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El atractivo silencioso...
Las feromonas
Heriberto G. Contreras
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En
medio de la noche caminamos de regreso a casa bordeando el parque
por la acera más distante. En sentido contrario camina un
cuerpo que no nos detenemos a analizar, por la prisa que tenemos
por llegar a ver la serie favorita, por alguna necesidad fisiológica
o por tomar el libro para estudiar para el examen del día
siguiente.
Sin embargo, ese cuerpo, justo cuando pasa frente a nosotros, por
alguna causa |
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desconocida
llama nuestra atención sin haber pronunciado palabra alguna
o hecho un movimiento. Si no hubo ninguna señal física
o sonora, entonces, ¿por qué nuestro repentino interés?
De pronto nos vienen a la mente referencias televisivas propias
de noctámbulos, pues si rascan en su memoria recordarán
que después de la media noche la programación comercial
termina e inicia otra más comercial aún: la vendimia,
como algunos la conocen, en donde te ofrecen un sinfín de
productos que prometen hacerte más esbelto, más rubio,
más hombre con extra vigor, y claro, no podía faltar,
uno que garantiza que atraparás a todos los hombres o mujeres
(según sea el caso) con sólo frotarte un poquito de
tan milagrosa pócima. Hablemos de ésta última.
El nombre comercial no importa, sino el término. Aparece
a cuadro un tipo al que identifican como psicólogo, el cual
promociona la loción milagrosa sobre las feromonas. No sabemos
si creerle, ya que nos hemos vuelto (al menos en el caso de estos
autores) escépticos ante la televisión y sus intentos
de convencimiento. No obstante, compartiremos algunos puntos aparecidos
en la revista New Scientist sobre las feromonas, obtenidos a través
de experimentos.
Si están pensando en mejorar su vida social, quizá
deberían prestar más atención a su olor. Nos
gastamos una fortuna tratando de eliminar el olor corporal, pero,
¿no estaremos cometiendo un grave error? Desde los laboratorios
de investigación nos llega la noticia de que una determinada
clase de olores corporales puede desencadenar una atracción
física mucho más intensa que cualquiera de los mejores
perfumes del mercado.
Al parecer contamos con un par de detectores químicos en
el interior de nuestra nariz: al igual que tenemos un órgano
que responde a los olores comunes, existe otro que responde precisamente
a esos depósitos que se forman en la piel y que cada día
tratamos de eliminar. Estamos hablando –entre otras cosas–
de las feromonas, químicos que empujan a la mayoría
de los animales a un frenesí sexual.
Hace un tiempo, el saber científico tradicional afirmaba
que los humanos no respondíamos a esos mecanismos de estímulo-respuesta
tan básicos. Muchos expertos decían que el órgano
necesario para recibir esas feromonas, llamado vomeronasal, se encontraba
atrofiado y no respondía a los mensajes químicos.
Pero esto ha cambiado debido a que un grupo de investigadores ha
demostrado que el órgano vomeronasal está activo en
los humanos, aumentando la posibilidad de que respondamos a los
mensajeros químicos.
En 1976, los investigadores del Instituto de Cancer Kettering Sloan
de Nueva York observaron que los ratones preferían aparearse
con hembras que tuvieran un conjunto de proteínas en el sistema
inmunológico, el llamado complejo de histocompatibilidad
(MHC). Estas proteínas están presentes prácticamente
en todas las células, caracterizan al individuo, reconocen
los transplantes o microorganismos invasores como extraños
y movilizan las defensas inmunológicas contra ellos. Los
ratones machos fueron capaces de oler el mhc en las hembras y elegir
su pareja en consecuencia.
Parece que los humanos no somos la excepción. Claus Wedekind
y sus colegas de la Universidad de Bern pidieron a estudiantes femeninas
de la universidad que oliesen camisetas sin lavar de hombres desconocidos
y que las clasificaran a partir de lo placentero que les resultaran
los olores, según datos publicados en New Scientist el 6
de Mayo de 1995. Un sistema serológico reveló el genotipo
mhc de todos los participantes.
