David Sandoval, Paola Cortés y Karina de la Paz Reyes
Académicos e investigadores de las Facultades de Biología y Ciencias Agrícolas, así como del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (Inbioteca), participaron en el Simposio “Hacia una red de investigación en ciencias biológicas”, en el que presentaron los resultados de investigaciones realizadas por diversos cuerpos académicos (CA) de la institución.
En el evento, efectuado el 20 de marzo en el auditorio de la Facultad de Biología, Clementina Barrera Bernal, directora de la entidad académica, detalló que la segunda edición estuvo dedicada a trabajos vinculados con los bosques y la sociedad.
Rosa Amelia Pedraza, coordinadora del CA Ecología Aplicada al Manejo de Ecosistemas Forestales, detalló que éste fue creado desde 2008 y lo integran siete académicos que pertenecen a distintas entidades como el Instituto de Investigaciones Forestales (Inifor), el Centro de Investigaciones Tropicales (Citro), el Inbioteca y la Facultad de Ciencias Agrícolas.
Proteger las cícadas El simposio inició con la ponencia “Estudio demográfico de Ceratozamia mexicana Bronga, una cícada amenazada en el estado de Veracruz”, a cargo de Andrés Rivera Hernández, docente integrante del CA Bioética y Conservación de los Recursos Naturales, quien actualmente conduce el proyecto de rescate de poblaciones nativas del maíz en la zona de altitud media del estado de Veracruz.
Las cícadas son calificadas como fósiles vivientes ya que su proceso evolutivo ha sido escaso pero tienen elementos que han garantizado su supervivencia, apuntó; son plantas de ornato de altísimo costo, sin embargo pocas actividades se han realizado para conservar la especie.
“Son poblaciones pequeñas y urge la información acerca de lo que pasa con estas poblaciones desde el punto de vista demográfico.” La especie se localiza dentro del bosque mesófilo de montaña y reconoció que tiene una distribución bastante restringida, incluso algunos expertos señalan que se encuentra solamente en las vertientes del Golfo de México y del Pacífico.
Ceratozamia mexicana está protegida por una norma oficial mexicana, no obstante está sometida a diversas presiones que amenazan su supervivencia y viabilidad, como el pastoreo, la quema de pastizales, la deforestación, el comercio ilegal, la modificación del hábitat relacionada con la explotación de la roca basáltica. Bosques secundarios Patricia Gerez Fernández, del Inbioteca, disertó sobre los bosques regenerados, también conocidos como secundarios, los cuales tienen una gran importancia ambiental y ecológica pues ayudan a recuperar ecosistemas y contribuyen a una mayor diversidad de especies y hábitats.
La universitaria indicó que los bosques secundarios constituyen la mayor cobertura forestal en el estado y, paradójicamente, es en éstos donde se registra una mayor pérdida pues “son considerados como basura”.
Estos ecosistemas son generados a partir de la extracción de madera, la agricultura nómada, la extracción de materia no maderable y la cacería o recolección de ciertas especies. Los bosques secundarios pueden contribuir a la recuperación del ecosistema mediante la regeneración de biomasa, el incremento en la capacidad productiva, mejor captación de carbono y mayor diversidad de especies y de hábitats.
Sin embargo, dijo, el incremento de esta cobertura forestal indica un efecto negativo, “una degradación de bosques (primarios), pérdida o cambios en la recomposición de especies, reducción en la capacidad productiva y en la densidad arbolada.
Además, agregó, las principales especies forestales comerciales en México, como el cedro, caoba y pino, están adaptadas a este ecosistema y a las perturbaciones que allí se generan, de ahí la importancia de estudiarlos.
Ingenio del Rosario, modelo de manejo forestal Carlos Darío Polanco Medina, profesor de Ciencias Agrícolas, expuso el caso de la localidad Ingenio del Rosario, ubicada al pie del Parque Nacional Cofre de Perote, la cual es un modelo de manejo forestal, ya que sus habitantes han adquirido el compromiso de mantener y cuidar el medio ambiente.
Durante la charla “Comunidades modelo en el manejo forestal”, sostuvo que la decisión de salvaguardar los recursos naturales sólo para obtener ganancias en el mercado, ha derivado en la pérdida subsecuente e irreversible de muchos bienes y servicios ambientales.
