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Presentan
libro sobre los panaderos de Veracruz
Gina Sotelo Ríos |
Al fondo de la panadería, el horno está
encendido. Semeja una pequeña cueva abovedada, tiznada de
hollín, con su lumbre amarilla y naranja que puede verse
desde la calle, siempre que uno se atreva a asomarse. Porque la
panadería suele estar adentro de una casa particular, se
avista desde la sala, está junto a la cocina, con el horno
en el rincón, un altar dedicado al fuego. Crepitante, el
fuego llamea a la altura del torso de un hombre que lo alimenta
con leña de mangle. El horno despierta en los niños
un respeto en el que la visión de las llamas del infierno
se entrevera con un sueño cálido de cortezas de pan
de azúcar y leche fresca para la merienda.
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Germán
Dehesa, Rosa de la Rosa y Juan Miranda comentaron este sábado
un libro aromático y suculento |
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Este
texto fue escrito por el crítico Jaime Moreno Villarreal
para acompañar al libro Humo de leña. Los panaderos
de Veracruz, de la fotógrafa Susana Casarín, editado
por la universidad veracruzana, el Instituto Veracruzano de Cultura
y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, que fue presentado
hace unos días en Xalapa.
Las imágenes de Susana Casarín, como describe Moreno
Villarreal, son un tributo a los encargados del fuego, cuyos hombros
y espaldas parecen de atleta, a los hombres curtidos que introducen
un larguísimo palo por la boca de la cueva. Con él
comienzan a arrollar las brasas mediante movimientos que sugieren
a un canoero que hundiera el remo en el agua, pero aquí el
remo echa humo, coge lumbre.
Se trata de un homenaje sincero a los panaderos inmortales y sus
hornos, a las brasas orilladas para hacer lugar a las charolas donde
se cocerá el pan y los vapores que hacen sudar a todos los
que laboran en torno, mezclando, amasando, moldeando figuras. |
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