Premio Nacional de Dramaturgia “Emilio Carballido” 2014
La noche que jamás existió, un encuentro entre Isabel I y William Shakespeare, la obra por la que obtuvo el reconocimiento
“Frente a la barbarie que estamos viviendo, es urgente hacer teatro útil; escribir y llevar a escena los temas sociales de la actualidad. Hacer un teatro que se convierta en herramienta a favor de la justicia, de los derechos humanos, el olvido y la impunidad”
Susana Castillo
El dramaturgo, guionista y escritor independiente Humberto Robles de León fue designado como ganador absoluto del Premio Nacional de Dramaturgia “Emilio Carballido” 2014, convocado por las universidades Veracruzana (UV) y Autónoma de Nuevo León (UANL), con la obra La noche que jamás existió, que postuló bajo el seudónimo de “Arcadio”.
El autor, quien nació en la Ciudad de México y cuyas obras han sido representadas en 25 países, recibirá el premio en abril de 2015 en Xalapa, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) de la UV. Tal reconocimiento contempla 150 mil pesos y la publicación del guión teatral en una coedición entre la UV y la UANL, así como en la revista Tramoya (fundada por Emilio Carballido).
Tras saber que ganó, Robles expresó: “Estoy muy contento, muy satisfecho. Los premios son un reconocimiento a la labor de uno y en este caso a una obra en específico, es un gran estímulo y uno siente que va por el camino correcto, que lo hizo bien, eso es lo que da más gusto.”
Sobre Emilio Carballido, a quien conoció en persona hace varios años, comentó: “Leí muy joven Las visitaciones del diablo, y en teatro ver Rosa de dos aromas me marcó, tanto así que muchas de mis obras de comedia están muy marcadas por él, por la forma en que manejó el humor, el costumbrismo. Fue una persona muy divertida”.
La noche que jamás existió, relató, trata sobre la reina de Inglaterra Isabel I, quien una noche cita en sus aposentos a William Shakespeare para que le revele qué es el amor, “porque ella no conoce más que el amor de su pueblo, de sus padres, pero no el amor entre dos personas. Por ello la llamaban la reina virgen”.
A partir de las obras que escribió, entre ellas Romeo y Julieta, Shakespeare le habla del amor, los celos, la pasión, la traición, y le explica todo lo que envuelve a ese sentimiento. “Al final él le pregunta si cumplió con el cometido y ella le dice que sí, que con creces, y en agradecimiento le otorga un don, la inmortalidad tanto para él como para sus personajes”, compartió.
Vocación temprana Fue en la infancia cuando Humberto Robles supo que quería estar tras bambalinas y telones, así como escribir lo que su imaginación y la realidad le dictaran. El ejemplo paterno abonó a su convicción: el teatro era el camino que seguiría en la vida. Más tarde descubrió que para lograrlo le estorbarían la educación formal, la rigidez de las ciencias exactas y los números.
“Desde niño me gustó escribir, mi papá era actor, me llevaba a los ensayos desde muy chiquito, tenía como cinco años e iba y me quedaba dormido ahí. Cuando despertaba sentía ‘esto es lo que quiero hacer en la vida’. Después fui creciendo y no me gustó la escuela, no fui ni siquiera a la preparatoria porque dije ‘a mí esto no me gusta’.”
El adiós fue definitivo y empezó a estudiar por su cuenta, a leer muchísimo, viajar, mirar películas, ver teatro. “Entonces me fui formando de una manera autodidacta y creo que fue una muy buena manera de hacerlo, además lo hice como a mí me gustaba. Fui muy buen maestro de mí mismo y muy buen estudiante.”
Su trayectoria como dramaturgo se entrelazó con su participación en acciones y agrupaciones a favor de los derechos humanos. En 2001 estableció contacto con varias integrantes de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, organización no gubernamental (ONG) que busca prevenir y erradicar los feminicidios en Ciudad Juárez y el resto del país. Desde entonces ha colaborado con ellas y así se fue vinculando con otras agrupaciones sociales y de derechos humanos, a algunas de las cuales donará la mitad del monto del premio que recibirá en la FILU.
