Carlos Hugo Hermida Rosales
Francisco Alberto Beverido Duhalt es un ícono viviente del ámbito teatral no tan sólo de Xalapa, sino del estado de Veracruz. Aficionado al café expreso y apasionado del teatro en todas sus manifestaciones, el actor, dramaturgo, productor, director, docente e investigador teatral, posee una amplia trayectoria en la creación, promoción y divulgación de esta rama del arte escénico en Veracruz.
En entrevista para Universo, el Subdirector de Tramoya. Cuaderno de Teatro, relató cómo se involucró con el teatro, rememoró qué detonó el cambio de residencia de su familia –oriunda de Córdoba– a Xalapa, en qué momento se integra a esta casa de estudio y las distintas etapas que ha vivido en la misma, ya sea en los escenarios o tras bambalinas.
Orígenes
El primer contacto de Beverido con el ámbito teatral lo tuvo en Córdoba, su ciudad natal, pues su tío Luis Alberto Beverido Pereau realizaba puestas en escena con un grupo de aficionados, y después, de manera un poco más formal, como maestro de Teatro en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la misma localidad, por lo que él, como su sobrino, tuvo la oportunidad de asistir a varias representaciones.
Su llegada a la ciudad de Xalapa se derivó del trabajo de su padre: “Mi papá era fotógrafo y en una feria del libro realizada en Córdoba expuso varias imágenes de piezas arqueológicas de la zona, las cuales llamaron la atención de Gonzalo Aguirre Beltrán, rector en el periodo 1956-1963, quien le invitó a cursar la Licenciatura en Antropología en esta institución e integrarse como fotógrafo del Museo de Antropología de Xalapa. Así fue como la familia llegó a la capital del estado.”
Comentó que si bien el cambio fue un poco difícil, ya que tuvo que dejar a sus amigos y conocidos, la Xalapa de mediados del siglo XX le pareció una ciudad muy hermosa: “Había días en que te parabas en el camellón de la Avenida Orizaba y la neblina no te permitía ver las casas que se encontraban a los lados”, narró.
En Xalapa, el primer contacto de Beverido con el quehacer teatral fue en 1963, durante el rectorado de Fernando Salmerón, ya que éste invitó a su papá a fotografiar actividades culturales de esta casa de estudio; fue allí cuando se relacionó con gente de la Compañía Titular de Teatro, la cual se encontraba a cargo de Marco Antonio Montero.
Mencionó que como parte de las actividades de extensión de la compañía, Montero designó a miembros de ésta para que realizaran una puesta en escena en la Escuela Secundaria “Antonio María de Rivera” –en la que estudiaba–, la cual fue una adaptación de El Periquillo Sarniento, obra cumbre de José Joaquín Fernández de Lizardi.
El estreno consistió en una sola función efectuada en la sala grande del Teatro del Estado, con lleno total. “En esa representación interpreté dos papeles, el del Periquillo cuando niño y el de su mejor amigo en su adolescencia; escuchar los aplausos del público al finalizar fue una sensación maravillosa”, aseguró.
A partir de ello instó a las autoridades de su secundaria a promover el teatro e incluso llevar a cabo una puesta en escena, petición a la cual accedieron y le otorgaron permiso de dirigir su primera obra, la cual si bien no salió como él esperaba, le confirmó que el teatro sería una de las pasiones de su vida.
“Mi primera puesta en escena, Electra de Sófocles, fue una cosa horrible, a pesar de tener ganas y entusiasmo al realizar mi trabajo, no tuve la más mínima idea de lo que hacía”, detalló.
Su siguiente incursión como director teatral se dio cuando estudiaba en la Escuela de Bachilleres Experimental de Xalapa. Con el beneplácito de los directivos presentó la obra Cuauhtémoc de Salvador Novo, la cual salió mejor que su primer intento. Cabe destacar que para esta puesta en escena ya había recibido asesoría de Marco Montero.
