Karina de la Paz Reyes
El Museo de Antropología de Xalapa (MAX) no sólo resguarda colecciones propias, sino patrimonio nacional, lo cual hace de manera ejemplar, destacó la rectora Sara Ladrón de Guevara en la inauguración de la 7ª Reunión “Reflexiones sobre nuestros museos universitarios”, que albergó la Universidad Veracruzana (UV) los días 16 y 17 de abril.
Este ejercicio académico reunió a representantes de museos universitarios del país, entre ellos los de las universidades Nacional Autónoma de México, Benemérita Autónoma de Puebla, de Guadalajara, y las autónomas del Estado de México, Hidalgo y San Luis Potosí.
Ladrón de Guevara recordó que el MAX nació en la administración rectoral de Gonzalo Aguirre Beltrán (1956-1963), quien tenía una clara idea humanista.
Es por ello que desde sus orígenes el museo tiene la conciencia de que el patrimonio debe estudiarse, difundirse y, a la par, formar recursos humanos jóvenes. En 1959 se construyó el edificio que albergó al MAX (lo cual fue anticipado al Museo Nacional de Antropología, que abrió sus puertas hasta 1964).
En 1985 demolieron el citado inmueble para construir uno más grande y mejor adaptado a las necesidades del museo, “una nueva concepción de la presentación museística de nuestras colecciones, de presentar la historia prehispánica como un proceso regional”, relató.
En la tercera etapa del MAX, la actual, “nos volvimos a adelantar al Museo Nacional y a todos los museos de antropología de México digitalizando nuestro acervo. Pusimos el ejemplo”, destacó la Rectora. Dicha innovación habla de una generosidad, pues los acervos se comparten con todos los estudiosos del mundo prehispánico y con cualquier persona, “con la precisión que sólo una universidad se compromete a hacer, una universidad pública, mexicana, la Universidad Veracruzana”.
El MAX, a diferencia de otros museos universitarios, no resguarda colecciones propias, sino que son patrimonio de todos los mexicanos.
Aunque ésta es una función del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), “la Universidad Veracruzana ha dedicado enormes esfuerzos, vidas de académicos, trabajos de jóvenes estudiantes y, por supuesto, la infraestructura y la conservación de un espacio como éste, para dar un cimiento y hacer del dominio público el conocimiento de nuestro pasado prehispánico”, dijo.
Además, las colecciones del MAX están protegidas de una manera ejemplar, puntualizó Ladrón de Guevara, lo cual es frecuentemente reconocido por el propio INAH.
“La virtud es que es un museo universitario y no se convirtió en un proyecto sexenal, como suele pasar con algunos proyectos culturales”, agregó.
De paso, recordó que el MAX es sede de varios programas de difusión: Domingos Culturales, Cuates del MAX, Sábados en la Ciencia (tan sólo éste se desarrolla en coordinación con la Academia Mexicana de Ciencias, A. C., desde 1984), y posee dos salas que durante el año exhiben arte contemporáneo. “Participamos de la vida cultural de Xalapa, de Veracruz y de México”.
Sobre todo, en las salas y bodegas del museo se forman jóvenes universitarios, quienes desarrollan servicio social o proyectos de tesis de muy diversos temas.
En su intervención, Lourdes Monges Santos, presidenta del Consejo Internacional de Museos (ICOM-México), agradeció que el MAX alojara la 7ª Reunión “Reflexiones sobre nuestros museos universitarios” y a todos los organizadores que hicieron posible el evento.
En tanto, Luisa Rico Mansard, coordinadora responsable del Comité Internacional de Museos y Colecciones Universitarias (UMAC)-México, propuso crear una red de museos universitarios en México, pues a la fecha no la hay. Añadió que a pesar de que en el ámbito de los museos, aquellos que son universitarios suelen ser de los más antiguos, “muchas veces son de los más olvidados”.
Precisó que en México hay alrededor de 130 museos universitarios pero están desarticulados, algunos incluso de la propia institución a la que pertenecen.
“Necesitamos que nos ubiquen y nos distingan”. En la ceremonia de inauguración también participaron el presidente del UMAC, Hughes Dreyssé (de manera virtual), y la directora del MAX, Maura Ordóñez Valenzuela.