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¿Julieta
y Romeo?
o el peligro del alto vacío en los tiempos
del cólera
Roberto Benítez |
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¿Acaso
el teatro está destinado a ser en el futuro una manifestación
artística cada día más pobre? Ante la falta
de espacios adecuados (llámense teatros), de iluminación
adecuada, del mínimo recurso presupuestal para producción,
¿habremos de cruzar los brazos, porque ya nada se puede hacer
ante el estado de cosas existente?, ¿será mejor emprender
la retirada apelando al espacio vacío, a la austeridad, al
“hágalo usted mismo”, y al recurso de “lo
esencial en el teatro es el actor”? Estas y algunas otras
preguntas me surgieron al término de la función de
Julieta y Romeo de Shakespeare William o Romeo y Julieta
por dos que presentó el grupo D’Generación
espontánea de Monterrey, los primeros días de
abril en La Caja.
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De
verdad es triste ver un teatro abandonado y desprovisto de mantenimiento,
y en eso se han ido convirtiendo éste y otros espacios en
Xalapa. Pareciera que se avanza al reciclaje del reciclaje de lo
que alguna vez hubo, y pues no se vale. La idea de que “el
actor es lo que le da sentido al hecho teatral” es un magnífico
pretexto para considerar que no hace falta más. Sin embargo,
estoy convencido de que hace falta mucho más. El teatro sucede
inevitablemente en un tiempo, un espacio, para que podamos verlo
necesitamos luz, y todo esto, al igual que el personaje, está
dentro de una ficción. Entonces no podemos ignorar ni prescindir
de estos elementos.
Una idea fundamental de Julieta y Romeo…es precisamente
centrar el trabajo en el actor, algo para nada reprochable, por
el contrario, un acierto. Mas se ignora el espacio, la iluminación,
el sentido de color… Un ejemplo: en un espacio con paredes
negras, piso negro y techo negro, dos actores vestidos de negro
y tirantes color vino representan… Es claro a qué lleva
esto, a la monotonía; por otra parte y a pesar de todos los
esfuerzos actorales, el espacio y la iluminación pesan y
cansan por la misma razón.
Ciertamente no estamos ante una obra del mismísimo Shakespeare,
no es lo mismo y ni siquiera algo parecido. Estamos ante una adaptación
hecha por Jorge Sánchez donde 20 personajes se reducen a
dos, lo femenino se transforma en una apariencia masculina, las
veintitantas escenas son aquí reducidas a unas cuantas, la
multitud de espacios es uno sólo, etcétera. Y claro
¿por qué no hacerlo?, si ahora mismo en el Distrito
Federal continua con éxito Obras completas de W. Shakespeare
(abreviadas) de Adam Long, Daniel Singer y Jess Winfield. Sólo
que, a pesar de las coincidencias entre estas dos puestas en escena
como la intención lúdica, el teatro dentro del teatro,
el manejo corporal, la versatilidad interpretativa… pesan
sobre todo sus diferencias, en Las obras… hay atención
y cuidado profesional en todos los elementos que componen el teatro,
desde el texto hasta la más pequeña utilería,
no hay soluciones fáciles ni restricciones para tener lo
necesario. Claro, sabemos que estamos hablando de las ligas mayores
y que podría parecer injusta su comparación, pero
cuando veo no sólo las ganas, sino el profesionalismo de
este grupo, lamento mucho que no estén en las ligas mayores. |
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El
trabajo que tuvimos oportunidad de ver, gracias a la invitación
de Candileja ac, ya de entrada es un logro, al poder enterarnos
de qué se está haciendo en otros lugares. Trae no
sólo la novedad de lo desconocido, sino la fuerza y el compromiso
de este grupo para con el teatro. En escena vemos a dos jóvenes
actores entregando todo su ser a riesgo de jugarse el físico
en un descuido de la técnica; de hecho, en muchos momentos
la ficción se ve cortada por el peso de los golpes o las
caídas que se suceden en la realidad; quizá no se
lastimen pero la gente los compadece de verdad. Más allá
de la endeble trama que articula esta adaptación, más
allá de todos los aciertos que se puedan lograr con el ingenio
e imaginación de los actores y el director,
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está
la valentía y el coraje del grupo por hacerse presentes y
significativos en el público.
En Julieta y Romeo… la historia no tiene que ver
con la de W. S., es más bien diría yo, la de dos actores
que luchan contra las adversidades de que se siga sucediendo el
teatro, que mediante un acto amoroso muestran a público sus
capacidades y talentos, que aplican con disciplina las enseñanzas
aprendidas, que se dan generosamente y así defienden su razón
de vida. De alguna manera ésta también es una historia
de amor en los tiempos del cólera, como dijera García
Márquez.
Agrupación
Teatral D’Generación espontánea de
Monterrey, Nuevo León presentó Julieta y Romeo de
Shakespeare William o Romeo y Julieta por dos, adaptación
y puesta en escena de Jorge Sánchez Reyes. Actúan:
Carlos Navarrete y César Tapia; dirección de arte
de Gloria Chapa; asistente de dirección, Efraín Mosqueda.
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