Compañía de Teatro de la UV
y primer grupo teatral
Cuando Francisco Beverido egresó del bachillerato, en Xalapa no existía una escuela formal para estudiar teatro, pues la que había sido fundada por Dagoberto Guillaumin en 1954 ya no existía, por lo que decidió ingresar a la Facultad de Letras Españolas.
Con la llegada de Manuel Montoro Tuells a la dirección de la Compañía de Teatro de la UV en la década de los sesenta, recibió la invitación para ingresar a ella; su debut se dio con la obra Mariana Pineda. Fue en ese mismo tiempo cuando formó su primer grupo teatral independiente.
“El grupo se llamó Teatro Experimental y su integrantes no eran actores con experiencia, estaba formado por amigos que conocí en la secundaria y en la preparatoria, incluso algunos vecinos”, declaró.
La primera obra que montó la sacó de un texto basado en personajes de William Shakespeare, el cual tomó de la revista Punto de partida, publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); en su siguiente trabajo se presentó en un festival de teatro con la puesta en escena El retablo de las maravillas de Miguel de Cervantes Saavedra.
Francisco Beverido relató que las siguientes presentaciones con su grupo fueron en el Teatro del Estado, ya que en ese momento no estaba mercantilizado y funcionaba como casa de cultura que apoyaba a actores locales, en lugar de hacer el papel de “caja chica” para agenciarse recursos, como en la actualidad.
“Mientras dirigía a mi primer grupo, como cualquier joven sentí que había descubierto el hilo negro, pero al paso del tiempo me di cuenta de que me faltaba muchísimo por aprender, entonces empecé a investigar sobre el tema y conocí a Raúl Zermeño Saucedo.”
Facultad de Teatro
Francisco Beverido afirmó que Raúl Zermeño llegó a la ciudad de Xalapa a mediados de la década de los setenta, invitado por Roberto Bravo Garzón –rector en ese momento–, quien le encomendó dos propósitos: reestructurar y revitalizar la Compañía de Teatro de la UV y establecer mecanismos para la creación de la Facultad de Teatro, la cual surgió en 1976 y fortaleció la idea de que Xalapa era una ciudad de tradición importante para las actividades culturales a nivel nacional.
Francisco Beverido comentó que la plantilla de académicos la integraban docentes con una amplia experiencia y una gran calidad humana, entre quienes se encontraban Jorge Ortiz, María Antonieta Pellicer, Alejandro Morán y Angelina Peláez, lo cual la volvió un polo de atracción para estudiantes de todo el país; entre los jóvenes y futuros talentos que llegaron en ese entonces se encontraron Ángel Norzagaray, procedente de Tijuana; Dagoberto Gama, de Guerrero, y Damián Alcázar, de Michoacán.
En ese entonces Raúl Zermeño manifestó a Francisco Beverido que era “demasiado viejo para ser alumno, pero demasiado joven para ser maestro”, por lo que su ingreso como docente a esta entidad académica aún tendría que esperar varios años.
En 1977, con el regreso de Marco Antonio Montero a la Compañía de Teatro de la UV, éste buscó retomar los festivales universitarios de teatro, por lo cual creyó conveniente fomentar talleres de entrenamiento dirigidos a estudiantes de otras facultades que quisieran trabajar en ellos.
Es así como en 1979 surgieron los talleres libres de actuación en el Teatro “La Caja”, en los cuales el entrevistado participaría durante seis años y le abrirían las puertas para ingresar más tarde a la Facultad de Teatro como profesor de actuación.
Colaborador de Tramoya
Tramoya. Cuaderno de Teatro nació en 1975, con la característica principal de que sus textos son guiones de teatro, lo cual la hace única en su género dentro del país.
“Tramoya se ha mantenido vigente hasta la fecha, debido a que es una fuente de información de suma importancia para actores y directores, tanto aficionados como profesionales; contiene guiones de autores mexicanos de todas las generaciones, así como de escritores de diversas nacionalidades como argentinos, españoles, colombianos y venezolanos”, afirmó Francisco Beverido.
