José Agustín Castellanos
En el marco de la actividad “Martes de Lectores y Lecturas”, Víctor Hugo López Ortega, catedrático de la Facultad de Filosofía, presentó la charla “La confesión, una lectura del fantasma”, en la cual incitó a la lectura de la obra maestra del novelista francés Georges Bernanos, Diario de un cura rural, escrita en 1936 y que aborda el conflicto interno que un servidor religioso enfrenta contra su mismo oficio e incluso contra Dios.
Sobre la obra de Bernanos, dijo que está narrada en forma de diario sin fechas, escrita por un cura recién egresado del seminario.
“Narrar en forma de diario puede parecer un recurso fácil al posibilitar hablar en primera persona en cualquier tiempo y de cualquier factor y pensamiento; sin embargo, el autor debe hacer que su personaje hable conforme a características particulares, sabiendo que desde la primera palabra el tiempo no se detiene y su personaje envejece.”
Diario de un cura rural refleja haber sido escrita por un joven sacerdote con amplios conocimientos teóricos y literarios, pero con pocas nociones sobre las prácticas, eje sobre el cual realiza numerosas reflexiones de las nuevas vivencias en su parroquia y contrasta con la teoría y sus recuerdos de infancia.
“En la novela constantemente se realizan observaciones sobre la relación de la escritura de un diario y el deseo de prolongar en papel las conversaciones con Dios, encontrando dos problemas: un aforismo sobre el cuestionamiento de la razón misma de llevar un diario y su relación con el mismo.”
La escritura de un diario se convierte en una manera de escapar del silencio y la soledad, una manera de rescatar el pequeño yo y no perderse en la pobreza de los días, agregó López Ortega.
“Curiosamente la soledad y la pobreza son dos de los temas que más se trabajan en la novela, ambos desde la mirada de un joven que cree en Dios, pero en la intimidad es capaz de cuestionar las prácticas de su institución religiosa.
”Prácticamente toda la novela se teje en el tema de una soledad que es sufrimiento, y que conforme el cura escribe y hace una lectura de los días pasados se enfrenta a la angustia, la cual está presente en el texto como una conciencia que escucha mientras escribe, descubriendo que quien escribe es un cura incapaz de llevar su parroquia, con un enorme deseo de hacer el bien pero no puede lograrlo”, concluyó.