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Autocontemplación, atraso y muerte
de las civilizaciones
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Cuando
una civilización se pasa contemplándose el ombligo
sólo significa una cosa: atraso cultural, y esto vaticina
su muerte, comentó el afamado historiador Jacques Lafaye
durante una charla informal, como él mismo la calificó,
con estudiantes del Doctorado en Historia y Estudios Regionales
de la Universidad Veracruzana.
La semana pasada, en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
(IIH-S), Jacques Lafaye, alumno de Marcel Bataillon entre otras
figuras reconocidas del quehacer intelectual francés, definió
al historiador como un Sherlock Holmes del pasado, que minuciosamente
busca algún indicio que marque el rumbo de su investigación.
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Aconsejó
a los interesados en el trabajo historiográfico sospechar
de la innovación, porque las ideas no surgen de la nada,
circulan entre generaciones y en un medio cultural específico.
Además, los exhortó a no adoptar teorías y
doctrinas de moda, pues, según él, no son sino sedimentos
intelectuales que el tiempo se encarga de liquidar.
Sobre el trabajo duro del historiador, apuntó que éste
ha de meter de lleno la cabeza en los datos a la caza de las múltiples
sugerencias que puedan hacer los libros, tratar de pensar tal y
como el que escribió el libro y por qué lo hizo, y
no perder de vista el contexto, una visión panorámica
de los hechos, para así tener una perspectiva de conjunto
y situar los pequeños temas que interesan al historiador. |
Escepticismo
y distancia, las obligaciones
del historiador: Jacques Lafaye |
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Mientras
compartía su experiencia personal, Lafaye afirmó que
hace falta curiosidad, así como contar con buenos maestros
y abundantes lecturas, para ir construyendo modelos de pensamiento
que orienten al investigador en el armado de su investigación,
lo que comparó con el levantamiento de un andamio.
Agregó que la historia de la literatura latinoamericana,
por ejemplo, no puede contemplarse como una isla, pues Joyce y Stendhal,
entre otros, están presentes en la creación de los
autores hispanoparlantes.
Dijo que es obligación del historiador lograr el desarraigo
cultural y romper el cordón umbilical de la cultura materna,
para hacerse de un panorama más amplio, por lo que es necesario
buscar una distancia prudente y un escepticismo frente al objeto
de estudio, y así, acceder al pasado en función de
las realidades culturales de la época.
Para finalizar, Jacques Lafaye disertó acerca de la inexistencia
de una cultura nacional pura, en referencia al nazismo, pero insistió
en no rechazar esto sino sopesarlo, además de advertir que
el fanatismo no es privativo de una religión o un pensamiento
político, sino que tiene carácter universal. |
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