Añadió que incluso contiene libretos de teatro de autores rusos, finlandeses, serbios y griegos, textos poco manejados en el ámbito teatral del mundo de habla hispana, lo cual convierte a la publicación en un referente en Latinoamérica, y en una lectura obligada en todos los departamentos de lenguas hispánicas alrededor del orbe.
Candileja, A.C.
Francisco Beverido creó en 1995 el único centro de documentación teatral que existe en la ciudad, Candileja, A.C., el cual tiene dos funciones.
Por un lado, es una biblioteca especializada en teatro compuesta por unos cuantos miles de libretos, así como de textos relacionados con la actuación, dirección, vestuario, análisis, historia y dirección teatral.
Igualmente cumple con el papel de archivo histórico, el cual guarda registro de aproximadamente el 90 por ciento de la actividad teatral ocurrida en Xalapa de 1947 a la fecha, por medio de carteles, programas de mano, recortes de periódico e incluso grabaciones.
“Candileja ha recibido la visita de muchos estudiantes, desde el nivel de secundaria hasta alumnos de posgrado e investigadores. Este centro está abierto a todo público y quien así lo desee puede acudir a documentarse”, manifestó.
El teatro en Xalapa
Francisco Beverido explicó que el teatro en la ciudad de Xalapa ha pasado por varias épocas, cada una de ellas fundamental para este arte escénico.
Mencionó que la primera se podría situar entre 1953 y 1957, impulsada por Dagoberto Guillaumin; la segunda, puede colocarse entre 1965 y 1967 con la llegada de Manuel Montoro a la dirección de la Compañía de Teatro de la UV, y la tercera, podría estar entre 1973 y 1981 con el rectorado de Roberto Bravo Garzón.
Comentó que actualmente en la ciudad se hace mucho teatro; mientras que en la década de los sesenta sólo existía la compañía de la UV y un par de grupos más, hoy en día existe casi medio centenar de agrupaciones teatrales que en conjunto ofrecen más de 100 estrenos por año, desde puestas en escena que pasan sin pena ni gloria, hasta verdaderas obras de arte.
“Una de las ventajas del teatro que se presenta en la actualidad es que existe al menos media docena de personas que escriben guiones, quienes aceptan la influencia de otros lugares y gracias a ello hay nuevas formas de escribir y hacer teatro que se adaptan y adoptan al ámbito local”, enfatizó.
El teatro es su vida
Beverido Duhalt afirmó que el teatro es su vida y que éste le ha dejado muchas satisfacciones, ya sea como director, actor o productor.
En su experiencia, cuando las personas acuden al teatro lo que van a encontrar es un trabajo en vivo y si bien no podrán ver a grandes actores de Hollywood como en el cine, cada puesta en escena les presentará una visión de la realidad distinta a la suya, y podrán confrontar su idea del mundo con la que se representa en escena.
Aunado a lo anterior, en teatro no existen dos representaciones iguales, ya que aunque se trate de la misma obra, en cada función el trabajo de los actores es distinto, lo cual le brinda matices diferentes.
En cuanto al futuro del teatro, dijo que éste no se vislumbra fácil, ya que las nuevas generaciones están más acostumbradas a la televisión y el Internet, y quienes acuden a las puestas en escena pertenecen a un público de teatrófilos que es constante pero reducido.
Opinó que para crear un público asiduo al teatro, este arte escénico debe inculcarse a los niños desde su hogar y en la educación básica, ya que sólo de esta forma pueden conocerlo y acercarse a él.
“El teatro nos ofrece una interpretación distinta del mundo, y aunque uno puede acercarse a estas visiones a través de otros medios como la lectura, la ventaja del primero es que la acción se ve en vivo. Si el teatro llega a desaparecer se perderá esta emoción y nos quedaremos con la interpretación superficial y unívoca de la televisión”, concluyó.