Año 2 • No. 76 • septiembre 30 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Los indígenas comienzan a ser sujetos
de su historia: Jan de Vos
Iván Maldonado Rosales

Jan de Vos
Excluidos de los proyectos de nación, los pueblos indígenas de México soportaron por más de 500 años la marginación, la sobreexplotación y el atraso; sus peticiones de justicia, reparto de tierras, libertad y respeto a su dignidad las sepultó el estruendo de las balas.
Sin embargo, en la historia reciente –sobre todo en Chiapas, a raíz del surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)– los indígenas han comenzado a asumir un protagonismo cuyos alcances, incluso, ya se conocen en la escena internacional.
No obstante que el movimiento zapatista ha recibido el apoyo de diversos sectores de la población y de organismos no gubernamentales, todavía se niega la raíz indígena por asociarla con el atraso, la ignorancia y, por qué no, con un color de piel distinto al blanco.
Para el historiador Jan de Vos –quien por más de 25 años ha estudiado la antigua Lacandonia– hay que restituirles la dignidad a los indígenas, pues son “descendientes de los pueblos originarios de México”, lo cual ha hecho patente en su libro Nuestra raíz, que escribió en español y en cuatro lenguas de Chiapas. Asimismo, abogó porque “en cualquier universidad de México, y hasta en cualquier bachillerato, los alumnos tengan como materia obligatoria una introducción al mundo indígena, a esta tercera raíz”, a través de una lengua indígena que se hable en la región donde se encuentren las instituciones educativas. Sólo así podrá conocerse y valorarse.
Entrevistado durante su breve estancia en Xalapa, donde presentó el libro Encrucijada y destino de la Provincia de las Chiapas, del joven historiador Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz, este investigador de origen belga, formado en su país con los jesuitas, habló sobre su experiencia como historiador, la visión del indígena por parte del europeo y su lectura acerca del momento actual en Chiapas, donde “estamos frente a un despertar de la población autóctona impresionante”.
De entrada, mencionó que los indígenas de México han tenido la experiencia, “tanto en la época colonial como en los dos siglos que siguen, de no estar realmente integrados a lo que yo llamaría la ‘casa mexicana’, que sería como la sociedad. Su destino ha sido, hasta la fecha, acampar fuera de la casa o estar viviendo en el traspatio. Lo que ellos piden, con una fuerza cada vez mayor, es ser aceptados dentro de esta casa, pero (…) teniendo una habitación aparte, decir ‘la casa mexicana tiene muchas habitaciones’, un México que son muchos méxicos.
“Los indígenas piden que se les dé una de esas habitaciones. Ellos no quieren de ninguna manera ser independientes; lo primero que afirman es que son mexicanos, y quieren seguir siéndolo, pero dentro de esa casa mexicana, integrados, respetando su idiosincrasia, su identidad.”
Sus usos y costumbres…
Yo no utilizaría demasiado esto. Porque la idea del área indígena va mucho más allá de los usos y costumbres. Yo vengo de fuera, y desde ahí veo que México tiene una riqueza enorme, que nosotros los europeos no poseemos. Los europeos vivimos en una cultura que proviene de dos raíces, la grecolatina y la judeocristiana, que también existen en México desde la Conquista, con la llegada de los españoles. Pero hay una tercera raíz en México que es la gran envidia, no diría de todos los europeos, pero sí de los que han tenido la suerte de conocerla: la mesoamericana. Y esta raíz está muy viva todavía en los indígenas, y de alguna manera escondida en los mestizos.

Aunque lo neguemos…
Exacto. Y hay un gran problema. ¿Por qué los mestizos mexicanos niegan esta raíz? Porque para ellos su aceptación tiene que ver con retraso, con aislamiento. Ellos prefieren muchas veces no ser recordados con esta raíz, aunque en muchas costumbres, y físicamente también, el mestizo está conectado con ella. En mi experiencia personal, fue importante descubrir la enorme riqueza que tiene la raíz mesoamericana acercándome a la población indígena, en mi caso, la de Chiapas.

“En cualquier universidad de México, y hasta en cualquier bachillerato, los alumnos deberían tener como materia obligatoria una introducción al mundo indígena”
En el libro Nuestra raíz, mi plan era en primer lugar regresar algo a los indígenas de Chiapas, que yo había podido utilizar como objeto de estudio y como tema de mis libros. Hacer lo que yo consideraba que podía contribuir al aumento de su dignidad, para que este libro les diera la oportunidad de sentirse orgullosos de su propio pasado y de su propia historia. Y, al mismo tiempo, convencer a los mestizos de esta raíz indígena.
Eso es lo que yo traté de hacer con Nuestra raíz, pensando en este vacío que existe tanto en el mestizo como en el indígena, porque el indígena tampoco conoce bien su historia debido a que nunca tuvo oportunidad de acercarse a ella.

¿Qué le ha dejado su formación como jesuita en la comprensión de los indígenas?
Yo no conectaría directamente mi formación jesuita con el acercamiento al mundo indígena porque, como yo me formé plenamente en Europa, sin ninguna idea de venir a trabajar a México en aquel entonces, no veo directamente esta relación.
Obviamente, llegando a México me encuentro con un país donde la tradición de trabajo científico, pero también misionero de los jesuitas ha sido sumamente fuerte, porque toda la parte norte de México ha sido tierra de misión. En primer lugar, pensemos en el padre Kino, que va a misionar a California desde el sur hasta el norte, donde ahora está la ciudad de San Francisco.
Con los jesuitas sí hubo siempre este doble trabajo: por un lado, el misionero, por otro, el de enseñanza más bien a los mestizos y, junto con éste, uno de estudio.
Yo, al llegar como jesuita a México, empiezo a trabajar no como científico o académico, sino como misionero. Es en el contacto con la teología de la liberación, que estaba empezando en América Latina –estoy hablando de 1973– cuando a mí me piden en un momento dado, dentro de este proyecto que lleva la teología de la liberación, ayudar a los indígenas a ser sujetos de su propia historia, una expresión que se utilizaba mucho en aquel entonces. Teníamos que apoyar a lo indígenas para que llegaran a ser sujetos de su propia historia.

¿Los indígenas de Chiapas ya son sujetos de su historia?
En la historia reciente, el indígena, sobre todo dentro de una historia de resistencia, está cada vez más presente. Empezamos a ver en las últimas décadas del siglo XX un surgimiento impresionante de los indígenas; también en Chiapas hay municipios que se están indianizando, donde los mestizos se están yendo o ya se fueron.
Eso empezó en los setenta, cuando en varios pueblos indígenas expulsaron a los no indígenas. El panorama es muy complejo, y yo veo realmente que en varias partes de Chiapas la población indígena está cobrando cada vez mayor fuerza. Un ejemplo es Oconsingo, donde está la selva Lacandona. Por la colonización que hubo a partir de mediados del siglo xx, este municipio se pobló de indígenas. La gran mayoría es indígena.
Si entre esos indígenas empieza un movimiento de organización política, por un lado, y político-militar, por otro (que desemboca en el ezln), ya estamos frente a un despertar de la población autóctona impresionante. Frente a este fenómeno, los mestizos y criollos de Chiapas no tienen ninguna respuesta, creo yo, porque nunca se imaginaron que eso sucediera.