Karina de la Paz Reyes Díaz
El 25 de abril en el Salón “Emilio Carballido” del Complejo Deportivo Omega, sede de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2017, se desarrolló la Mesa 4 “Arte en la frontera México/Estados Unidos” del Foro Académico “Las humanidades en el siglo XXI. Tradición e innovación”. Ahí, artistas hablaron de la vasta actividad cultural ─desde el teatro hasta el son jarocho─ que se desarrolla en esa región geográfica.
Antonio Prieto, académico de la Facultad de Teatro y coordinador de la Maestría en Artes Escénicas, habló, entre otros temas, de cultura-política-arte, así como de manifestaciones culturales en la frontera, de cómo paulatinamente han cobrado importancia y se han vuelto visibles ante la sociedad en general y las instituciones.
“Estamos en 2017 y con el advenimiento de la era Trump, así como el retorno de los discursos xenofóbicos y antimigrantes, la poética de la frontera adquiere relevancia”, dijo.
Enseguida, Violeta Luna, del Proyecto Magdalena. Red Internacional de Mujeres en el Teatro Contemporáneo y las organizaciones artísticas La Pocha Nostra y Secos y Mojados, con sede en San Francisco, California, habló de varias de sus presentaciones que abordan, de alguna manera, la migración.
“Cuando crucé la frontera, en el fin de la era George Bush e inicio de la de Barack Obama, mi trabajo se volvió más político, un pasaporte para transitar en espacios geográficos y de imaginación”, compartió.
Una panelista más fue Carmen Bojórquez, gestora independiente y editora de la revista digital Interdanza de la Coordinación Nacional de Danza, quien fundó el grupo Paralelo 32 en Mexicali, Baja California, en 1983, y se trató de una propuesta dancística pionera en aquella ciudad.
“Una de las cosas que más me impresionaba era pararme en la ventana de mi salón en la Casa de la Cultura y no ver México, sino Estados Unidos. Era extraño, pero aprendes a vivir con la frontera. La vida allá es igual a la que puedes llevar aquí o en cualquier lado. Para muchos es donde termina México, para mí es donde empieza.”
Bojórquez también enfatizó: “Hay muchas fronteras, no hay una manera de ser fronterizo. En el imaginario colectivo pareciera que el único arte fronterizo que cuenta es el chicano, el cual respeto, pero hay más que eso. Hay muchas manifestaciones de arte fronterizo y seguirá habiendo”.
La mesa cerró con la participación de la artista Laura Rebolloso, dedicada al son jarocho desde hace 26 años, quien habló del vigoroso fandango fronterizo que desde 2008 se realiza anualmente entre Tijuana y San Diego, California, donde un muro divide a los cientos de jaraneros que participan.
“El fandango es participación, comunidad, unidad, es incluyente y abierto a la improvisación. Participan personas de todas las edades, de varios grupos socioculturales y la tarima es el punto de reunión”, dijo; la cantautora también comentó que en el fandango fronterizo participa gente muy diversa, como comunidades de migrantes procedentes del Sotavento que desde hace varios años viven en Tijuana.
La mesa estuvo moderada por Gloria Godínez, del Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes.