Claudia Peralta Vázquez
Una multiplicidad de factores de carácter genéticos, hormonales, neuronales, químicos y ambientales, construyen el sustrato biológico que media y permite la expresión polimórfica de nuestra sexualidad; de manera independiente, ninguno es responsable de las preferencias de pareja, expuso Tamara Cibrián Llanderal, del Instituto de Neuroetología.
La investigadora impartió la conferencia “Dimorfismo sexual cerebral”, dentro de las actividades de divulgación de la Semana del Cerebro, en la jornada celebrada el 17 de marzo en la Unidad de Ciencias de la Salud.
“La mayoría de nuestra información sobre la neurobiología del sexo proviene de estudios animales, pero casi todo lo que sabemos sobre las variaciones en la sexualidad humana, incluyendo heterosexualidad, homosexualidad y transexualismo, proviene de material clínico y en muchos casos observacional.”
Destacó que durante periodos críticos del desarrollo existen cambios de gran actividad hormonal que pueden consolidar la forma en que cada individuo ejerce su sexualidad; por ejemplo, las variables biológicas como los genes o las hormonas prenatales no codifican para la orientación sexual pero sí para el temperamento durante la niñez.
La catedrática del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) mencionó que el dimorfismo sexual se refiere a que los hombres y las mujeres tenemos áreas cerebrales que van a ser diferentes entre sí, algunas de ellas están muy relacionadas con el sistema límbico y en particular con el hipotálamo, que regulará las conductas sexuales, así como de hambre, sed y sueño.
“Estas diferencias pueden deberse al volumen y tamaño del área con respecto a hombres y mujeres, o bien a la densidad, puede ser que haya mayor o menor número de neuronas en esas áreas sexualmente dimórficas.”
En el marco de su ponencia, explicó a estudiantes y académicos de los distintos programas educativos (PE), adscritos a la Unidad de Ciencias de la Salud, que el dimorfismo sexual del cerebro se hace evidente entre los cuatro y los 12 años de edad.
Durante la adolescencia no necesariamente se define la orientación sexual, una cosa es que hayan encontrado estas áreas que son distintas, pero no tiene que ver con quien nos gusta o quien nos parece atractivo, dijo.
“Esto va a estar definido por muchos factores, incluso la parte educacional y social en donde estamos insertos, y lo que nos ha causado satisfacción a lo largo de nuestra vida.”
Tamara Cibrián añadió que contrario al discurso de varios grupos sociales que rechazan la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, existen diversos estudios longitudinales que revelan que esta situación no genera una preferencia sexual hacia el mismo género por parte del hijo adoptado.
Resaltó que la Asociación Psicológica Americana (APA) ha realizado estudios completos y concluyentes respecto a este tema.
“El que yo vea cómo se comportan mis padres cuando son una pareja del mismo género, no va a dictar mi preferencia sexual, porque va a estar mediada por muchas cosas, como las hormonas o genética”, declaró.
Por el contrario, muchos de los hijos de homosexuales cumplen generalmente con los parámetros de homosexualidad y heterosexualidad, a nivel nacional e internacional.