Año 2 • No. 76 • septiembre 30 de 2002
Xalapa • Veracruz • México
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Autocontemplación, atraso y muerte
de las civilizaciones
Cuando una civilización se pasa contemplándose el ombligo sólo significa una cosa: atraso cultural, y esto vaticina su muerte, comentó el afamado historiador Jacques Lafaye durante una charla informal, como él mismo la calificó, con estudiantes del Doctorado en Historia y Estudios Regionales de la Universidad Veracruzana.
La semana pasada, en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S), Jacques Lafaye, alumno de Marcel Bataillon entre otras figuras reconocidas del quehacer intelectual francés, definió al historiador como un Sherlock Holmes del pasado, que minuciosamente busca algún indicio que marque el rumbo de su investigación.
Aconsejó a los interesados en el trabajo historiográfico sospechar de la innovación, porque las ideas no surgen de la nada, circulan entre generaciones y en un medio cultural específico. Además, los exhortó a no adoptar teorías y doctrinas de moda, pues, según él, no son sino sedimentos intelectuales que el tiempo se encarga de liquidar.
Sobre el trabajo duro del historiador, apuntó que éste ha de meter de lleno la cabeza en los datos a la caza de las múltiples sugerencias que puedan hacer los libros, tratar de pensar tal y como el que escribió el libro y por qué lo hizo, y no perder de vista el contexto, una visión panorámica de los hechos, para así tener una perspectiva de conjunto y situar los pequeños temas que interesan al historiador.
Escepticismo y distancia, las obligaciones
del historiador: Jacques Lafaye
Mientras compartía su experiencia personal, Lafaye afirmó que hace falta curiosidad, así como contar con buenos maestros y abundantes lecturas, para ir construyendo modelos de pensamiento que orienten al investigador en el armado de su investigación, lo que comparó con el levantamiento de un andamio.
Agregó que la historia de la literatura latinoamericana, por ejemplo, no puede contemplarse como una isla, pues Joyce y Stendhal, entre otros, están presentes en la creación de los autores hispanoparlantes.
Dijo que es obligación del historiador lograr el desarraigo cultural y romper el cordón umbilical de la cultura materna, para hacerse de un panorama más amplio, por lo que es necesario buscar una distancia prudente y un escepticismo frente al objeto de estudio, y así, acceder al pasado en función de las realidades culturales de la época.
Para finalizar, Jacques Lafaye disertó acerca de la inexistencia de una cultura nacional pura, en referencia al nazismo, pero insistió en no rechazar esto sino sopesarlo, además de advertir que el fanatismo no es privativo de una religión o un pensamiento político, sino que tiene carácter universal.