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Edward
W. Said...
El intelectual y la historia
María del Carmen Suárez Rivera* (Facultad de Historia) |

Edward W.
Said |
Nacido
en 1935, de origen palestino, y de religión cristiana protestante
dentro del mundo musulmán, Said –antes que historiador
y cercano observador de la tierra árabe– es un crítico
literario. Egresado de las universidades norteamericanas de Harvard
y Princeton, ha enfocado sus investigaciones y críticas literarias
sobre escritores clásicos británicos del siglo xix
y principios del XX. A través de sus estudios sustentados
en las obras de Joseph Conrad, Rudyard Kipling, Jane Austin y Edward
M. Foster principalmente, Said expone su percepción del colonialismo.
En 1948, cuando el conflicto palestino-israelí se agudiza
por la creación del Estado de Israel, y después con
los conflictos musulmanes en la década de los ochenta, Said
se vio |
especialmente
impulsado a plantear una manera distinta de crítica literaria,
articulada a un fondo político, razón por la que se
le considera gran crítico del concepto “oriental”
usado en Occidente, denunciando que: “El mundo occidental
impone representaciones e imágenes exóticas, violentas,
atrasadas sobre el Oriente, y olvida que el orbe contemporáneo
es en realidad un conjunto de culturas entremezcladas”.
Actualmente, a Said se le reconoce como un intelectual erudito,
en virtud de la multiplicidad temática tratada en diferentes
análisis. Para él, la función del intelectual
dentro de la sociedad contemporánea es la de perturbador
del status quo, la de persistente vigilante y defensor de los avances
relacionados con la libertad, el conocimiento, los derechos humanos,
los pueblos y las tradiciones. Por eso, a Said también se
le ha conocido como un intelectual comprometido con la causa antiimperialista
(y de ahí su autodefinición como “exiliado voluntario”).
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Su
importante trayectoria académica e intelectual se ve materializada
tanto en libros y artículos en publicaciones periódicas,
como en entrevistas, conferencias y debates transmitidos a través
de medios electrónicos. Los estudios desarrollados durante
los últimos 20 años descubren su comprometida vocación
por el arte de representar, que desde su perspectiva, debe combinarse
con el impacto de la fuerza personal. Es decir, que el intelectual
–además de denunciar el estado de cosas– debe
persuadir a sus interlocutores, procurando convencerlos de la necesidad
de una permanente actitud vigilante. Asimismo, y específicamente
con cuatro de sus libros principales (Orientalismos, La cuestión
Palestina, Representaciones del intelectual, y Cultura e Imperialismo),
Said hace un aporte trascendental a la historia cultural.
Su primer texto sobre el mundo árabe data de 1968: “The
Arab-Israeli confrontation of june 1967: An Arabe perspective”.
En la obra titulada Orientalismo expone la diversidad cultural de
lo que los occidentales llaman Oriente, y destaca el carácter
despectivo de este concepto. En 1994 publica The politics of dispossession:
The struggle for palestinian self-determination, 1960-1994, donde
Said refiere la actitud de los intelectuales frente al problema
palestino, en particular, menciona a Noam Chomsky, y también
a políticos como Nelson Mandela.
En la historia de la humanidad, Said reconoce distintos imperios,
pero el interés primordial de su quehacer es ubicar los imperios
de los Estados Unidos, Francia e Inglaterra concretamente, por considerarlos
centrales y con amplio dominio cultural. Para él, el dominio
europeo sobre las colonias se expone de manera inconsciente o conciente
dentro de las obras y creaciones de los diferentes representantes
de las culturas de las metrópolis imperiales (en El corazón
de las tinieblas de Joseph Conrad, en El extranjero
de Albert Camus, en la ópera Aída de Giuseppe
Verdi, por ejemplo). Y es que, según Said, la cultura es
una especie de escenario abierto, muchas veces impregnado por ánimos
nada conciliatorios, donde se enfrentan distintas causas políticas
e ideológicas.
Tal idea se deriva de la aplicación de su particular procedimiento
basado en la revisión de aquellas obras destacadas, mostrando
su relación entre los niveles culturales y de dominación
(el imperialismo). Sin embargo, Said es suficientemente ágil
para no caer en la trampa de suponer o afirmar que las obras y sus
autores están determinados mecánicamente por la ideología
y / o los aspectos económicos. Si bien, considera a los individuos
que las producen como representantes de las sociedades históricamente
definidas.
Finalmente, Said observa al imperialismo como parte importante del
proceso globalizador, y manifiesta la tendencia de éste a
provocar que las identidades entre “occidente” y “oriente”
sean difusas.
Lo anterior, en virtud de que la globalización genera una
especie de culturas entrecruzadas, que en un espacio geográfico
como el norteamericano –nido de múltiples inmigraciones,
donde irrumpen pautas culturales ajenas– comparte una visión
de sí mismo, creada a partir de la definición que
en sí tiene del “otro” y en tanto de regiones
colonizadas.
* Pasante de Posgrado por la UAM-Iztapalapa.
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