La vida artística del joven veracruzano Rodrigo Lomán transcurre en dos rieles: es músico y también compositor, amante de la guitarra clásica y del violín huasteco, un gustoso de asistir a conciertos de orquestas y a huapangos.
Su peculiar perfil le ha permitido estar en escenarios y ante públicos que parecieran distantes, de ahí que una de sus intenciones sea romper la barrera entre quienes, de una u otra manera, están inmersos en la música clásica y en la popular.
“Quizá piezas como las que acabo de componer pueden ayudar un poco a que el público que sólo escucha música clásica se interese por escuchar música tradicional, y viceversa. Creo que puede ayudar a romper esas barreras o límites que encontramos ya muy definidos. Además, a que un músico de orquesta vaya a un fandango y que el de fandango vaya a un concierto de orquesta”, compartió.
Las piezas a las que hace referencia son Concierto veracruzano para guitarra y orquesta y Concierto para violín huasteco, ambas tienen una característica especial: con la primera se tituló de la Licenciatura en Música, opción Guitarra, de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana –donde su maestro de instrumento fue Roberto Aguirre Guiochín y el de composición Arturo Cuevas Guillaumin–; con la segunda, ganó en el 2º Concurso de Composición “Arturo Márquez” para Orquesta de Cámara 2015.
“Mi pasado está ligado a la música, sobre todo a la clásica. Además, desde pequeño mis papás tenían la costumbre de llevarme a los conciertos de la Sinfónica (de Xalapa); el vivir en Xalapa, donde hay tanta diversidad musical –ferias del libro, jazz y música tradicional– es algo que no te salva de tener buena música y buenos músicos todo el tiempo”, evocó.
Históricamente la familia materna de Rodrigo ha estado relacionada con la música: su tatarabuelo, oriundo de Puebla, fundó la Banda de Coatepec; de los hijos de éste, Juan Lomán y Bueno fue director de la Banda del Estado, así como fundador y director durante años de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX). Y la descendencia continuó la tradición. “Además, tuve la virtud de ir a un jardín de niños donde la maestra de cantos y juegos, Rosa Gutiérrez, era músico profesional y me enseñó a leer música con dibujitos: debajo de la nota Sol dibujaba un sol; de La, un labio; de Si, una silla. También me enseñó a tocar flauta dulce.
Después quise tocar el piano y me involucré en eso. Más tarde, como iba mucho a la OSX y las ‘estrellitas’ son los violinistas o eran los que más miraba, me puse a tocar el violín.” No obstante, tras cursar tres años en el Centro de Iniciación Musical Infantil, decidió alejarse de la profesión: “Me cansé, uno es niño, quiere jugar, hacer muchas cosas y quise descansar de la música por un rato”, explicó. Fue hasta los 15 años que la retomó, pero lo hizo a través de la guitarra y desde el género popular.
Lo comparte así: “Yo quería ser como Silvio Rodríguez, me gustaban mucho sus melodías y empecé a componer canciones del tipo de la nueva trova cubana”. Estaba en la etapa de la guitarra cuando ingresó a la Facultad, y ahí conjugó su bagaje de la música clásica y la popular.
Pero hay un suceso más que abonó a esta combinación: un día fue a un restaurante y escuchó a Víctor Ramírez Del Ángel, quien fue violinista del Trío Xoxocapa durante más de 30 años. “Al escucharlo nació el gusto por la música huasteca, fue por él que quise comprarme un violín, para aprender a tocar como él. De hecho, cuando estaba aprendiendo sólo estudiaba sus discos”, dijo con entusiasmo.
Con tales mezclas transcurrió su vida universitaria y concluyó sus estudios de licenciatura con Concierto Veracruzano para guitarra y orquesta, donde tocó como solista de la Orquesta de Cámara de Xalapa, en septiembre de 2015. Cabe citar que la pieza fue un proyecto de composición apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en la modalidad de “Músicos tradicionales que renuevan la tradición”.
Justamente a una semana de presentar su concierto de titulación, envió las partituras para participar en el 2º Concurso de Composición “Arturo Márquez” para Orquesta de Cámara 2015, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Patronato del Centro Cultural “Roberto Cantoral”.
El jurado del concurso estuvo integrado por Leticia Armijo, Luis Jaime Cortez, Eduardo Angulo y en calidad de presidente el propio Arturo Márquez. Además, fue él quien entregó el premio a los tres músicos que resultaron ganadores, el jueves 3 de diciembre en el Centro Cultural “Roberto Cantoral”: Rodrigo Lomán (Xalapa, Veracruz), por su Concierto para violín huasteco; Alfonso Flores Barragán (Mérida, Yucatán) por la Suite Caribeña, y Julio Alberto Gándara García (Distrito Federal), por Chilango nocturno.
En dicha ceremonia se realizó un concierto con las obras premiadas a cargo del Ensamble de Solistas de la Orquesta Mexicana de las Artes, bajo la dirección de Enrique Barrios. Esta edición del concurso convocó a 38 compositores mexicanos y extranjeros residentes en el país, menores de 40 años, “quienes presentaron obras inéditas para orquesta de cámara compuestas a partir de la música tradicional arraigada en las diferentes latitudes del país”, divulgó en su momento el INBA.
La partitura de la obra galardonada de Rodrigo tiene una leyenda que dice así: “Dedicada a don Víctor Ramírez Del Ángel, legendario violinista de Xoxocapa”; y así continúa su tejido de la música clásica y la popular, pues entre sus planes inmediatos está difundir sus dos obras, por ello ha enviado las partituras a directores de orquestas.
“Hay muchas orquestas en México y en el mundo, pero siempre la que más me interesa que algún día toque mis piezas es la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Es lo que me haría sentir más orgulloso.”