El estudio fue llevado bajo un escrupuloso control para que nada
pudiese falsear los resultados. Las estadísticas mostraron
que las mujeres encontraban más agradable el olor de hombres
con MHCS diferentes al suyo. |
Lo
más fascinante es que si las mujeres estaban tomando la píldora
anticonceptiva preferían el olor de su mismo mhc. Esto demostró
que las hormonas pueden influir en la elección de la pareja.
¿Es por eso que cuando una mujer deja de tomar la píldora
o queda embarazada se producen perturbaciones en la relación
de pareja?
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Pero
resulta que los hombres también experimentan sensaciones
y cambios por los olores y las feromonas. Se había creído
siempre que los hombres no eran capaces de determinar cuándo
las mujeres están ovulando. Sin embargo, nuevas investigaciones
desde Austria sugieren que aunque no sean conscientes de que una
mujer está ovulando, responden psicológicamente con
un incremento de testosterona.
Astrid Jutte, investigadora del Instituto Ludwiwigg Boltzmann de
Etologia Urbana en Viena, realizó estudios en 106 hombres,
divididos en cuatro grupos. A tres de los grupos se les pidió
que inhalaran uno de los tres ácidos grasos llamados copulins,
que normalmente se encuentran en las secreciones vaginales durante
diferentes momentos del ciclo menstrual. Una de las copulins pertenecía
a la ovulación, otra a la menstruación y la tercera
a otro punto en el ciclo. El cuarto grupo inhaló vapor de
agua.
Jutte encontró que los niveles de testosterona en la saliva
de los hombres expuestos al olor de la ovulación se incrementaron
al doble, mientras que quienes olieron el vapor de agua redujeron
a la mitad sus niveles. Los niveles en los otros dos grupos aumentaron
ligeramente, según la investigadora.
Estudios anteriores mostraron que los monos responden a los olores
de ovulación, pero en el caso de las mujeres este olor está
escondido al hombre. Una de las teorías sugiere que esta
ovulación oculta permite a la mujer engañar a su pareja
si éste se revela como no apto genéticamente.
Sin embrago, Jutte afirma que la idea de que la ovulación
está realmente escondida nunca ha sido probada adecuadamente,
ya que los resultados sugieren una clase especial de ovulación
oculta.
La investigadora señala que muchos mamíferos cuentan
con un órgano diseñado específicamente para
recibir estas señales y alterar su comportamiento o psicología.
Estudios anteriores indican que los humanos también cuentan
con este órgano, que sería el vomeronasal. Aunque
Jutte demostró que los hombres responden psicológicamente
a las mujeres que se encuentran ovulando, no probó si la
ovulación afectaba también el nivel de atracción
de las mujeres por los hombres.
Por otra parte, el doctor Berliner, de la Universidad de Utah, se
interesó en el tema cuando notó hace años que
unas sustancias extraídas de la piel cambiaron el estado
de ánimo de todo el laboratorio: dejaron sus tubos de ensayo
y comenzaron a jugar cartas. Junto con el doctor David Moran, de
la Universidad de Pensilvania, y el doctor Bruce Jafek, de la Universidad
de Colorado, Berliner examinó a los participantes en el experimento
y todos tenían órgano vomeronasal. El equipo se dedicó
a trabajar sobre este órgano y encontró que responde
a químicos muy diferentes de los que afectan nuestro sentido
del olfato.
Berliner ha invertido más de 12 millones de dólares
en investigación y en explotar su descubrimiento. Su compañía
comercializa actualmente perfumes para ambos sexos que contienen
feromonas.
El equipo de Berliner no ha sido capaz de mostrar que los nervios
del órgano vomeronasal van directamente al cerebro, pues,
aunque se sabe mucho de este órgano en las ratas, estudiarlo
en el humano es difícil, ya que no muchas personas están
dispuestas a que les apliquen tintes que sigan las células
nerviosas hasta el cerebro y luego les corten la cabeza para seccionarla
y ver a dónde han ido los tintes.
Así que después de presentarles estos distintos puntos
de vista científicos, podrían pensar de nuevo en el
cuerpo con el que se encontraron aquella noche de frente caminando,
y entender porqué no lo pueden olvidar. Más aún,
por qué desde ese momento no perdemos la oportunidad de pasar
frente al parque todas las noches, imaginando lo que podría
suceder. |
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