La escritora colombiana compartió su experiencia en el proyecto con UNICEF, su relación con la infancia y la literatura y sus impresiones acerca de la literatura latinoamericana
Adriana Vivanco
Yolanda Reyes, escritora colombiana, participó en la cuarta edición del Hay Festivalito Xalapa 2014, donde ofreció una plática a niños de la Ciudad Asistencial Conecalli con quienes compartió fragmentos de sus obras Los agujeros negros y El terror de sexto B. En este contexto Universo la entrevistó sobre su trabajo como escritora y promotora de los derechos de los niños en su colectivo “Espantapájaros Taller”, donde promueve la lectura y escritura tempranas.
Al preguntarle sobre sus inicios en la literatura, Reyes compartió: “Hace muchísimos años, en un país muy lejano, el país de la infancia, encontré las primeras huellas literarias, ésas que tienen que ver con las abuelas que cuentan historias, que me leyeron libros cuando todavía no sabía leer, ahí encontré esas historias que me decían que había una lengua distinta para hablar de lo que no hablamos todos los días (de la vida, de la muerte, del amor). ”
Esas huellas literarias me enseñaron a conmoverme con las palabras, a percibir estados y experiencias humanas que no tienen que ver con lo cotidiano, con las exigencias de la vida real. Descubrir que hay dos mundos y dos lenguas es lo que me llevó a escribir.”
Dijo también que en las conferencias que imparte los niños le preguntan qué se necesita para ser escritor y ella les responde: “Se necesitan dos cosas: una es leer mucho, los maestros se quedan felices con esa respuesta; la otra, es jugar mucho, pues cuando yo era niña jugaba a la casa, la ciudad y las muñecas, y de grande para seguir jugando necesité escribir ficción, porque es hacer de cuenta que hay mundos que no existen y hay que volverlos reales como en los juegos de niños, y ahí viene todo el trabajo literario”.
La autora de Una cama para tres compartió su secreto para permanecer vigente en la escena de la literatura infantil y juvenil: “Hay que enfrentar todos los retos que se presenten, hoy día los sigo afrontando; por ejemplo, el reto del encasillamiento, si escribes un libro para niños, siempre te van a pedir que sigas escribiendo lo mismo. ”
Pero antes de ese reto está el de perseverar, que es el más difícil de todos, y este tema es muy importante para los universitarios, hay que perseverar y perder muchos concursos para que te publiquen. A veces los muchachos me preguntan con quién pueden hablar o si conozco algún editor, incluso los padres llegan a pedirte que les publiques a sus hijos.
Yo digo que hay que escribir mucho, hay que borrar mucho, hay que romper mucho, hay que editar y hay que tener el cuero muy duro para poder poner distancia de lo que uno escribe y volverlo a mirar. Ése es un reto difícil, tiene que ver con la autoestima.”
La escritora colombiana expresó que en ocasiones dicen que el ego de los escritores es enorme, pero quizás es que el ego es la contraparte de la vulneración de la autoestima porque es muy duro. Compartió que en este oficio se pasa por momentos muy difíciles, pero a la vez son los mejores cuando se cuenta con un editor o un lector generoso que señalan qué partes del texto hay que trabajar más.
Dijo que otro reto es cuando se empieza a sentir que le reciben a uno todo y se lo publican, “ahí está el verdadero reto para poner más cuidado. La escritura es un proceso que requiere siempre mucha distancia y autocrítica, o una compañía generosa de la crítica y de la edición para no publicar todo lo que sale de la cabeza”.
Como representante de la literatura infantil latinoamericana, explicó que los escritores de esta región del mundo han logrado crear una identidad fuerte que se define y se defiende en el mundo; en este sentido destacó que en las últimas décadas la dinámica y los rumbos que siguen los escritores de América Latina han cambiado abriendo nuevas brechas.
“Hay muchos cambios. Uno es que antes, para escribir en América Latina estaba implícito que el reconocimiento debía venir de España, que era el objeto del deseo de los escritores, y de pronto empezamos a construir redes latinoamericanas incluyendo a Brasil, empezamos a descubrir que decíamos cosas de una manera que era importante y que tenía ecos en los otros países. ” Eso me gusta porque hemos ido tejiendo redes entre Latinoamérica, hemos sido muy conscientes de nuestras voces pero no es una voz de lo real maravilloso, no es una voz estereotipada de Latinoamérica para exportación de otras generaciones, sino que son voces complejas, plurales, múltiples, humanas, y en todo ese crisol hay una identidad que no es encasillable, que representa la afirmación permanente, las mezclas entre lo rural y lo urbano, lo de aquí y lo de allá.
