UniVerso: El Periódico de los Universitarios

Existen muchas herramientas o tecnologías que usamos para enseñar y aprender: gises, pizarrones, libretas y plumas, así como libros, en un extremo; en el otro, dígitos y mensajes electrónicos de acceso masivo (blackboards), computadoras, bibliotecas digitales y bancos de datos. Todo ello es Tecnología de educación. Chismes para enseñar-aprender.

Por otra parte, están las denominadas tecnologías cognitivas, aquéllas que potencian la actividad humana de pensar, resolver problemas y aprender. Son las que nos han permitido, entre otras cosas, comunicarnos (la lengua escrita), o llevar una empresa (las matemáticas). Tanto las lenguas como las matemáticas son herramientas ideadas por el ser humano como respuestas a otras necesidades, son el descubrimiento de sistemas mentales complejos a partir de una finalidad anterior más valiosa. Con las computadoras (y con todo lo que se puede hacer con la ingeniería de software) ocurre lo mismo. Se necesita un significado anterior, un interés en algo que trascienda a los sistemas y que se sirva de éstos para potenciar nuestra capacidad de resolver problemas y aprender.

En el caso del aprendizaje a través de las tecnologías de información encontramos que la mayoría de las veces se confunde el medio con el fin. Creo que se ha considerado erróneamente que las tecnologías para el aprendizaje deben ser recipiente, tutor e instructor de conocimiento. Se las ha concebido como depósitos de información que puede ser “vaciada/colocada” en el usuario.
Nada más común en el ámbito del e-learning que la frase “transmitir conocimientos”. Es como si al estudiante se le concibiera también como un ente automático que complementa al software previamente programado y diseñado: un receptor pasivo de contenidos.

¿No sería más interesante colocar a los estudiantes ante problemas simulados de la realidad o frente a un abanico de situaciones para que ellos mismos descubran la utilidad y eficiencia de sus soluciones por la necesidad de emplearlas?

Con Internet pasa lo mismo. Cuando se “enseña Internet” se hace justamente eso, una demostración (to show) de Internet: sus apariencias, funcionalidad, trucos de navegación, manejo de los buscadores, etcétera, pero no se ofrecen retos previos referidos a la necesidad que tenemos de la comunicación en redes electrónicas abiertas, para que el usuario aprenda a echar mano no de los buscadores, sino de las relaciones que se pueden establecer con los numerosos recursos de dichas redes: el correo electrónico, las comunidades virtuales, los tablones de anuncios, los weblogs, el hipertexto, el chat, los foros, entre otros. Es como si en el curso de primeros auxilios se nos enseñara las propiedades de los apósitos o gasas, sin conocer jamás las situaciones en las que debemos usarlos.

En e-learning se deben emplear las aplicaciones de software para potenciar enlaces que ya operan en nosotros, es decir, los procesos de asociación de conocimientos y sus significados desde la visión de nuestra propia experiencia. Deben servir para ayudarnos a reorganizar, asociar y representar conocimiento. No podemos copiar en ninguna persona la experiencia de otra, por ello, la tecnología no debe servir para reproducir conocimientos que no tendrán el mismo fondo de experiencias previas de cada quien. En este caso estaríamos haciendo simplemente un medio de información. Lo que sí podemos hacer es usar la tecnología para crear los contextos, las redes de comunicación y las situaciones (y contenidos) más próximos a la realidad, para el usuario-estudiante, para su fondo de conocimientos previos y para su necesidad de aprender a desarrollar destrezas para los fines que le interesan, desde enfrentar las amenazas del mercado en su empresa hasta enseñar un simple proceso de trueque.

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