Adriana Vivanco
Los escritores Francisco Haghenbeck y César Silva hablaron sobre literatura y violencia, en el marco de los “Diálogos interdisciplinarios por la paz”.
César Silva dirigió la plática a modo de entrevista, intercalando preguntas a las que Haghenbeck contestó con anécdotas relacionadas con su trabajo literario y como apasionado de la historia de México.
¿La novela es un síntoma de lo que sucede en nuestro entorno, o es un resultado de él? Fue la pregunta inicial de la charla. Haghenbeck resaltó que el ser humano es violento por naturaleza: “La violencia es la manera en que ha podido llegar a un estatus, nuestra naturaleza es violenta por sí misma y las representaciones que tenemos de ella también lo son, como es el caso del arte y la literatura”.
Al referirse a la situación en México, destacó que desde sus inicios el país ha sido violento pues viene de una cultura violenta: “Sacábamos los corazones para ofrecerlos a los dioses, ahora ese pasado indígena se ha idealizado y lo hemos vuelto el buen indio que todos queríamos ser, pero no podemos negar esa violencia que traemos en todas las líneas que conforman nuestra identidad”.
César Silva, por su parte, destacó que en su experiencia la literatura sí ha sido un medio para darle voz a las víctimas de la violencia: “La balada de los arcos dorados la escribí para darle voz a las mujeres, la venganza de ellas contra la violencia”.
Haghenbeck coincidió con Silva en que para él la literatura también ha sido un medio para tocar temas fuertes, aclaró que eso no significa que los libros tengan que cambiar el mundo.
“Me aterra cada vez que un escritor dice que su libro va a cambiar el mundo pues los libros que han cambiado el mundo han sido muy peligrosos. El último libro que cambió el mundo lo escribió Hitler, quien mató a 50 millones de personas; también están los libros de Stalin; los que escribieron los griegos y persas en la época antigua para sustentar una religión.
La Biblia es el libro que más ha cambiado al mundo y el que más personas ha matado. Yo no quiero escribir ese tipo de libros”.
Los escritores concluyeron que aunque la literatura no es una herramienta que cambiará la situación de la violencia, sí es la oportunidad de cambiar a alguien: “De uno a uno, cambiar una persona, cambiar un mundo personal puede cambiar la historia”.