Eso en literatura latinoamericana, y específicamente en literatura para niños y jóvenes, es muy potente, no hemos renunciado a ser nosotros y siento que al mismo tiempo tenemos muchas cosas en común.” Al referirse a la elección de sus nuevos proyectos y los temas a abordar, compartió que es un azar que llega a su vida derivado de la convivencia con la gente al compartir historias: “Nunca he podido saber del todo cómo llegan a mí las historias, cómo elegir mis temas.
Lo único que sé es que cuando estoy terminando una novela me siento muy triste, pues uno arma un mundo y es muy difícil resignarse a salir de él, yo siento que puedo cerrar un libro cuando hay algo que veo que me hace pensar que hay otra novela por escribir. ”Yo tengo el oído muy fino, miro, escucho y ando siempre viajando en las conversaciones, meto la nariz y los oídos en las pláticas ajenas, me gusta lo que la gente dice, y muchas veces son situaciones que no entiendo y que de cierta manera están ancladas en dolores ajenos que tienen que ver también con dolores propios.”
Asimismo expuso que hay algo que por alguna razón hace eco y ahí está la magia de empezar a construir ese mundo, por lo general la situación de la vida, de las relaciones, de crecer, de dejar de ser niño, pasar de ser adolescente a joven, de joven a adulto, o de un tránsito de un país a otro, o de una búsqueda, tienen siempre mucho que ver con preguntas como quién es ella, con trances de la vida tan cercanos y tan distintos en cada persona y en cada cultura.
La autora de Cocú ha destacado por su labor como promotora de los derechos de los niños a partir de su proyecto “Los Agujeros Negros” que llevó a cabo con UNICEF, respecto a esta aventura –como ella la llama–, dijo: “En el año 2000 UNICEF le pidió a Alfaguara buscar escritores de diferentes países para hacer una colección sobre los derechos de los niños, a mí me tocó escribir acerca del derecho que tienen los niños a recibir protección y socorro. ”
Después de darle muchas vueltas al asunto escribí Los agujeros negros, que es una historia muy triste de un niño que le pregunta a su abuela ‘¿qué pasó esa noche cuando mis padres se fueron y no me llevaron y nunca más los volví a ver?’. Trata de cómo rescatar la memoria, la pregunta ahonda en lo más profundo de un niño, en un momento en que Colombia pasaba por una situación muy difícil y en que sentíamos que debíamos poner a salvo a nuestros niños y no sabíamos cómo. ”
Con el libro salió esa imagen un poco fuerte sobre la infancia, pues dicen las buenas conciencias que no hay que hablarles a los niños de temas difíciles, y éste es un libro que sigue leyendo la gente y va diciéndoles a los niños que de la muerte y de la vida también se puede hablar y que de eso se trata en el fondo la literatura.”
Respecto de su proyecto “Espantapájaros Taller” resaltó que es una iniciativa cultural de animación a la lectura y a la expresión artística en niños de uno a cuatro años de edad, es un espacio creativo donde los niños pueden disfrutar de su primera experiencia escolar y es también una librería especializada en literatura infantil y en primera infancia.
“El objetivo primordial de esta iniciativa es lograr un proyecto permanente de formación y asesoría de maestros, bibliotecarios y padres de familia interesados en leer y generar canales de comunicación con los niños a través de la literatura.
Esta historia inició en 1988 como una librería y alrededor de ella se conformó un equipo interdisciplinario de trabajo en pro de la animación de la lectura y la literatura infantil que ahora cuenta además con una página de Internet y cuentas en Twitter y Facebook, mediante las cuales mantenemos contacto constante con nuestro público.”
Para conocer mejor el trabajo del proyecto “Espantapájaros Taller”, compartió los siguiente enlaces: www.espantapajaros.com, Twitter: @espantapájarost! y en Facebook: Espantapájaros taller.