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El
Centro de Ciencias de la Tierra, guardián de las fuerzas
de la naturaleza
Ricardo Luna Aburto
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vez más, la fuerza destructiva de la naturaleza quedó
de manifiesto en territorio mexicano. Quienes hemos experimentado
la extraña sensación de constatar que el planeta tiene
vida, supimos a través de los medios de comunicación,
a finales de enero, que en las costas del pacífico había
sido registrado un sismo de proporciones considerables: 7.6 grados
en la escala de Richter.
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Este
sismo, cuyo epicentro fue ubicado en las costas de Colima, fue monitoreado
por el equipo de telemetría que el Centro de Ciencias de
la Tierra de la Universidad Veracruzana (cctuv) posee en la cara
norte del Pico de Orizaba o Citlaltépetl, conocido como caseta
“Pico de Orizaba Halcón Vertical” (POHV).
Ignacio Mora González, director de este centro, mencionó
que, gracias al equipo diseñado por investigadores de la
Universidad Veracruzana y colocado en la estación POHV, los
eventos telúricos pueden ser detectados de manera efectiva,
ya que la altura en la que se encuentran ubicados, proporciona una
buena ganancia para operar los sistemas de monitoreo: “Al
no haber tráfico vehicular o actividad humana por estar en
un lugar muy quieto, nos ha sido posible no sólo registrar
movimientos de tierra importantes, sino también aquellos
que no son perceptibles por el ser humano, como los llamados microsismos,
o algunos de mayor intensidad que pudieran derrumbar parte del cono
volcánico, sin que ocurra una erupción”. |
De
esta forma, mediante las casetas de telemetría sísmica
que la uv instalara como parte de los convenios y acciones anotados
en el Plan Veracruzano de Protección Civil, Veracruz cuenta,
por medio de nuestra casa de estudios, con un registro oportuno
del movimiento sísmico que afectó a Colima, por ejemplo,
así como de dos replicas que tuvieron lugar al día
siguiente.
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Al
indicar que dicho temblor –en el que fallecieron más
de 20 personas– fue de origen tectónico y tuvo que
ver con la zona de subducción de las placas de Cocos y Rivera,
localizadas en las costas del Pacífico mexicano, Ignacio
Mora señaló que actualmente la detección de
sismos se realiza a través de aparatos de posicionamiento
global por satélite GPS, mismos que permiten llevar un registro
detallado de las placas y sus movimientos. |
Este
centro de nueva creación en la UV, realiza importantes
trabajos de prevención en materia de protección
civil |
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Como
ejemplo, citó la utilización de un GPS en Guaymas,
Sonora, donde se ha podido estudiar cuál es la distancia
entre dos puntos de la tierra, y al paso de unos meses hay una nueva
lectura para conocer cuántos centímetros se han separado.
Con esta tecnología se han detectado nuevas fallas en prácticamente
todo el territorio nacional.
Informó que el temblor de las costas de Colima ya estaba
pronosticado, ya que se dio en una zona donde había dejado
de temblar desde hace varios años, tal como lo demuestran
los estudios que el Servicio Sismológico Nacional y la unam
publicaron en el documento Cien años de Sismicidad en México,
donde se consignan los principales sismos superiores a seis grados
que han ocurrido en el país durante los últimos 100
años. |
Pico
de Orizaba |
Esta
clase de registros, aseguró Mora González, son importantes
para la población y las autoridades de protección
civil, ya que brindan la oportunidad de conocer dónde se
puede esperar un sismo fuerte, y lo hizo patente al recurrir al
mapa de la unam e identificar los sitios o zonas de silencio donde
por más de 30 ó 40 años no ha habido movimientos
de esta naturaleza. |
El
sismo de Colima se presentó en una zona que no había
tenido sismos importantes y, por tanto, es posible que la naturaleza
necesitaba descargar energía para reacomodar las placas,
pues el último dato de movimientos telúricos allí
se remontaba a 1932.
Sin embargo, aún quedan tres o más zonas de silencio
en las costas del |
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Pacífico
donde probablemente haya temblores importantes, “entre más
tiempo pase, suponemos que el sismo sería de mayor magnitud”.
No obstante, ante una contingencia como un temblor no es posible
pronosticarlo debido a que ocurren a más de 10 kilómetros
de profundidad, incluso a más de 60 kilómetros. “La
profundidad a la que el hombre ha llegado por actividades como la
extracción petrolera es de 11 kilómetros aproximadamente,
por lo que ante estos fenómenos no se puede hacer nada: no
se puede detener un sismo. Lo que hacemos es observar en qué
lugares y con qué frecuencia se registran para identificar
cuáles serían las zonas más susceptibles a
sufrir movimientos telúricos”. |
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