Año 2 • No. 76 • septiembre 30 de 2002
Xalapa • Veracruz • México
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Humboldt y el vómito prieto
Adalberto Tejeda Martínez (Facultad de Ciencias Atmosféricas)
A fines del siglo XIX todavía eran frecuentes los casos de “vómito prieto” –padecimiento también llamado fiebre amarilla– en regiones húmedas y cálidas. En Memphis, Río de Janeiro, La Habana o Veracruz, las banderas amarillas ondeaban en las azoteas como señal de cuarentena, inconfundible incluso para niños o analfabetas.
A inicios del siglo xx se entendió la forma de contagio, se tomaron las medidas sanitarias y la enfermedad quedó controlada. Los médicos Carlos Juan Finlay (cubano) y Patrick Manson (estadounidense) jugaron un papel fundamental en la comprensión científica del fenómeno.
El mal se caracteriza por fiebre continua, hemorragias, piel y conjuntivas amarillentas y vómitos negruzcos. Para Francisco Javier Alegre, la enfermedad fue importada a Veracruz en 1699 por un buque inglés cargado de esclavos
negros, pero el otro historiador jesuita veracruzano, Clavijero, afirma que en 1725 la enfermedad era desconocida en estas regiones. Como sea, uno de los primeros en documentarla y estudiarla en el puerto de Veracruz con lo que se llama método científico, fue el naturista prusiano Alexander von Humboldt.
El sabio de 33 años ingresó a la Nueva España por Acapulco el 23 de marzo de 1803. El 20 de enero de 1804 salió de la Ciudad de México rumbo al puerto de Veracruz; el 7 de febrero alcanzó la cima del Cofre de Perote; llegó a la ciudad de Veracruz el 19 de febrero y salió rumbo a La Habana el 7 de marzo. Durante el mes que estuvo en territorio veracruzano realizó algunas observaciones originales que publicó en el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España.
El famoso libro se editó por primera vez en 1809 en alemán. La traducción al español, por parte de Porrúa, se imprime desde 1965. Gracias al índice alfabético, en el volumen de 700 páginas uno ubica fácilmente las especulaciones de Humboldt sobre la conveniencia de un canal que una al Atlántico con el Pacífico a través de la línea Coatzacoalcos-Salina Cruz, versión de la época del Plan Puebla-Panamá.
Allí aparecen detalles de la geografía de Veracruz, La Antigua, Xalapa, Perote, Alvarado, Córdoba, Tlacotalpan, Misantla, La Rinconada y otras; se menciona a los ríos Coatzacoalcos, Pánuco y “De Alvarado” (Papaloapan) como posibles vías de transporte; se comenta sobre los beneficios de la vainilla en Colipa, Nautla y Papantla, así como del tabaco en Córdoba; resalta la importancia económica de la planta purgante conocida como la “Xalapa”, de la que entonces se consumían anualmente en Europa 7 mil 500 quintales (unas 345 toneladas).
Cuando faltaba más de un siglo para que los escandinavos postularan la teoría del frente polar y se iniciara la meteorología moderna, el capitán Bernardo de Orta y Humboldt concluyeron que, antes de la entrada del “norte”, es notoria una variación en el barómetro. Este resultado lo basaron en el análisis de más de 21 mil registros de temperatura del aire, precipitación pluvial y presión atmosférica, que registraba cuidadosamente Orta desde 1790 en el castillo de San Juan de Ulúa.
Sobre las epidemias de “vómito prieto”, Humboldt refiere que los hospitalizados entre 1778 y 1794 en Veracruz fueron 16 mil 835, contra 57 mil 213 del periodo de auge de la epidemia (1795-1802). La cuarta parte no sobrevivió.
A partir de los 21 mil registros meteorológicos de San Juan de Ulúa ya mencionados, el científico alemán concluyó que en el semestre de mayor frecuencia de “nortes”, la temperatura ambiente disminuye y la incidencia de la enfermedad también, en lo que es una de las primeras “correlaciones” entre tiempo atmosférico y enfermedad, es decir, un antecedente de la moderna bioclimatología médica.
Se adelantó a explicar el papel que jugaban los encharcamientos en la proliferación de insectos transmisores de la enfermedad, y sugirió que los pozos fueran sustituidos por un canal de agua dulce proveniente de la desembocadura del río Jamapa (la hoy conurbada Boca del Río). Además, se manifestó en contra de la opinión que empezaba a cundir en la época, de que la ciudad fuera trasladada tierra adentro, pues hizo ver que el área de influencia llegaba hasta El Lencero, a casi 40 leguas del puerto (unos 150 kilómetros), pero que no eran atacados los nativos sino los recién desembarcados, lo mismo esclavos que aventureros o señores.
Estudios como los bosquejados en los párrafos previos abundan en la obra que Humboldt produjo en sus 90 años de vida. Basten estos ejemplos para ilustrar por qué algunos científicos modernos lo siguen considerando el padre de la climatología.