A
fines del siglo XIX todavía eran frecuentes los casos de
“vómito prieto” –padecimiento también
llamado fiebre amarilla– en regiones húmedas y cálidas.
En Memphis, Río de Janeiro, La Habana o Veracruz, las banderas
amarillas ondeaban en las azoteas como señal de cuarentena,
inconfundible incluso para niños o analfabetas.
A inicios del siglo xx se entendió la forma de contagio,
se tomaron las medidas sanitarias y la enfermedad quedó controlada.
Los médicos Carlos Juan Finlay (cubano) y Patrick Manson
(estadounidense) jugaron un papel fundamental en la comprensión
científica del fenómeno.
El mal se caracteriza por fiebre continua, hemorragias, piel y conjuntivas
amarillentas y vómitos negruzcos. Para Francisco Javier Alegre,
la enfermedad fue importada a Veracruz en 1699 por un buque inglés
cargado de esclavos |
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negros,
pero el otro historiador jesuita veracruzano, Clavijero, afirma
que en 1725 la enfermedad era desconocida en estas regiones. Como
sea, uno de los primeros en documentarla y estudiarla en el puerto
de Veracruz con lo que se llama método científico,
fue el naturista prusiano Alexander von Humboldt.
El sabio de 33 años ingresó a la Nueva España
por Acapulco el 23 de marzo de 1803. El 20 de enero de 1804 salió
de la Ciudad de México rumbo al puerto de Veracruz; el 7
de febrero alcanzó la cima del Cofre de Perote; llegó
a la ciudad de Veracruz el 19 de febrero y salió rumbo a
La Habana el 7 de marzo. Durante el mes que estuvo en territorio
veracruzano realizó algunas observaciones originales que
publicó en el Ensayo político sobre el reino de la
Nueva España.
El famoso libro se editó por primera vez en 1809 en alemán.
La traducción al español, por parte de Porrúa,
se imprime desde 1965. Gracias al índice alfabético,
en el volumen de 700 páginas uno ubica fácilmente
las especulaciones de Humboldt sobre la conveniencia de un canal
que una al Atlántico con el Pacífico a través
de la línea Coatzacoalcos-Salina Cruz, versión de
la época del Plan Puebla-Panamá.
Allí aparecen detalles de la geografía de Veracruz,
La Antigua, Xalapa, Perote, Alvarado, Córdoba, Tlacotalpan,
Misantla, La Rinconada y otras; se menciona a los ríos Coatzacoalcos,
Pánuco y “De Alvarado” (Papaloapan) como posibles
vías de transporte; se comenta sobre los beneficios de la
vainilla en Colipa, Nautla y Papantla, así como del tabaco
en Córdoba; resalta la importancia económica de la
planta purgante conocida como la “Xalapa”, de la que
entonces se consumían anualmente en Europa 7 mil 500 quintales
(unas 345 toneladas).
Cuando faltaba más de un siglo para que los escandinavos
postularan la teoría del frente polar y se iniciara la meteorología
moderna, el capitán Bernardo de Orta y Humboldt concluyeron
que, antes de la entrada del “norte”, es notoria una
variación en el barómetro. Este resultado lo basaron
en el análisis de más de 21 mil registros de temperatura
del aire, precipitación pluvial y presión atmosférica,
que registraba cuidadosamente Orta desde 1790 en el castillo de
San Juan de Ulúa.
Sobre las epidemias de “vómito prieto”, Humboldt
refiere que los hospitalizados entre 1778 y 1794 en Veracruz fueron
16 mil 835, contra 57 mil 213 del periodo de auge de la epidemia
(1795-1802). La cuarta parte no sobrevivió.
A partir de los 21 mil registros meteorológicos de San Juan
de Ulúa ya mencionados, el científico alemán
concluyó que en el semestre de mayor frecuencia de “nortes”,
la temperatura ambiente disminuye y la incidencia de la enfermedad
también, en lo que es una de las primeras “correlaciones”
entre tiempo atmosférico y enfermedad, es decir, un antecedente
de la moderna bioclimatología médica.
Se adelantó a explicar el papel que jugaban los encharcamientos
en la proliferación de insectos transmisores de la enfermedad,
y sugirió que los pozos fueran sustituidos por un canal de
agua dulce proveniente de la desembocadura del río Jamapa
(la hoy conurbada Boca del Río). Además, se manifestó
en contra de la opinión que empezaba a cundir en la época,
de que la ciudad fuera trasladada tierra adentro, pues hizo ver
que el área de influencia llegaba hasta El Lencero, a casi
40 leguas del puerto (unos 150 kilómetros), pero que no eran
atacados los nativos sino los recién desembarcados, lo mismo
esclavos que aventureros o señores.
Estudios como los bosquejados en los párrafos previos abundan
en la obra que Humboldt produjo en sus 90 años de vida. Basten
estos ejemplos para ilustrar por qué algunos científicos
modernos lo siguen considerando el padre de la climatología. |