Año 3 • No. 87 • enero 13 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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En el Museo de Antropología de Xalapa...
Continúa la exposición Jades Prehispánicos
Gina Sotelo Ríos

Si gustas de la historia y los resultados de hallazgos arqueológicos realizados en varios puntos del estado de Veracruz, entonces tienes que visitar el Museo de Antropología de Xalapa (MAX) que exhibe, entre muchas otras piezas de gran valor histórico, collares, esculturas ornamentales y de rituales mortuorios, figurillas, hachas, máscaras, orejeras y pectorales de jade que provienen de culturas como la olmeca –y cuyo origen data del 400 al mi1 200 antes de Cristo. Debido a la gran respuesta que ha registrado la exposición: Jades prehispánicos, seguirá abierta hasta el 7 de febrero.

La muestra está conformada por más de 100 objetos, algunos estaban resguardos en las bodegas del MAX y otros fueron aportados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).


El jade es un mineral de gran dureza cuyo nombre geológico viene de un término genérico que describe dos elementos similares, paradójicamente diferentes: jadeita y nefrita. Sus incomparables colores verde manzana brillante y verde imperial fueron muy apreciados por los reyes mayas y emperadores chinos hace miles de años.
Se ha dicho que el verde es el color más común del jade e incluye minerales como cobre, níquel y cromo. Éstos, inherentes a la corteza de la tierra, dan al jade blanco un tinte verde durante el proceso de su creación que puede variar en una gran gama, del blanco puro al negro, verdes en muchas tonalidades y otros más escasos y raros descubiertos recientemente, como el lila, rosado y celeste.

El jade verde era la forma más popular en la cultura maya. Simbolizaba el maíz fertilizado, la abundancia, las plumas de quetzal y la magia sagrada de esa ave, cuyas plumas valen tanto como el jade y más que el oro.

Los mayas manifestaban una pasión por el jade verde delicadamente tallado y brillantemente pulido, y ningún hombre inferior podía poseerlo. Investigaciones antropológicas han demostrado que las piedras y minerales tenían gran valor entre las culturas mesoamericanas no sólo por su carácter ornamental, utilitario y terapéutico, sino también porque se les relacionaba con el poder del universo.

En el México prehispánico, los jades verde y verde-azul eran considerados símbolos de vida y más valorados que el oro, pues concentraban las máximas fuerzas divinas: se identificaban con el agua, la vegetación, el Sol y el sustento.