Prestó servicio social en la comunidad y regresará para desarrollar un proyecto con ancianos y niños
Amparo Garrido
Muchos han sido los estudiantes que realizan su servicio social en las Casas de la Universidad Veracruzana y quedan satisfechos con su experiencia comunitaria. Arely León Sánchez, egresada de la Facultad de Letras Españolas, y quien realizó su servicio social en la Casa UV ubicada en El Conejo, municipio de Perote, es una de ellas.
El trabajo con los niños de esta comunidad le permitió, entre otras cosas, realizar una estancia en San Juan, Puerto Rico, donde impartió talleres en el Departamento de Educación del Museo de Arte, a través de un convenio con la Universidad de Madrid.
Durante seis años de trabajo en El Conejo, entre otras actividades, Arely coordinó en conjunto con el Centro de Eco-Alfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo) de la UV y el pintor José Alejandro Sánchez Vigil, la realización de un mural en la Escuela Primaria “Carlos A. Carrillo”, donde se plasman leyendas de la localidad acerca de los rituales de siembra.
Además promovió la creación de una biblioteca para que los niños se acerquen a los libros y ha sido su interés mantenerla e incrementar el acervo para que haya suficiente material de consulta y mejorar las condiciones del lugar.
Recientemente Arely participó en la convocatoria “Apoyo a culturas populares” a través de Conaculta en conjunto con el Instituto Veracruzano de la Cultura, y ganó una beca para realizar un proyecto que consiste en preservar la tradición oral de la comunidad El Conejo acerca de los rituales de siembra. En éste participarán abuelos, quienes serán los encargados de hacer las narraciones, y 20 niños de entre ocho y 12 años de edad realizarán las ilustraciones.
En el proyecto también colaborarán alumnos de la UV que ofrecerán talleres de pintura y dibujo, y otros estarán a cargo de la fotografía y la edición de un video, que es el producto final.
El proyecto comenzó como talleres de mediación a la lectura, sin embargo se encontró que había muchos niños que aún no sabían leer y escribir, entonces fue interesante ver cómo se entusiasmaron con los talleres y disfrutaron la experiencia.
“El ambiente que se generó en los grupos fue muy bueno y ver todo ese proceso ha sido mágico. Los resultados han sido gratificantes, ver el interés que los niños muestran por los libros se ve reflejado en sus calificaciones, además de que disfrutan de soñar, imaginar y compartir historias con sus compañeros”, dijo Arely.
Su experiencia es un claro ejemplo de que la participación de los universitarios en las comunidades les ayuda a fortalecer sus conocimientos y a adquirir nuevas herramientas para desenvolverse en suámbito profesional.