Año 3 • No. 93 • febrero 25 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Reg. Veracruz-
 Boca del Río


 Foro Académico


 Observatorio
 de la Ciencia

 Date Vuelo

 Arte Universitario


 Inter Nautas


 
Halcones en Vuelo

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos



 

 

 


Luis Alberto Rodríguez Uriarte (Facultad de Derecho, sea, Orizaba)

Durante los últimos días se han suscitado acontecimientos trascendentales para el futuro del pueblo irakí, pues en el seno del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se discute si Irak será atacado o no, independientemente de las razones, argumentos y pronunciamientos del presidente estadounidense George W. Bush sobre el caso: eliminar los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, disminuir la amenaza del terrorismo internacional, promover la democracia en Irak y las áreas colindantes.

A pesar de que estas razones parecen totalmente válidas, numerosos analistas de la política internacional sostienen que no se justifica de manera fehaciente que Estados Unidos y sus aliados (Gran Bretaña, España y
Bulgaria) pretendan iniciar una guerra unilateralmente en contra del pueblo de Irak.

Ellos establecen como causa principal de este movimiento que la alianza petrolera anglo-estadounidense quiere dejar de depender energéticamente de Arabia Saudita, país que cuenta con más de la cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo crudo. Por esta razón, Arabia Saudita ejerce una influencia enorme que, aunque de manera indirecta, recae sobre la economía de la nación estadounidense.

Al ser Arabia Saudita la principal nación promotora de la OPEP, representa un gran obstáculo para la creación de un imperio petrolero, pues tiende a controlar la disponibilidad mundial del llamado oro negro, acto que afecta a los intereses de los grandes capitales estadounidenses, sobre todo cuando hacen uso de ese poder para influir y cambiar algunas de sus políticas.

Como consecuencia, la única forma de que Estados Unidos disminuya esta dependencia es conquistando Irak y usándolo como fuente alternativa de petróleo, pues Irak es el único país en el mundo con reservas suficientes para frenar a Arabia Saudita.

A pesar de que los inspectores de armas de destrucción masiva (ADM) de la ONU no han detectado hasta el momento la presencia de arsenal prohibido en Irak, la postura estadounidense no cede, aun sin presentar ninguna prueba irrefutable de la existencia de tales armas.

El pasado 14 de febrero parece ser que el espíritu del día de San Valentín invadió el foro internacional del Consejo de Seguridad de la onu, pues la mayoría de sus integrantes manifestaron una total oposición a la política belicista de Washington, respaldando el seguimiento de las labores de inspección de la ONU en Irak.

En todo el mundo se han estado realizando innumerables actos para mostrar repudio total a la guerra y un profundo anhelo de paz, desde una manifestación nudista en Australia hasta manifestaciones artísticas en Nueva York. Pareciera que en este mundo, donde cada día se pierden más los valores universales de la paz y el respeto, una luz brilla en la oscuridad.

Me siento por demás orgulloso de la postura que ha tomado México al oponerse al uso de las armas y apoyar el desarme pacífico de Irak. La posición mexicana ha sido muy clara: “No a la guerra”, “Sí al desarme pacífico”. La agresión armada que pretende el gobierno estadounidense va en contra de los principios de política exterior que rigen a nuestro país, tanto a gobernantes como a gobernados, y que se encuentran señalados en el artículo 89, fracción X de la Constitución Política:
“La autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de las controversias, la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales (…) y la lucha por la paz y la seguridad internacionales”.

Es deber de toda la humanidad preservar la paz como valor supremo regidor de este mundo, y es deber de toda la comunidad universitaria hacer todo lo posible por manifestar el repudio al uso de la violencia en cualquiera de sus formas. Por mi parte, al igual que varios compañeros más, deseamos que la paz se logre y expresamos nuestro total repudio al afán bélico de la superpotencia estadounidense, y esperamos que la comunidad diplomática siga defendiendo de manera decidida y valiente la paz en nuestro planeta.