Año 3 • No. 95 • marzo 17 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Las ataduras
de
Victoria Abril
Roberto Ortiz Escobar (Departamento de Cinematografía UV)

Durante marzo el Cine Club de la Universidad Veracruzana ofrece a su público xalapeño un ciclo dedicado a Victoria Abril, actriz española nacida en Madrid cuya carrera fílmica, iniciada a los 16 años, ha sido tan dinámica y fructífera que arroja en la actualidad más de 50 películas.

Su inquietud por el mundo del espectáculo lo demostró al animar uno de los programas televisivos españoles de mayor audiencia, siendo una quinceañera. Actriz que lo mismo habla inglés que francés, se convirtió desde los 80 en una de las mujeres más taquilleras de la
cinematografía española, incursionando paralelamente en producciones extranjeras como Robin y Marian (Richard Lester), Moon in the Gutter (Jean-Jacques Beinex), I Married a Shadow (Robin Davis) y L’Addition (Denis Amar). Radicada tanto en Madrid como en París, en la última ciudad hizo teatro asumiendo el rol principal de la exitosa Nuit D’Ivresse. En su contexto nacional ha sido dirigida, entre otros, por Vicente Aranda (Cambio de sexo, La muchacha de las bragas de oro y El Lute), Mario Camus (La colmena) y Francisco Regueiro (Padre Nuestro).

Su vínculo con Pedro Almodóvar tenía que darse de manera natural participando en una de las cintas más polémicas del director manchego que se exhibe en el Aula Clavijero de Juárez 55: Átame (1989).

Un año antes, Almodóvar se proyectaría internacionalmente con Mujeres al borde de un ataque de nervios, lo cual le dio soltura para gastar dos y medio millones de dólares en la producción de Átame, cantidad excepcional en ese momento.
Además, contrató en la musicalización a Ennio Morricone y en la fotografía al destacado José Luis Alcaine.
Los roles principales corrieron a cargo de Victoria Abril y Antonio Banderas, quienes establecen una relación dura, provocadora, lastimosa, aunque finalmente amorosa. Un vínculo excepcional que nos recuerda el clásico de William Wyler: El coleccionista (1965).

Después de vivir buena parte de su vida en reformatorios e instituciones psiquiátricas, Ricki (Antonio Banderas) es dado de alta por considerársele curado y en lo primero que piensa es en Marina (Victoria Abril), una actriz de cine pornográfico de la que se enamoró cuando era prostituta callejera. Ahora la sigue y la asedia confesándole: “Tengo 23 años y 50 mil pesetas y espero ser buen marido y un buen padre para tus hijos”. Ante el azoro y la resistencia de la joven, Ricki la secuestra, la ata, la somete y la coloca en la cama.

Lo que a primera vista podría considerarse como una relación sadomasoquista, se torna en manos de Almodóvar en un acucioso como agresivo planteamiento del amor obsesivo, enloquecido y total, pero al mismo tiempo en acto piadoso de reminiscencias cristianas. El amor entre dos seres marginales, sin embargo, pareciera contradecir la moral establecida sobre la corrección sentimental.

Tan agresiva resultó en su momento Átame, que fue acusada de sexista por las feministas y en Estados Unidos la Motion Pictures Association of America quiso imponerle la clasificación “X” por las escenas de carácter sexual: una sobre la relación amorosa de los personajes y la otra donde Marina se baña en una tina y es sorprendida por un buzo mecánico de juguete, que, navegando entre sus piernas, se dirige a su sexo.