“Me parece que hay que compartir lo que uno tiene de manera solidaria; no es beneficencia ni caridad, sino solidaridad. Yo le debo mucho a estas organizaciones, como dramaturgo y como ser humano. Colaboro con ellas, ellas me han apoyado y creo que esta es otra forma más de colaborar. Todas son organizaciones en lucha y resistencia, que buscan la más elemental justicia y un fin ante la impunidad que impera en el país.”
Tales vínculos se han reflejado en varias de sus obras, que entrarían en el concepto de teatro útil acuñado por Bertolt Brecht, pues abordan temas de denuncia y reflejan problemáticas sociales.
Entre ellas destacan: Mujeres de Arena, sobre los feminicidios en Ciudad Juárez, montada por más de 135 grupos, en 15 países y tres continentes; Nosotros somos los culpables, basada en el libro homónimo de Diego E. Osorno sobre la tragedia de la Guardería ABC; y Las flores de Atenco, acerca de la represión en San Salvador Atenco en mayo de 2006.
Socializar a través del teatro episodios oscuros de la historia contemporánea del país es parte del compromiso que siente con su entorno y con la sociedad no como dramaturgo, sino como ciudadano. Para él es deseable que cualquier ser humano, amén de su oficio o profesión, sienta tal motivación.
“Han sido demasiados años de indiferencia y apatía ante lo que ocurre en México, ya es tiempo de que la gente tome conciencia y luche por lo indispensable: justicia, fin a la corrupción y a la impunidad. México está viviendo una de las peores crisis en todos sentidos y destaca en la falta de derechos humanos. Es hora de decir ¡ya basta! y reconstruir este maltrecho país.”
A la par de ese sentir, Humberto Robles tiene un sueño y una utopía. El primero es seguir escribiendo teatro, que sus obras se sigan montando por el mundo y poder verlas en escena. También tener la oportunidad de ir a dirigirlas a otros países.
La segunda es, por el espíritu que encierra la palabra misma, un poco más difícil de alcanzar: “Mi utopía es el anarquismo en el mundo, el autogobierno y la autogestión, sin dioses y sin amos”. El tiempo dirá.
De certamen a premio
Los antecedentes del Premio Nacional de Dramaturgia “Emilio Carballido” se remontan a 1987 con el Certamen Nacional de Dramaturgia, convocado por la UANL. En marzo de 2007 se convirtió en premio y adquirió el nombre de Carballido. En 2014, por primera ocasión, fue lanzado de manera conjunta por la UV y la UANL, para reivindicar la figura del autor de Rosa de dos aromas y continuar su labor al estimular la creación de obras dramáticas en el país.
En su más reciente edición, la convocatoria estuvo abierta desde marzo y se cerró en octubre de 2014. En total fueron inscritas 134 obras, provenientes de Sonora, Puebla, Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo, San Luis Potosí, Yucatán, Zacatecas, Guanajuato, Coahuila, Morelos, Jalisco, Michoacán, Veracruz, Querétaro, Aguascalientes, Baja California Norte, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Tlaxcala, Estado de México, Nuevo León y Distrito Federal.
El jurado del premio otorgado a Humberto Robles estuvo conformado por Rubén González Garza, Javier Sancho, Gerardo Valdés y Hernando Garza, todos con vasta trayectoria en la dramaturgia.
Los criterios fueron los siguientes: la gran inteligencia y habilidad para hilvanar las citas de obra de William Shakespeare con el texto propio; una teatralidad contundente en el imaginario escénico, que obliga a concluir su lectura; una destacada construcción dramática, una investigación cuidada y rigurosa sobre el teatro de Shakespeare, así como un lenguaje poético que describe las grandes pasiones y la condición humana.
El órgano colectivo consideró, además, que La noche que jamás existió es un texto que debe ser obligatorio para todo estudiante universitario y especialmente para quienes se preparan en el arte teatral.