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Posesión
o propiedad
Santiago Gómez Ortíz (Facultad
de Derecho) |
Indudablemente
que muchos de nosotros alguna vez hemos confundido la posesión
con la propiedad, decimos que tenemos la propiedad de una cosa cuando
la poseemos, he aquí la distinción, mientras que la
primera resulta ser un derecho, la segunda un hecho, la distinción
estriba en que estas dos instituciones recaen sobre cosas y sobre
ellas se mantiene un poder exclusivo para realizar actos materiales
de uso y disfrute. Sin embargo, para explicar la posesión,
de una manera simple, podríamos decir que la posesión
es el hecho de ostentar algo, de aprenderlo con las manos, lógico
es que no podríamos aprender una casa con las manos( y es
una cosa), pero sí con nuestro comportamiento.
Muchos autores tienen serias dificultades para explicar el concepto
y establecer sus límites, aún cuando en ciertas circunstancias
hasta los ignorantes en derecho
la intuyan. |
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Sobre
el tema hay dos posturas, los juristas más tradicionales
y cerrados dicen que no es un derecho, sino un estado de hecho que
produce consecuencias jurídicas, los más actuales
retoman el concepto para explicar que en sus consecuencias jurídicas
recaen el mismo derecho, pues al que posee una cosa se presume como
dueño.
Yo retomo esta última parte para explicar que la posesión
entonces es una garantía provisional, para que una cosa no
caiga en desuso y por lo tanto produzca perturbaciones económicas
en la sociedad.
Con el paso del tiempo la posesión, es decir, la “propiedad”
provisional, puede llegar a convertirse en propiedad legítima,
ya que durante ese lapso no hubo protestas ni inconformidades, sobre
el poseedor. Ya sea de buena o de mala fe, ejemplifiquemos: El poseedor
de mala fe: el ratero que tiene en su poder un reloj, que con el
paso del tiempo y sin reclamos se convierte en dueño, por
que además le compró pilas y lo reparó a su
nombre.
Poseedor de buena fe, el que por encargo disfruta el mismo reloj
y lo repara al igual que el otro y el dueño se muda a otra
parte olvidándose del asunto, con el paso del tiempo también
se convierte en dueño. Como vemos la mala fe no
impide convertirse en dueño, sólo que para tal efecto
la ley impone más tiempo que al de buena fe. |
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