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Las
ataduras
de Victoria
Abril
Roberto Ortiz Escobar (Departamento de Cinematografía UV)
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Durante
marzo el Cine Club de la Universidad Veracruzana ofrece a su público
xalapeño un ciclo dedicado a Victoria Abril, actriz española
nacida en Madrid cuya carrera fílmica, iniciada a los 16
años, ha sido tan dinámica y fructífera que
arroja en la actualidad más de 50 películas.
Su inquietud por el mundo del espectáculo lo demostró
al animar uno de los programas televisivos españoles de mayor
audiencia, siendo una quinceañera. Actriz que lo mismo habla
inglés que francés, se convirtió desde los
80 en una de las mujeres más taquilleras de la |
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cinematografía
española, incursionando paralelamente en producciones extranjeras
como Robin y Marian (Richard Lester), Moon in the Gutter
(Jean-Jacques Beinex), I Married a Shadow (Robin Davis)
y L’Addition (Denis Amar). Radicada tanto en Madrid
como en París, en la última ciudad hizo teatro asumiendo
el rol principal de la exitosa Nuit D’Ivresse. En su contexto
nacional ha sido dirigida, entre otros, por Vicente Aranda (Cambio
de sexo, La muchacha de las bragas de oro y El Lute), Mario
Camus (La colmena) y Francisco Regueiro (Padre Nuestro).
Su vínculo con Pedro Almodóvar tenía que darse
de manera natural participando en una de las cintas más polémicas
del director manchego que se exhibe en el Aula Clavijero de Juárez
55: Átame (1989).
Un año antes, Almodóvar se proyectaría internacionalmente
con Mujeres al borde de un ataque de nervios, lo cual le
dio soltura para gastar dos y medio millones de dólares en
la producción de Átame, cantidad excepcional
en ese momento.
Además, contrató en la musicalización a Ennio
Morricone y en la fotografía al destacado José Luis
Alcaine. |
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Los
roles principales corrieron a cargo de Victoria Abril y Antonio
Banderas, quienes establecen una relación dura, provocadora,
lastimosa, aunque finalmente amorosa. Un vínculo excepcional
que nos recuerda el clásico de William Wyler: El coleccionista
(1965).
Después de vivir buena parte de su vida en reformatorios
e instituciones psiquiátricas, Ricki (Antonio Banderas) es
dado de alta por considerársele curado y en lo primero que
piensa es en Marina (Victoria Abril), una actriz de cine pornográfico
de la que se enamoró cuando era prostituta callejera. Ahora
la sigue y la asedia confesándole: “Tengo 23 años
y 50 mil pesetas y espero ser buen marido y un buen padre para tus
hijos”. Ante el azoro y la resistencia de la joven, Ricki
la secuestra, la ata, la somete y la coloca en la cama.
Lo que a primera vista podría considerarse como una relación
sadomasoquista, se torna en manos de Almodóvar en un acucioso
como agresivo planteamiento del amor obsesivo, enloquecido y total,
pero al mismo tiempo en acto piadoso de reminiscencias cristianas.
El amor entre dos seres marginales, sin embargo, pareciera contradecir
la moral establecida sobre la corrección sentimental.
Tan agresiva resultó en su momento Átame,
que fue acusada de sexista por las feministas y en Estados Unidos
la Motion Pictures Association of America quiso imponerle
la clasificación “X” por las escenas de carácter
sexual: una sobre la relación amorosa de los personajes y
la otra donde Marina se baña en una tina y es sorprendida
por un buzo mecánico de juguete, que, navegando entre sus
piernas, se dirige a su sexo.
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