Año 3 • No. 93 • febrero 25 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Continúa la fiesta fílmica en Xalapa
Roberto Ortiz Escobar

La Muestra Internacional de Cine cumple 40 emisiones desde que, en 1971, la Dirección de Cinematografía comenzó a programarla en el cine Roble de la Ciudad de México. Seis años después, ya creada la Cineteca Nacional, esta institución la procuró y arropó a lo largo de un cuarto de siglo, tiempo suficiente para dimensionar el legado de un proyecto de difusión fílmica que ha permitido a varias generaciones disfrutar de un cine alternativo, entendiendo a éste como la posibilidad de ver películas de cineastas y países que difícilmente, o a veces nunca, se proyectan en las cadenas de exhibición comercial.
Para esta semana podrás asistir a: Besos perdidos, una de las películas más hermosas de la Muestra por su excelsa fotografía, los ribetes
musicales folclóricos, la visión surrealista y la sugestiva historia de amor y desamor adolescente encarnada por la sensual Nino Kuchanidze. Con gran sentido del equilibrio, el director Nana Djordjadze combina retrato costumbrista con visión metafórica, y humor agridulce con euforia festiva.

Salvajes, película española que aplica un estilo narrativo frenético y por momentos agobiante con cámara en mano de frecuentes barridos y obsesivos close up. El uso de video digital de intención documental enfoca dos móviles temáticos de ficción: el racismo exacerbado de cierta juventud española ante la oleada inmigrante africana y la revitalización amorosa de una mujer cincuentona ajetreada por la vida, interpretada con intensidad por Marisa Paredes.

La representación de México no podía ser más afortunada al abordar a un artista conceptual nacido en Xalapa, Veracruz. Se trata de la cinta Gabriel Orozco, cuyo director, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, ha sido compañero y amigo de Gabriel. Sin entrar en definiciones biográficas que pudieran tipificar conducta y personalidad, Juan Carlos Martín sigue los pasos de Orozco en diferentes partes del mundo para captarlo en entrevistas, platicando, conviviendo y recolectando material en la playa o en la calle para sus instalaciones, lo cual permite observar momentos del proceso creativo. Sin duda, con Gabriel Orozco estamos frente a uno de los documentales mexicanos más afortunados de los últimos años.
Kedma es el nombre del barco que en mayo de 1948 llevó a la tierra prometida a decenas de judíos europeos sobrevivientes del holocausto. Amos Gitaï, el cineasta mayor de Israel, polémico por su postura fílmica crítica, hizo de Kedma una cinta de alcance épico sobre el drama de la comunidad judía excluida por la historia, cuestionando la actitud fundamentalista de
judíos y palestinos. Una de las mejores obras de la muestra, no obstante su narración pausada de grandes silencios y discursos prolongados.

La legendaria directora británica de Orlando (1992) pretendió en Lágrimas del corazón “servir como ‘voz’ a aquellos que fueron (y han sido) silenciados”. Así, los marginados históricos por la raza, el idioma y las costumbres, son parte medular de una crónica que empieza en Rusia en 1927 y culmina en Estados Unidos en la época contemporánea. En esta superproducción que reivindica tanto a judíos como a gitanos, la directora pone especial énfasis en la selección musical: “Envueltos en este filme están los hilos musicales que expresan diferencias culturales y sentimientos universales (…), las voces de los ganadores y los marginales, y cada uno nos recuerda que todos somos una comunidad mundial”.

El mayor éxito marroquí de las últimas décadas ha sido El príncipe de la calle (Ali Zaoua), película sobre niños sin hogar que en tono realista expone una historia cuyo personaje principal, Ali Zaoua, es un muerto a quien sus dos mejores amigos quieren darle un “entierro” digno en el mar. Nabil Ayouch trabajó durante dos años con niños de la calle para imprimirle a su ficción veracidad y espontaneidad. El resultado es una conmovedora cinta donde la mirada verista hace acopio de imágenes surrealistas que expresan los sueños y deseos de los tres infantes.

Espíritu del Ártico dura 172 minutos, los cuales amparan una narración de parentesco etnográfico, basada en una leyenda inuit ubicada en los parajes hostiles del Ártico. Habitante de la tundra helada en algún momento de su vida, Zacharias Kunuk supo imprimirle majestuosidad y decoro a las costumbres de una comunidad, sus ritos chamanes, el trabajo, las tradiciones y la vida sexual. En medio de todo esto, la gran lucha del amor frente a la venganza cruel.

La XL Muestra Internacional de Cine culmina con una obra maestra de Aki Kaurismäki, el cineasta finlandés que en su producción 16 nos sorprende por la narración sobria y los planos fijos. Una escueta escenografía de fuerte colorido sirve de marco vivencial a personajes empobrecidos solidarizados con un hombre que ha perdido sus recuerdos e identidad después de recibir una tremenda golpiza. El delicioso humor glacial hace de El hombre sin pasado (Mies Vailla Menneisyytä) uno de los filmes más disfrutables del primer platillo fílmico de 2003 en esta ciudad.