuela Normal Superior de Michoacán y la Universidad Veracruzana, Hugo Zemelman repasa las mínimas razones que el hombre tiene para aceptar su obligada condición humana, a través de la construcción de su propia historia, en la que aparece henchido de orgullo ante y en el mundo.
El hombre de Zemelman construye su historia con base en circunstancias no elogiadas y consecuencias para él incontrolables, manteniéndose a pesar de todo erguido y desafiante.
Esta aceptación de su destino, de su inevitable muerte, hace que el hombre acepte y se resigne a su condición inmanente de rebelde. Es la vida lo que lo empuja más allá de lo orgánico, siendo esto lo que hace que lo verdaderamente trascendente e importante sea inmanente a la vida misma.
Hugo Zemelman nos demuestra que el individuo es el único culpable de la creación y establecimiento de límites, elaborados por él y para él con el simple pretexto de ser sobrepasados.
Necesidad de conciencia es un libro que recrea el discurso acerca de la realidad que nos rodea, privilegiando los planos de la existencia y la historia del hombre, constituyendo a la vez una forma de lenguaje que permite expresar la forma en la que el sujeto recupera al mundo, y viceversa.
El individuo no llega a ser otra cosa más que un ente que se desplaza “entre” su nacimiento y su muerte, pero lo que hay que observar con detenimiento es justamente este “entre” que se vuelve descomunal en su trayectoria por la vida.
La sociedad en esta ocasión no está vista como un simple mecanismo de reproducción y adaptación de los individuos, sino como creación y producción de si misma. Zemelman hace hincapié en que es a través del conocimiento y de la reflexión que el hombre define y transforma su relación con el entorno, no se trata de nada ni de nadie más, es el individuo mismo quien lo construye.