José Manuel Velasco Toro
Universidad Veracruzana 70 años. Una iconografía, es una obra que recoge la memoria vívida y la emoción sentida de la comunidad académica, estudiantil y artística, que se extiende a lo largo del estado de Veracruz: Xalapa, Orizaba-Córdoba, Poza Rica-Tuxpan, Veracruz-Boca del Río y Coatzacoalcos-Minatitlán
Cinco regiones, cinco campus en los que bulle la vida universitaria en el ejercicio intelectual de aprender y crear, generar conocimiento y difundir cultura, servir a la sociedad y ser parte de ella mediante vínculos que van más allá del mero compromiso educacional al entramar un tejido en el que la Universidad Veracruzana ha sido, es y seguirá estando comprometida con el desarrollo social, económico y cultural de la entidad.
Dos categorías esenciales de la lógica histórica son: el cambio y el acontecimiento. El cambio es una condición de transición de una situación a otra que ocurre en la correlación de estructuras cuya dinámica de transformación es lenta, pero inexorable.
El cambio lo aviva el sujeto histórico que tiende a manifestar su identidad en la innovación, dentro y en las propias estructuras mentales e institucionales que le preceden, procreando relaciones de impulso y contra impulso que proyectan el tiempo hacia lo nuevo, hacia procesos transformadores donde el pasado ilumina, pero no determina, donde es fuente de voluntad para la continuidad, pero no de linealidad.
En la dialéctica del pasado y del presente se abre el sujeto histórico hacia el futuro. Devenir en el que ocurre el progreso que emerge de la dinámica relacional entre tradición e innovación; entre lo dado, que es cultura primordial, desde la cual se construye lo no dado. A lo largo de la historia de la humanidad, la innovación ha tenido y posee condición necesaria para producir los cambios que han revolucionado a la sociedad, siempre en la reconfiguración de la trama de nuestras propias relaciones, en cuyo intersticio se da el conflicto entre lo que es y no quiere dejar de ser y lo que es y quiere trascender a un nuevo ser.
Punto éste de balance entre tradición e innovación, entre cultura y creación. Engrama que hace de la temporalidad condición fundamental para el ininterrumpido proceso de liberalización del pasado en su presente, y de éste en el inexorable devenir del futuro que a la vez da lugar al pasado. En ese movimiento contingente de ser y trascender, se encuentra la historicidad del acontecimiento.
Evento que es suceso que cambia, en corriente múltiple y en lo singular, la relación del presente en su devenir histórico. En este orden de ideas, el acontecimiento es una historia que se está haciendo y que puede llegar a poseer capacidad auto generativa de tendencia organizadora. Movimiento que tiene sentido, dirección, cualidad, manifestaciones, fases y tiempos que son realizados por el sujeto histórico.
Bajo estas dos premisas, cambio y acontecimiento, se conceptuó la organización y la estructura secuencial de la obra que da cuenta del devenir histórico de la Universidad Veracruzana.
Como también se ideó la convergencia narrativa e iconográfica que muestra, explica y recrea el nacimiento de la Universidad, las sucesivas etapas en su desarrollo institucional, así como la progresión que perfila su hacer académico, científico, cultural y social. Desde su origen, en la Universidad Veracruzana se ha tenido claridad en el hacer social e integral que implica la relación de las tres llamadas funciones sustantivas: docencia, investigación y difusión.
Dinámica helicoidal que constituye expresividad fundamental a lo largo de cada uno de los capítulos que integran la obra, en los que se explica con claridad meridiana, cómo en cada momento de transición histórica se ha dado el entretejido renovador de las funciones sustantivas en lazo indisoluble con la sociedad, cómo se ha diversificado la vinculación universitaria con el entorno rural y urbano, y cómo se ha proyectado, con la cultura y el arte veracruzano, hacia lo nacional y universal.
En 1944, la Universidad Veracruzana nació con una visión moderna de profunda vocación humanística. La modernidad es una constante en su hacer universitario que se expresa en la acción innovadora de cada momento, innovación que actualmente posee nuevo impulso expresado en el Programa de Trabajo Estratégico 2013-1017, direccionado por la primer Rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, y donde la tradición humanística conserva su esencia, renovada y profunda, impulsando valores humanos esenciales en tiempos del conocimiento y la comunicación.
En este sentido, señala Sara Ladrón de Guevara en la presentación de libro: “Una Universidad que se educa y educa a su comunidad en el respeto a las leyes, y en los deberes y derechos civiles, es una universidad que entrega a sus sociedad, además de profesionales formados y capaces, ciudadanos aptos para el ejercicio democrático”.
Ese sentido humanístico que permea el hacer docente, investigativo y creador de la Universidad, está claro en su pasado y actuante en su presente, como se muestra en los capítulos: “Una mirada al devenir histórico universitario” y “Educar y crear conocimiento”, escritos ambos por Carmen Blázquez Domínguez y Ricardo Corzo Ramírez. En el primero se hace una clara síntesis del proceso transformacional, administrativo y organizacional de la Universidad, resaltando los rasgos fundamentales que caracterizan cada momento de transición.
En el segundo, se narra cómo fue creciendo la demanda educativa que multiplicó su presencia académica y nutre la investigación científica y social en la geografía veracruzana.
Capítulo esencial que explica la evolución de integralidad espacial de la Universidad en relación con cada una de las cinco regiones que identifican a la entidad veracruzana, es el escrito por Octavio Ochoa Contreras y Luz Angélica Gutiérrez Bonilla, “Los espacios de la Universidad Veracruzana: una lectura histórica”.
En él se temporaliza cada momento de crecimiento de la Universidad en correspondencia con el contexto del desarrollo nacional y regional. Así, el nacimiento de la Universidad Veracruzana se entrecruza con las etapas de despegue económico y del llamado milagro mexicano hasta el año de 1968, parteaguas en el que ocurre una ruptura nacional con el movimiento estudiantil y obliga al Estado mexicano a reconfigurar el desarrollo de la educación superior.
Siguiendo ese orden, narran cómo en los años subsecuentes, 1969-1982, la Universidad Veracruzana diversificó su oferta académica, profundizó el hacer investigativo y amplió la tarea cultural hacia las distintas regiones, sentando base estructural de lo que ahora son los campus universitarios y vice rectorías regionales, tema tratado en la etapa llamada: Una época de retos, 1982-1996.
Cierran el capítulo resaltando el cambio más significativo en nuestra historia: la trascendencia de Universidad estatal a la cualidad de Universidad Autónoma, fase que desde 1997 mantiene firme y proyectivo desarrollo. “Patrimonio y acervos”, capítulo escrito por Maura Ordóñez Valenzuela, Patricia Cao Romero, Diana E. González Ortega y Ana María Salazar Vázquez, da cuenta de la heredad histórica, artística, documental y bibliotecaria de la Universidad.
Inicia con uno de los mayores orgullos universitario: el Museo de Antropología que resguarda la segunda más importante colección de obras arqueológicas con vestigio de las civilizaciones Olmeca, de las Culturas del Centro, Totonaca y Huasteca.
A continuación se pasa a describir la colección pictórica del siglo XIX y XX, constituida por 112 obras artísticas entre las cuales se encuentran pinturas de José Justo Montiel y José María Velasco.
Acto seguido se hace mención de los espacios universitarios para exposiciones artísticas y culmina narrando cómo nació y se ha multiplicado regionalme