Carlos Octavio Sandoval
“Oniktokili se xochitl ipan noyollo, iwan oxotlak notlahtol” (Sembré una flor en mi corazón y brotó una palabra) es la frase en náhuatl que puede verse en Tlilapan, al pie de la carretera Orizaba-Tequila, escrita en un muro blanco con letras negras entre rótulos comerciales y anuncios de ferias locales.
El texto confronta al transeúnte por su aparente disonancia en un espacio público dominado por el castellano. ¿Quién y por qué escribiría unas palabras en náhuatl, así nada más, sin traducción y con ninguna otra explicación más allá de estar ahí, alzándose irreverente en un mundo en apariencia hispanohablante? A finales de los noventa, el poeta Armando Alanís Pulido inició el movimiento Acción Poética.
En un país en el que la población no está acostumbrada a la lectura, la poesía parece ser sólo una práctica de la élite intelectual, generalmente de clase media y urbana. Alanís Pulido pensó que si la gente no iba a la poesía, entonces la poesía debería ir a la gente.
Así empezaron a multiplicarse los murales anónimos de letras negras y fondo blanco, simbolizando una hoja de papel con un poema escrito en tinta negra.
En la sede Grandes Montañas de la Universidad Veracruzana Intercultural, sita en Tequila, esta propuesta fue retomada por los estudiantes de la Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo, quienes al reflexionar sobre la pertinencia de Acción Poética en el contexto local, notaron que algo faltaba.
En esta región del centro de la entidad hay cerca de 200 mil nahuahablantes. El náhuatl goza de una gran vitalidad, pero parece estar ausente de los espacios públicos. En consecuencia, los estudiantes pensaron que la poesía en náhuatl debía llevarse a las calles.
El primer paso fue buscar fragmentos poéticos en este idioma originario que invitaran al transeúnte a detenerse y leer el texto. Hubo que decidir si debían ser poemas traducidos o escritos por autores nahuas clásicos, como las del tlatoani Nezahualcoyotl.
Al final, se optó por utilizar poesía escrita por los mismos estudiantes y docentes. Una vez que se escogieron (y construyeron) los fragmentos poéticos, tuvo que decidirse si se iban a traducir al español o no.
Había quien opinaba que debía ponerse únicamente el náhuatl y quien pensaba que debía acompañarse de su traducción. La decisión fue no incluir la traducción al español.
Así como en Orizaba y en tantas otras ciudades del país hay ya un fuerte movimiento de Acción Poética dirigido a los hispanohablantes, así también ahora los textos interpelarían a los nahuas. Acción Poética Náhuatl sería algo suyo. Por esta vez, el náhuatl podría pararse por sí solo sin depender del español.
Proyectos como el de Acción Poética Náhuatl van incidiendo paulatinamente en la conciencia de la población nahua. Al ver escrita su lengua en el espacio público, los nahuas pueden ver que su idioma tiene todo el derecho de ser y estar por sí mismo, así visible y sin depender de otra lengua, cambiando la valoración que los hablantes hacen de su propio idioma.
Desde la sociedad hegemónica hemos impuesto condiciones que hacen que muchos nahuas prefieran esconder su lengua.
En las escuelas no se les alfabetiza en náhuatl, no se les dan materiales en dicho idioma, no escuchan su lengua en la tele, en la radio ni en los ámbitos del habla de mayor estatus.
La poesía náhuatl en el espacio público muestra que no está relegado al campo o al ámbito doméstico. Muestra, a los ojos de los propios hablantes, que la lengua está viva, que es una lengua literaria y que puede sostenerse por sí misma con orgullo.
Hoy en día se han realizado acciones poéticas en náhuatl en los municipios de Tlilapan, Tequila y Orizaba. Se espera que se multipliquen y que comencemos a ver cada vez más el náhuatl escrito y visible reclamando su lugar en el espacio público junto e independiente del español. ¡Llevemos la poesía náhuatl a las calles!