Jóvenes
artistas crearon trabajos con elementos de la naturaleza, a los
que les dieron forma y sentido. Se trata de Omar Aquino, Prisciliano
Jiménez, Kaito Yasoshima, Ryuichi Yahagi y Bárbara
Lobatón, quienes expusieron si+no, escultura e instalación,
en la galería del Instituto de Artes Plásticas de
la uv, con el apoyo de la Embajada de Japón en México.
Bárbara, quien estudia en la Facultad de Artes Plásticas
de la UV, trabajó la instalación por primera vez,
como resultado del curso que impartió Ryuichi Yahagi con
la intención de utilizar materiales provistos por la naturaleza.
“Sólo tomé esos productos y casi no quise intervenir
en ellos, simplemente los armé tratando de representar su
deterioro”, dice.
El mar inspiró a Bárbara, quien observa con temor
la manera en que el océano se come las playas y prácticamente
se mete a las casas de los habitantes de los alrededores. “Creo
que es una respuesta a la agresión que ejercemos sobre la
naturaleza. Mi obra es un llamado a la conciencia”.
Lobatón presentó dos estructuras que se asemejan a
una casa o refugio –cuyas reminiscencias hablan de la vida
seca a punto de acabarse– y fueron construidas con palos,
piedras y un tejido fabricado a partir de un costal de semillas.
Ella comenta que esto significó un reto muy grande por tratarse
de un concepto muy específico, ya que “la representación
no la quise hacer de manera tradicional y espero que logre comunicar
algo. Aún no tengo experiencia, mas quiero seguir trabajando
para lograr algo mejor en el futuro”.
Omar, quien también estudia en la Facultad de Artes Plásticas,
plantea una analogía entre los elementos aire, fuego, tierra
y agua en su interacción con el hombre. Hizo comparaciones
entre el modo de vida de los seres humanos y estos elementos que
intervienen en los materiales, los modifican, deforman y transforman
conforme pasa el tiempo. “Igual le pasa al hombre: la vida
lo modifica, cambia su visión, lo hace ser diferente”.
Valiéndose de resina y troncos, Omar representa a la juventud,
Wakamono, como frágil, mas temperamental; al hombre, Otoko,
como un ser que se mantiene rígido y frío, pero cambiante,
y a la mujer, Onna, como un ser más orgánico, tibio
y activo.
Ryuichi Yahagi, maestro y coordinador de este grupo de artistas,
al igual que otras generaciones de escultores japoneses, muestra
en Xalapa un ejercicio de inspiración de su propia libertad.
Su trabajo en si+no es minimalista, limpio, sutil, discreto, sencillo
y perfectamente calculado, al más puro estilo de la tradicional
escuela escultórica japonesa.
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