Año 16 No. 660 Noviembre 28 de 2016 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

OSX presenta Novena sinfonía de Mahler, a beneficio de Anamar

Contenido 35 de 41 del número 660
Anamar García Salas

Anamar García Salas

 

El viernes 2 y el sábado 3 de diciembre, para apoyar el tratamiento de la integrante de este organismo sinfónico

Jorge Vázquez Pacheco

Con el subtítulo Anamar, acordes de vida, la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) ha programado una de las obras cumbres del post-romanticismo, la Novena sinfonía de Gustav Mahler, y sus ingresos se aportarán a la lucha por la vida de esta joven ejecutante de viola en la propia OSX.

En un par de audiciones, contempladas para el viernes 2 de diciembre a las 20:30 horas y sábado 3 a las 19:00, estos actos conllevan también la conmemoración del organismo sinfónico por el vigésimo aniversario de autonomía de la Universidad Veracruzana.

Como se recordará, la violista Anamar García Salas ha entablado una prolongada lucha por su propia vida contra una extraña forma de cáncer que afecta el sistema linfático, conocida como Linfoma de Hodgkin, y para el cual el tratamiento es muy caro. Por lo mismo, amigos y conocidos se han sumado a esta batalla que, aunque hoy se muestra superable, no es una victoria decisiva.

La obra póstuma de Mahler
Gustav Mahler (1860-1911) terminó su Novena sinfonía a finales de 1909 o inicios de 1910, y la primera interpretación se dio el 26 de junio de 1912, en Viena, con la orquesta dirigida por su discípulo Bruno Walter. El maestro falleció el 18 de marzo de 1911.

Al analizar la tremenda popularidad de la obra de Mahler, resulta difícil suponer que su carrera como compositor fue lenta y difícil, siempre opacada por su celebridad como director de orquesta. Muy pocas satisfacciones tuvo en vida con la interpretación de sus sinfonías o ciclos de canciones.

Después de su muerte, algunos defensores de su legado iniciaron una larga y escabrosa tarea de difusión, no siempre observada con simpatía. Se le consideraba un compositor “difícil”, productor de obras densas, tan complejas como de exagerada duración; sin embargo, sus enormes partituras poco a poco fueron ganando adeptos y ejercieron una notoria influencia en el sinfonismo propio del siglo XX, como es evidente en las obras de Dmitri Shostakovich, Aaron Copland, Benjamin Britten o Arthur Honegger.

El músico se sentía realmente atemorizado por aquella suerte de maldición que rezaba que los grandes sólo llegarán hasta su Novena sinfonía, y razones las tenía de sobra. Beethoven, Schubert, Bruckner y Dvorák murieron después de concluir su respectiva Novena. De hecho, su Sinfonía 9 debió ser “La canción de la Tierra”, pero seguramente por esta razón no la numeró.

La Novena sinfonía no contiene alusiones autobiográficas ni confesionales. Se trata de una obra abstracta que parece surgir del inconsciente del autor, en la que impera el aliento épico en medio de una estructura austera y con modificaciones a la tradición. Así, los movimientos lentos han sido colocados hacia los extremos, mientras que los fragmentos de dinámica enérgica se ubican en medio.

Pero el movimiento que más ha llamado la atención es el primero. Alban Berg, uno de los primeros y más fervientes seguidores de Mahler, indicó que significaba “un amor excepcional por este mundo, el deseo de vivir en paz, de disfrutar plenamente lo que nos ofrece la naturaleza”. Pero también detectaba señales premonitorias, mensajes que anunciaban el arribo de la muerte en los momentos más sublimes de aquel sueño terrenal. “Hay allí un pasaje aterrador, en que el presentimiento se convierte en certeza. En la plena alegría de la vida, la presencia de la muerte se anuncia con fuerza espantosa”, redactó Berg.

La dirección para la Novena sinfonía de Mahler será responsabilidad de Lanfranco Marcelletti y los boletos tendrán costo de 120 y 80 pesos, con descuento especial a estudiantes con credencial vigente.

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