Año 3 • No. 93 • febrero 25 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Cuida tu patrimonio

El uso que se da a los libros puede ser de lo más diverso, el de instrumentos de transmisión y generación del conocimiento, en el mejor de los casos, pero muy a menudo también tienen fines menos decorosos: pisapapeles, objeto útil para detener la puerta y evitar que se cierre a causa del viento, artefacto golpeador para agredir al que injuria, y accesorio chic para impresionar a la compañera nueva que se las da de intelectual.

Adorno con clase en los libreros de la casa o banquito útil para llegarle a las galletas, los libros no siempre tienen la fortuna de ser utilizados en forma consecuente con el fin para el que fueron creados.

Es cierto que hay algunos libros cuyo contenido sólo merece estar debajo de la pata de la mesa, pero generalizar su mal uso sólo puede ser reflejo de inconsciencia, y, por desgracia, las bibliotecas de la Universidad Veracruzana son también víctimas de ella.

No leer un buen libro de vez en cuando, a pesar de tenerlo al alcance de la mano, es ya bastante lamentable, pero arrancarle las hojas, rayarlo, o robárselo para resolver parte de la tarea escolar, va mucho más allá de las transgresiones usuales.

Por esta razón, la Dirección de Bibliotecas de la UV se ha visto en la necesidad de tomar diversas medidas de vigilancia que han puesto al descubierto a jóvenes que intentaban sustraer material de las instalaciones bibliotecarias sin solicitarlo en préstamo, o, peor aún, que trataban de arrancar las hojas de un libro para no tener que sacar copias. Lo irónico de esta situación es que muchas veces quienes cometen estos delitos, más tarde llegan a ser víctimas de las mismas fechorías, cometidas por otros y, entonces, ya no les parece tan divertido.

Es cierto que la razón de ser de las bibliotecas son sus usuarios, por tanto, su compromiso es atender y satisfacer sus necesidades; sin embargo, para lograrlo resulta indispensable que haya reciprocidad al asumir responsabilidades: sí, definitivamente, las bibliotecas están obligadas a actualizar y enriquecer su acervo, pero los usuarios también tienen el deber de hacer buen uso de él, y de cuidarlo o protegerlo como el bien común que es y como patrimonio de la Universidad.

Mientras los usuarios no asuman este compromiso, el personal que vigila con disimulo, las cámaras de circuito cerrado, los sensores y los materiales magnetizados que hacen sonar la alarma cuando se está tratando de robarlos, seguirán siendo obligatorios en las bibliotecas de todo el mundo y, por supuesto, las de la Universidad Veracruzana no son la excepción.

Recuerda que un libro en la estantería de la biblioteca le sirve a toda la comunidad y un libro robado sólo le es útil a un usuario y siempre estará escondiéndose.
Es evidente que el problema del maltrato, la mutilación y el robo de material bibliotecario tiene muchos matices, por lo que su solución necesariamente requiere de un trabajo conjunto entre los estudiantes, los académicos, los bibliotecarios y las autoridades universitarias en general.

¡A proteger el bien común!

El uso que se da a los libros puede ser de lo más diverso, el de instrumentos de transmisión y generación del conocimiento, en el mejor de los casos; pero muy a menudo también tienen fines menos decorosos: pisapapeles, objeto útil para detener la puerta y evitar que se cierre a causa del viento, artefacto golpeador para agredir al que injuria, y accesorio chic para impresionar a la compañera nueva que se las da de intelectual. Adorno con clase en los libreros de la casa o banquito útil para llegarle a las galletas, los libros no siempre tienen la fortuna de ser utilizados en forma consecuente con el fin para el que fueron creados.

Es cierto que hay algunos libros cuyo contenido sólo merece estar debajo de la pata de la mesa, pero generalizar su mal uso sólo puede ser reflejo de inconsciencia, y, por desgracia, las bibliotecas de la uv son también víctimas de ella.

No leer un buen libro de vez en cuando, a pesar de tenerlo al alcance de la mano, es ya bastante lamentable, pero arrancarle las hojas, rayarlo, o robárselo para resolver parte de la tarea escolar, va mucho más allá de las transgresiones usuales.

Por esta razón, la Dirección de Bibliotecas de la uv se ha visto en la necesidad de tomar diversas medidas de vigilancia que han puesto al descubierto a jóvenes que intentaban sustraer material de las instalaciones bibliotecarias sin solicitarlo en préstamo, o, peor aún, que trataban de arrancar las hojas de un libro para no tener que sacar copias. Lo irónico de esta situación es que muchas veces quienes cometen estos delitos, más tarde llegan a volverse víctimas de las mismas fechorías, cometidas por otros y, entonces, ya no les parece tan divertido.

Es cierto que la razón de ser de las bibliotecas son sus usuarios y, por tanto, su compromiso es atender y satisfacer sus necesidades; sin embargo, para lograrlo resulta indispensable que haya reciprocidad al asumir responsabilidades: sí, definitivamente, las bibliotecas están obligadas a actualizar y enriquecer su acervo, pero los usuarios también tienen el deber de hacer buen uso de él, y de cuidarlo o protegerlo como el bien común que es.

Mientras los usuarios no asuman este compromiso, el personal que vigila con disimulo, las cámaras de circuito cerrado, los sensores y los materiales magnetizados que hacen sonar la alarma cuando se está tratando de robarlos, seguirán siendo obligatorios en las bibliotecas de todo el mundo y, por supuesto, las de la uv no son la excepción.

Es incuestionable que un libro en la estantería de la biblioteca le sirve a toda la comunidad, y un libro robado sólo le es útil a un usuario, que siempre estará escondiéndose.

Evidentemente, el problema del maltrato, la mutilación y el robo de material bibliotecario tiene muchos matices, por lo que su solución necesariamente requiere de un trabajo conjunto entre los estudiantes, los académicos, los bibliotecarios y las autoridades universitarias en general.

En todo caso, si quieres dejar de formar parte del grupo de mexicanos que tienen un promedio anual de lectura de medio libro, y que han contribuido a colocar al país en el penúltimo lugar por sus índices de lectura y comprensión del lenguaje, acércate a tu biblioteca, conoce tus derechos y haz buen uso de los bienes y beneficios que te ofrece.

Si eres un usuario moroso, con entregas pendientes de libros obtenidos en préstamo, reactiva tu servicio pagando tus deudas y, al hacerlo, piensa que además de beneficiarte, le estás dando la oportunidad a las siguientes generaciones de contar con un libro más.