Año 3 • No. 95 • marzo 17 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Carlos Morton
y la dramaturgia chicana
Arturo Messeguer

Hace ya varios meses que en la uv se habla mucho de la comunidad chicana y muchos se preguntarán el porqué de este interés. Podría resumirlo en una frase de Maria Zobek, investigadora de Estudios Chicanos en la Universidad de California, Santa Bárbara: “Nuestra comunidad envía diariamente, desde diferentes puntos de la Unión Americana, más de un millón de dólares a varios estados de la República Mexicana, incluido Veracruz”. Tal

Carlos Morton.
declaración evidencia, sin lugar a dudas, la importancia que esa aportación significa para la economía estatal y nacional. Pero no será ese renglón el que determine nuestro interés, por supuesto se podría concluir en términos marxistas.
Afortunadamente se han superado los análisis simplistas en nuestra casa de estudios. Entonces, ¿cuál es nuestro interés por la comunidad chicana? Que esta comunidad nos puede aportar claves sustanciales para la comprensión del fenómeno de la formación de la identidad nacional. Al parecer estos conceptos rayan en la complejidad que puede tener un discurso sociológico y sin embargo, parafraseando a José Antonio Mc Gregor en su brillante participación en el diplomado de Gestión Cultural, convocado por la UV y el Ivec, “La identidad no se construye por medio de discursos, sino en la práctica cotidiana; se activa a través de cómo me construyo”. Y de ahí proviene nuestro interés.

¿Cómo se construyó el sentido de identidad chicano? Se construyó a lo largo de los años compartiendo con nosotros, los mexicanos, los símbolos y signos que habitan y confluyen en nuestra historia, ceremonias, fiestas, comidas, vestimentas, es decir, nuestras tradiciones.

Es indudable que el teatro ha sido a lo largo de los siglos uno de los instrumentos más efectivos en la creación del sentido de identidad, y podemos afirmar que el teatro chicano ha demostrado su eficacia. Y una vez más, ¿de dónde surge tal afirmación? Los días 21 y 22 de febrero, gracias a las acciones y convenios llevados a cabo por la Fundación UV y la Coordinación Institucional de Procuración de Fondos UV con la Universidad de California, recibimos la visita de Carlos Mortón, investigador del Centro de Estudios Chicanos de la UCSB, quien es además uno de los más importantes dramaturgos chicanos, no sólo por el número de obras publicadas y montadas, sino por la relevante importancia estética y política de su trabajo.

Morton brindó una conferencia magistral sobre la dramaturgia chicana, en la Facultad de Teatro, y presenció una lectura dramatizada de su obra Rancho Hollywood, llevada a cabo por la Compañía Titular de Teatro de la Orteuv, dirigida por un servidor. Esta obra se inserta en lo que podríamos llamar farsa histórica, ya que sus personajes son, por ejemplo, el último gobernador mexicano de California, por cierto mulato, su mujer española, su hija mestiza, un gringo director de cine, un peón mojado, una india piel roja, un camarógrafo negro, entre otros.

Todos los personajes mutan a otros personajes, por lo que la acción se sucede en varios siglos mientras que la ubicación social de los mismos no varía un ápice. Rancho Hollywood es sólo un ejemplo de la dramaturgia mortoniana de la utilización de personajes históricos para entender la dinámica de las transformaciones sociales.

Si bien no es un recurso nuevo, ya que él mismo se declara influenciado por Shakespeare, Moliere, Brecht, el resultado es sorprendente. Liga la acción dramática de personajes tan discímbolos como Medea y la Malinche, Cortez y Jasón. Antepone la Fiesta de Muertos al Halloween y crea al Johnny Tenorio. Suma en El Jardín a Dios y Cristóbal Colón. El uso metafórico-teatral de símbolos y personajes México-chicanos coloca a Morton a la vanguardia para un nuevo, irrenunciable y actualizado análisis de su estética.

Estaría fuera de lugar profundizar en esta nota sobre lo que nos dejó la visita de Morton, pero confiamos en que nuestras autoridades universitarias continuarán con el flujo de visitas de importantes artistas y académicos de esa extraordinaria comunidad chicana, que nos obligan a reformular los conceptos de diferenciación y alteralidad en nuestra eterna construcción de identidad.