A pesar del uso irracional y la desmedida explotación de los ecosistemas forestales, señaló que aún hay comunidades responsables que usan de manera consciente sus recursos, que pueden ser consideradas modelos a seguir en la conservación de los bosques.
Mencionó que en el ejido Ingenio del Rosario viven alrededor de 30 familias y todas trabajan en beneficio de la comunidad; se dedican a la producción agrícola y aprovechan de manera sustentable los recursos del bosque. “Son sede de algunos trabajos de investigación, uno de ellos es el proyecto piloto referente a la conservación de materiales genéticos, específicamente la producción de semillas en un huerto.”
El secreto de esta comunidad, dijo, “es que están conscientes de la importancia que tienen los recursos naturales, y por lo mismo los cuidan mucho”.
Silvicultura forestal comunitaria Jesús Dorantes López, también docente de Ciencias Agrícolas, participó con la ponencia “Recursos forestales en Veracruz”, en la que señaló que la aplicación de la silvicultura comunitaria podría contribuir a la recuperación de los ecosistemas forestales en el estado y en el país.
Expuso que la problemática de las áreas boscosas es responsabilidad y consecuencia de los programas de manejo forestal, toda vez que son evaluados por personas que no tienen la preparación requerida.
Advirtió que de no tener programas adecuados, continuará el crecimiento de ecosistemas secundarios y de bosques jóvenes; “ante esta preocupación, hemos pensado que la silvicultura forestal comunitaria podría ser la solución”.
Señaló que no hay un sistema silvícola a la medida de las necesidades de cada entidad federativa, lo que ha propiciado un manejo incorrecto de los ecosistemas forestales.
En el caso de Veracruz, precisó que 60 por ciento de su superficie es preferentemente forestal, pero se desconoce si se trata de bosque primario o secundario, ya que no se cuenta con un inventario forestal actualizado, pues el más reciente, aún en proceso, sólo incluye datos de 2004 a 2009.
El único dato certero, mencionó, es que de acuerdo a reportes de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Veracruz tiene poco menos de 200 mil hectáreas de bosque aprovechable, de éstas únicamente 67 mil están incorporadas a programas de manejo sustentable.
Preservación de especies y restauración de ecosistemas Celia Cecilia Acosta Hernández y Ana Isabel Suárez Guerrero, académicas de Biología y Ciencias Agrícolas, respectivamente, hablaron sobre las investigaciones de conservación de especies y restauración de ecosistemas, en las que participan estudiantes de ambas facultades.
Celia Cecilia Acosta detalló que ante el peligro de perder diversidad genética en los ecosistemas, ha dedicado gran parte de su vida como investigadora a la especie Juglans pyriformis (cedro nogal), la cual “está amenazada, en riesgo y sobreexplotada”.
Enlistó que estudiantes se han titulado con proyectos de investigación acerca de temas como la evaluación en el aprovechamiento forestal en comunidades como San Juan del Monte, municipio de Las Vigas, la regeneración natural y la reforestación.
Además, han desarrollado selecciones de los árboles semilleros de Juglans pyriformis (dada la importancia de la conservación de la diversidad genética, misma que se encuentra en los bosques), la fenología y la germinación.
Algunos de estos estudios se han llevado a cabo en los municipios de Coatepec y Coacoatzintla. Por su parte, Ana Isabel Suárez explicó que su interés es establecer bases firmes para el manejo del bosque mesófilo con principios ecológicos, sin descuidar la ética que subyace en cualquier gestión sustentable que se quiera hacer.
Precisó que en la actualidad Veracruz conserva menos de la mitad del bosque mesófilo que tenía y tan sólo en los últimos 16 años se ha deteriorado la cuarta parte; aunado a eso, se estima que se requieren 150 años para que se regenere totalmente.
Explicó que cuando el bosque es ocupado para leña, cuando se trata de un bosque secundario o de un cafetal a la sombra, el impacto está principalmente en las especies; mientras que si se utiliza para la agricultura además se altera el suelo y los servicios, pero el escenario es peor en las ciudades.
Suárez Guerrero comentó que entre las medidas que se han propuesto están la restauración, rehabilitación, enriquecimiento y reforestación.
La primera se refiere al retorno a la condición previa al disturbio, lo cual “es sumamente difícil” y consiste en procurar acelerar la sucesión secundaria natural; la segunda, trata de emular la estructura, el funcionamiento y la diversidad que había antes del daño.