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Continúa la fiesta fílmica en Xalapa
Roberto Ortiz Escobar
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La
Muestra Internacional de Cine cumple 40 emisiones desde que, en
1971, la Dirección de Cinematografía comenzó
a programarla en el cine Roble de la Ciudad de México. Seis
años después, ya creada la Cineteca Nacional, esta
institución la procuró y arropó a lo largo
de un cuarto de siglo, tiempo suficiente para dimensionar el legado
de un proyecto de difusión fílmica que ha permitido
a varias generaciones disfrutar de un cine alternativo, entendiendo
a éste como la posibilidad de ver películas de cineastas
y países que difícilmente, o a veces nunca, se proyectan
en las cadenas de exhibición comercial.
Para esta semana podrás asistir a: Besos perdidos,
una de las películas más hermosas de la Muestra por
su excelsa fotografía, los ribetes |
musicales
folclóricos, la visión surrealista y la sugestiva
historia de amor y desamor adolescente encarnada por la sensual
Nino Kuchanidze. Con gran sentido del equilibrio, el director Nana
Djordjadze combina retrato costumbrista con visión metafórica,
y humor agridulce con euforia festiva.
Salvajes, película española que aplica un
estilo narrativo frenético y por momentos agobiante con cámara
en mano de frecuentes barridos y obsesivos close up. El uso de video
digital de intención documental enfoca dos móviles
temáticos de ficción: el racismo exacerbado de cierta
juventud española ante la oleada inmigrante africana y la
revitalización amorosa de una mujer cincuentona ajetreada
por la vida, interpretada con intensidad por Marisa Paredes.
La representación de México no podía ser más
afortunada al abordar a un artista conceptual nacido en Xalapa,
Veracruz. Se trata de la cinta Gabriel Orozco, cuyo director,
egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica,
ha sido compañero y amigo de Gabriel. Sin entrar en definiciones
biográficas que pudieran tipificar conducta y personalidad,
Juan Carlos Martín sigue los pasos de Orozco en diferentes
partes del mundo para captarlo en entrevistas, platicando, conviviendo
y recolectando material en la playa o en la calle para sus instalaciones,
lo cual permite observar momentos del proceso creativo. Sin duda,
con Gabriel Orozco estamos frente a uno de los documentales
mexicanos más afortunados de los últimos años. |
Kedma
es el nombre del barco que en mayo de 1948 llevó a la tierra
prometida a decenas de judíos europeos sobrevivientes del
holocausto. Amos Gitaï, el cineasta mayor de Israel, polémico
por su postura fílmica crítica, hizo de Kedma
una cinta de alcance épico sobre el drama de la comunidad
judía excluida por la historia, cuestionando la actitud fundamentalista
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judíos
y palestinos. Una de las mejores obras de la muestra, no obstante
su narración pausada de grandes silencios y discursos prolongados.
La legendaria directora británica de Orlando (1992) pretendió
en Lágrimas del corazón “servir como
‘voz’ a aquellos que fueron (y han sido) silenciados”.
Así, los marginados históricos por la raza, el idioma
y las costumbres, son parte medular de una crónica que empieza
en Rusia en 1927 y culmina en Estados Unidos en la época
contemporánea. En esta superproducción que reivindica
tanto a judíos como a gitanos, la directora pone especial
énfasis en la selección musical: “Envueltos
en este filme están los hilos musicales que expresan diferencias
culturales y sentimientos universales (…), las voces de los
ganadores y los marginales, y cada uno nos recuerda que todos somos
una comunidad mundial”.
El mayor éxito marroquí de las últimas décadas
ha sido El príncipe de la calle (Ali Zaoua), película
sobre niños sin hogar que en tono realista expone una historia
cuyo personaje principal, Ali Zaoua, es un muerto a quien sus dos
mejores amigos quieren darle un “entierro” digno en
el mar. Nabil Ayouch trabajó durante dos años con
niños de la calle para imprimirle a su ficción veracidad
y espontaneidad. El resultado es una conmovedora cinta donde la
mirada verista hace acopio de imágenes surrealistas que expresan
los sueños y deseos de los tres infantes.
Espíritu del Ártico dura 172 minutos, los
cuales amparan una narración de parentesco etnográfico,
basada en una leyenda inuit ubicada en los parajes hostiles del
Ártico. Habitante de la tundra helada en algún momento
de su vida, Zacharias Kunuk supo imprimirle majestuosidad y decoro
a las costumbres de una comunidad, sus ritos chamanes, el trabajo,
las tradiciones y la vida sexual. En medio de todo esto, la gran
lucha del amor frente a la venganza cruel.
La XL Muestra Internacional de Cine culmina con una obra maestra
de Aki Kaurismäki, el cineasta finlandés que en su producción
16 nos sorprende por la narración sobria y los planos fijos.
Una escueta escenografía de fuerte colorido sirve de marco
vivencial a personajes empobrecidos solidarizados con un hombre
que ha perdido sus recuerdos e identidad después de recibir
una tremenda golpiza. El delicioso humor glacial hace de El
hombre sin pasado (Mies Vailla Menneisyytä) uno de los
filmes más disfrutables del primer platillo fílmico
de 2003 en esta ciudad. |
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