Adriana Vivanco
Christian Frías, escritor cubano, compartió con Universo cómo fue su acercamiento a Sergio Pitol y el encantamiento que provoca el Premio Cervantes de Literatura 2005 como autor y como persona.
“Conocí a Sergio Pitol a través de amigos en común que hablaban de él y comentaban su obra, nos reuníamos y el tema siempre era Pitol, para mí era una imagen icónica, un misterio, no sabía cómo era físicamente, cómo era realmente su literatura y su lenguaje; ese misterio me llevó a una pesquisa casi policial de sus libros que en ese momento eran muy difíciles de conseguir en La Habana. Finalmente encontré los libros, comencé a leerlos.”
Después de enamorarse de su literatura, Frías tuvo oportunidad de conocer a Sergio Pitol en casa de la poeta cubana Reina María Rodríguez. “Cada vez que Pitol iba a La Habana, visitaba a Reina María en su casa. En una ocasión coincidimos y entablamos diálogo por ser los únicos viciosos, pues en casa de Reina nadie fumaba, pero cuando llegaba Sergio era permitido todo, así que fumaba él y fumaba yo; el cigarro y el café nos hicieron coincidir en largas pláticas, sobre todo de cine y literatura polacos. Después del primer encuentro nos volvimos asiduos y cada vez que Sergio iba a Cuba me visitaba, recuerdo una ocasión en la que fue solo y agarramos una fiesta de seis días en los que recorrimos teatros, cines y librerías.”
Frías explicó que al momento de conocer al escritor mexicano ya había leído varias veces El arte de la fuga y El mago de Viena, así como sus novelas y cuentos. “Conversamos sobre su literatura y me encontré con el escritor y ser humano generoso que es Pitol, es por ello que hay generaciones de escritores jóvenes que le deben su formación como intelectuales y también su presencia como escritores, por el apoyo que él ha dado a los escritores noveles para establecer contacto con editoriales y universidades”.
Enfatizó que Pitol ha podido apoyar el talento joven gracias a su generosidad, pero sobre todo al gran ojo que tiene para encontrar talento en los escritores.
En su caso, dijo: “Ha sido un gran mentor porque yo había dejado de creer que podía escribir, y me ha creado de cero; gracias a él escribo constantemente y aprendí que para ser escritor hay que tener una gran fe en tu trabajo y en tus mentores. Eso es lo que Sergio Pitol me ha dado”.
También argumentó que para muchos es fácil pensar que si eres amigo de un buen escritor tienes ya el camino resuelto, pero aclaró que para Pitol estas son cosas distintas, “una cosa es la amistad y eso no significa que tengas talento, esa es otra cosa valiosa de Sergio que sabe separar y logra que lo que prevalezca sea la persona y su espíritu crítico”, añadió.
Emocionado recordó el homenaje que se le realizó el 4 de octubre de 2013 en el Teatro del Estado de Xalapa, donde en una mesa de diálogo él junto con Andrés Neuman y Gabriel Vázquez celebraron la figura de Sergio Pitol. “Los tres somos muy diferentes y percibimos la obra de Pitol de manera distinta, es por ello que logramos concebir una imagen dialógica y polifónica de Sergio Pitol”, apuntó.
Asimismo hizo hincapié en el lugar que ocupa Pitol como figura literaria en México: “Es el escritor mexicano vivo más importante que hay en la actualidad, y posiblemente sea un tipo de escritor e intelectual que está en peligro de extinción porque los jóvenes están demasiado acelerados, quieren publicar los libros que no han escrito y quieren tener la cultura por la que no han luchado, por la cual no han sacrificado lo suficiente para llegar a ese conocimiento general.
”Sergio es exactamente la imagen de ese intelectual que sólo se ha dedicado a saber y pagar el precio que significa ese saber. Había una frase que decía que quien arrea conocimiento arrea dolor, no creo que en su caso sea mucho dolor porque tiene un carácter muy afable para convertir lo trágico en cómico.”
Desde una perspectiva literaria, añadió, el gran legado de Pitol a los noveles escritores es hacer siempre lo que se piensa que es correcto para uno. “Uno no debe tratar de intentar modelos pasados sino tener la intuición de escoger un camino que parezca desbaratado, hacer lo que a uno le da la gana; si uno comienza a escribir una novela, convertirla en lo que uno quiere y no en lo que los críticos piden; como persona y como intelectual no despreciar nada, asumir todas las experiencias posibles porque si uno se hace fanático y ve sólo la parte que quiere de las cosas, siempre te vas a perder algo y se corre el riesgo de que ese algo sea lo más importante”, concluyó.
Se transmite de generación en generación: Neuman
Sergio Pitol es un autor que se transmite, como sus historias, de generación en generación, expresó el escritor argentino Andrés Neuman.
Relató que le pareció muy esperanzador que el homenaje a Pitol fuera hecho por personas que podrían ser sus nietos: “Para mí fue muy emocionante poder testimoniarle mi admiración a un autor que podría ser mi abuelo. Éramos tres personas que teníamos 40 o 50 años menos que él, y esto me pareció la prueba viviente de que Pitol no es un autor para el museo sino un autor que se transmite, como sus historias, de generación en generación”.
El narrador y poeta enfatizó que el autor de El tañido de la flauta es un ejemplo para las nuevas generaciones de escritores: “Pitol es un ejemplo paradigmático y muy pionero de cómo alguien puede escribir un texto que es un ensayo, que es un cuento, que es un relato de viajes, y a Pitol mismo nunca le importó saber muy bien qué eran sus libros, sino generar prosa de la buena”.
En su opinión, Sergio Pitol dejará múltiples herencias a sus lectores. “Me parece que es un autor que hacía autoficción cuando nadie abusaba de esa palabrita; en segundo lugar, cultivaba la extranjería de un modo muy visionario, me refiero a que mientras el boom se debatía entre esencias nacionales, Pitol se iba lo más lejos que podía como si quisiera huir de una identificación fácil; es decir, cuando un escritor representa la esencia nacional o es Rulfo o no me interesa, es decir, o eres un puto genio o realmente ese discurso me aburre inmediatamente”, señaló.
En este sentido, explicó, le parece extraordinaria la lucidez con que Pitol descubrió que el mexicano podría sacar petróleo de Samarcanda o de Varsovia.
“Esta cosa nómada que tiene, no tanto cosmopolita en el sentido cultural, sino extranjero en el sentido de decir ‘en este momento he perdido mis certezas’, es como cuando Pitol cuenta que va a dar conferencias mexicanísimas a lugares remotos de Rusia.
”En uno de sus relatos, por ejemplo, cuenta que de repente se da cuenta de lo raro que es El periquillo sarniento, lo ajeno que resulta gracias a la mirada de esos señores en Turkmenia que lo escuchan como si estuviera hablando de la cosa más rara del mundo, y ahí Pitol adquiere su verdadera identidad, es decir, descubre lo raras que son las cosas en las que nos hemos educado. Podría pasar horas comentando hallazgos en la literatura de Pitol que se transformaron en habituales para mí y para mi generación”, concluyó.