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Globalización y Comunicación I
Edgar Inclán Cazarín (Facultad
de Ciencias de la Comunicación) |
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Dentro
del panorama de la comunicación, Latinoamérica sufre
los inconvenientes de basarse en teorías que fueron emitidas
por los llamados “padres” de la comunicación
y teóricos posteriores, que no se adecuan a los problemas
comunicacionales y a la forma en que se manejan los medios en esta
zona.
Muchos jóvenes comunicólogos y personas que se apoyan
en soportes mediáticos están ansiosos por aprender
y empaparse de las teorías generadas pergeñadas por
autores latinoame-ricanos, pero se encuentran con que la mayoría
de las facultades de periodismo o de ciencias de la comunicación
no las manejan dentro de sus programas, sino que siguen con los
viejos paradigmas que, si bien se adaptan a algunas situaciones
comunicacionales de Latinoamérica, no satisfacen y no se
adecuan perfectamente a la realidad social que vivimos en esta parte
del mundo.
Hay personas temerosas de romper los esquemas ya establecidos, y
que tal vez no cuentan con la disposición de estudiar, analizar,
comparar, comprobar lo que los teóricos latinoamericanos
proponen, para aplicarlo en nuestro ámbito.
Ante esta situación, surge la Escuela Latinoamericana de
Comunicación, que pugna por una revalorización y encuentro
con las teorías que son determinantes para entender la realidad
comunicacional de Latinoamérica, la cual no puede ser entendida
desde fuera de su entorno, con teorías que fueron diseñadas
para otros contextos, otras realidades.
Pero ¿a qué se debe que no se valoren los estudios
de los teóricos latinoamericanos? En gran medida a la falta
de difusión por parte de las facultades de periodismo o ciencias
de la comunicación y, principalmente, a la globalización
cultural, que nos dicta hacer a un lado nuestras raíces,
desplazándolas por formas de vida que no se aplican del todo
a nuestro contexto.
Un ejemplo es el rechazo de muchos lectores de comics a las teorías
de Armand Mattelart, quien ha analizado las historietas estadounidenses
y ha descubierto en ellas una fuerte carga ideológica, con
la que nos están implantando su forma de ser, su pensamiento
y nuestra posición como país tercermundista.
Los lectores comunes de comics los ven como una diversión,
un medio de entretenimiento y fantasía; les apasiona leerlos
y es este apasionamiento lo que les impide discernir correctamente
acerca de una realidad que constituye una persuasión lenta
y paulatina que, tarde o temprano, terminan por aceptar, al grado
de que cuando les develan los mensajes entre líneas, los
rechazan y defienden su postura. Cuando esto pasa podemos afirmar
que el trabajo del comic, como aparato ideológico, ha surtido
efecto. |
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Las
ideas de los teóricos de la Escuela Latinoamericana de Comunicación
nos abren los ojos a una realidad en la que estamos inmersos, nos
explican los mecanismos de funcionamiento de los fenómenos
de comunicación propios de Latinoamérica y nos advierten
de los peligros de dejarnos cautivar por la globalización.
Naomi Klein no es latinoamericana, sino canadiense, sin embargo
ha estudiado a fondo la globalización mercadológica,
y de esos estudios nace su libro No logo, que se ha convertido en
el estandarte teórico de los grupos antiglobalización,
pues expone abiertamente |
cómo
somos presa de las marcas transnacionales.
En cada paso que damos y en cada parte que miramos de una ciudad,
incluso pueblos, nos encontramos con alguna marca, un logo, una
frase. Muchas de ellas nos resultarán nuevas, pero otras
no necesitan carta de presentación, pues se han posicionado
ya en nuestra mente y nos remiten no al producto, sino a un estilo
de vida que nos da ese producto.
El punto radica en que cuando vemos un anuncio no compramos el objeto
en sí, sino la marca… ¿Y ésta qué
es? Según algunos especialistas en publicidad es una forma
de mostrar la calidad que sólo ese artículo puede
ofrecer, pero una marca no da los atributos del producto únicamente,
va más allá, ofrece un estilo de vida distinto al
que tenemos, y que es lo que en realidad queremos adquirir cuando
compramos un producto de marca.
Cuando compramos unos tenis no observamos si nos van a servir para
correr, para jugar básquetbol, voleibol, tenis, etcétera;
buscamos los que sean de una marca reconocida y que de preferencia
los usen nuestros ídolos.
Klein afirma que vivimos en una sociedad globalizada que nos inyecta
logos, los cuales se van haciendo parte de nuestra vida, pero que
no dan ese estilo de vida que prometen en cada comercial. Considera
que las marcas nos engañan y estafan a cada momento, y que
somos presa de ellas porque así lo queremos: estamos tan
hambrientos de aceptación que consumimos lo que los demás
consumen; tratamos y nos preocupamos, muchas veces de forma obsesiva,
de estar a la moda, principalmente la gente que conocemos como fresa. |
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