Conmemoraron los 100 años del nacimiento del autor de Los muros de agua
Karina de la Paz Reyes y Paola Cortés
El martes 18 de noviembre fue inaugurado el Coloquio “José Revueltas: a 100 años de su nacimiento”, en el Salón Blanco de la Unidad de Humanidades, donde fue colocado un gran letrero de manufactura artesanal que a la letra dice: “¡Ay José, cómo nos haces falta en estos días de Revueltas!”.
El mensaje con el que inició esta actividad estuvo a cargo del director de la Facultad de Sociología, Erasmo Hernández García, quien se congratuló con el homenaje a Revueltas, “un autor que debe ser conocido, recordado, pero sobre todo leído en estos tiempos”.
También presidieron la inauguración el coordinador del coloquio, Eusebio Totomol Mapel, y la profesora de dicha Facultad, Mirna Alicia Benítez Juárez. Enseguida se desarrolló la Mesa 1, donde Benítez Juárez expuso el tema “El intelectual José Revueltas” y destacó la postura del autor de El apando como un intelectual mexicano que murió con la indefinición y cuestionamiento interno entre darle la posibilidad de libertad a su espíritu creativo, o encasillarse en las directrices de los partidos comunistas a los cuales perteneció.
“La vida de los comunistas de los años 1940 a 1970 fue una vida en la que asumieron su militancia como si fueran los primeros apóstoles que acompañaron a Cristo, en el sentido del martirologio, en el ‘debo sufrir por todos los hombres, porque nosotros somos los llamados a la transformación’. ”Considero que hoy, los que tienen la posibilidad de un pensamiento crítico, que podemos retomar a Revueltas, no podemos quedarnos en esta perspectiva de sufrimiento por todos los demás. Tenemos la posibilidad de vivir con alegría y comprometernos.”
Para ella, José Revueltas dejó como legado hablar abiertamente de su posición política e ideológica sin sucumbir ante los “cantos de la sirena”, en alusión al Estado. “Eso es por qué Revueltas está más vigente que nunca, porque el intelectual que no se pliega a las directrices del Estado y puede señalar ‘fue el Estado’, y con un análisis muy fuerte, con una reflexión histórica muy sustentada, con una participación política clara, le dice a esta máquina impresionante ‘ somos capaces de criticarte’.
Eso es lo que no va hacer, por ejemplo, Octavio Paz, con quien tuvo una pugna muy fuerte.” En 2014 es necesario leer a Revueltas porque da pistas de cómo formarse académica e ideológicamente, cómo mantener la distancia como intelectual total “que no cede al llamado de las instancias estatales”, destacó.
La profesora detalló la vida del autor de En algún valle de lágrimas, su origen familiar, su desarrollo y formación intelectual e ideológica, así como sus desencuentros con los partidos y ligas políticas a las cuales perteneció y cómo “antes que escritor fue militante”.
Mirna Alicia citó las novelas de José Revueltas Los muros de agua, Los días terrenales y Los errores, a manera de ejemplificar que siempre interiorizó su postura política en su obra literaria. En la primera novela (con la cual se inició en la literatura), habla de la primera reclusión que él tiene en las Islas Marías y a su vez presenta a los comunistas que quieren transformar la realidad del país; en la segunda, cuestionó las directrices del Partido Comunista de la Unión Soviética; en la tercera, reclamó y cuestionó al Partido Comunista de México, por su falta de incorporación con el sector social más lastimado.
Como parte de la Mesa 1 se leyeron unas líneas de la ponencia que envió el crítico literario Jorge Ruffinelli, intitulada “Revueltas y sus circunstancias”.
Fiel a sus ideas y agudo observador Una de las principales preocupaciones de José Revueltas fue la falta de conciencia política e histórica en el proletariado, la cual evidenció en sus novelas El luto humano y Los días terrenales, principalmente, mencionó Brianda Pineda Melgarejo, estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, durante su participación en el coloquio.
En su intervención en la Mesa 2 “La condición humana”, comentó que Revueltas creía necesario que antes de la lucha, la clase obrera debería contar con el apoyo teórico, ideológico y ético en su dimensión moral del intelectual.
Pineda Melgarejo dividió su ensayo sobre el escritor y activista político en cuatro apartados: el luto humano, la religión y el fracaso de la Revolución, el mexicano en la figura del revolucionario y experiencia existencialista. Recordó que en 1930, a sus 16 años José Revueltas ya se había unido al Partido Comunista Mexicano (PCM), permaneció encerrado durante seis meses por su participación en un mitin en la Ciudad de México, la cual “pudo verse como el germen de lo que sería una vida revolucionaria sin descanso, que buscó un cambio en el pensamiento y conciencia histórica de México”.
Describió que siempre fue fiel a sus ideas y agudo observador, criticaba el abuso del poder aun si de eso dependiera su permanencia en algún grupo político, por tal motivo fue expulsado del PCM en 1943, año en que publicó su segunda novela El luto humano, la cual “fue recibida por un país que no estaba preparado para la crítica poética y mítica sobre la realidad cruel del mexicano, y el tono desesperanzador del escritor”, expresó Brianda.
Pese a que en varias ocasiones fue privado de su libertad, enfatizó, esto no frenó su impulso creador, además de novelista y militante de izquierda fue cuentista, dramaturgo, guionista, periodista y ensayista cinematográfico.
Señaló que los personajes del escritor nacido en Durango ponen en evidencia las etapas históricas que determinan el espíritu del mexicano a mediados del siglo XX: la muerte de una cultura por obligación y miedo, es la sangre mestiza una condena para el mexicano que ya no es indio pero tampoco español, no sabe de dónde viene y en consecuencia no le importa si existe un rumbo o la nada.
Por último, apuntó que la relectura de José Revueltas siempre arroja nuevas cosas y visiones, “nos abre los ojos con la mano de su ya muerto Natividad (su alter ego), esperando que al cerrar el libro el hombre no deje caer los párpados y se entregue a su conciencia por medio de acciones vitales, recobrando la esperanza que hay, no tener miedo pues el mundo continuará girando y es preciso actuar, ya lo escribió Tolstoi en una de sus novelas, aceptar que ni la vida ni la muerte tienen fin”.